Capítulo Veintiocho:

97 8 0
                                    

Capítulo Veintiocho:

Apenas salimos del trabajo el lunes, Kendall, que seguía bastante descompuesta, me acompañó a comprar un nuevo móvil. Tuve que sacar dinero del que le había reclamado a Daphne y Patrick aquella vez.

Me decidí por uno grande y lindo, pero nada fuera de lo común, aún no podía permitirme eso, no tenía billetes como para tirar al cielo.

Ya era jueves y Max no se había presentado aún. Pensé en ir a hablar con él al bar, pero no quería quedar como una molesta, tal vez había pedido mi número por cortesía y era todo una horrible mentira lo que me había dicho. Estaba auto convenciéndome de que las ideas en mi cabeza eran erróneas, que mañana o pasado tal vez él iba a llegar con su despampanante sonrisa e iba a pedir mi número, iluminando mi día, entonces memorizarlo toda la noche del martes no hubiera sido un desperdicio.

-Dina, ve a tomarle los pedidos a la mesa cuatro y seis- me ordenó Agnes, Kendall estaba en casa y estaba demasiado preocupada por ella, no quería asistir al médico ni tampoco tomar ninguna medicación, no entendía cómo la comida de los otros días podía haberle caído tan mal. Asentí ante la orden de mi compañera, que hoy se encontraba reemplazando a Norma y me dirigí primero a la mesa cuatro. Era la segunda vez que iba a realizar un pedido, siempre me tocaba limpiar debido a mi nulo conocimiento, pero la verdad era que estaba más nerviosa que la primera vez y no sabía por qué.

-Buenas tardes, bienvenidos al Café de Bob, mi nombre es Dina y hoy me encargaré de atenderlos- no entendía por qué debíamos recitar esa frase, como si fuera un restaurant de lujo o algo así. Puse la mejor sonrisa fingida que logré articular, el hecho de que Max no se haya presentado aún me tenía algo desanimada, pero debía cumplir las estrictas reglas de Rose de ser Miss Simpatía todo el tiempo. La pareja ordenó solo café, asentí ante sus pedidos y le llevé la orden a Susana, quien era la mejor haciendo cafés, después de atender a la mesa cuatro me dirigí a la seis y volví a repetir las acciones anteriormente realizadas. Cuando ambas órdenes estuvieron listas, las llevé cada una a su mesa con éxito.

Me encontraba limpiando la barra, algunas personas se encontraban sentadas en las butacas de enfrente charlando con Pete o Agnes. Estaba perdida en mis pensamientos, como siempre últimamente, ¿Qué me estaba sucediendo?

-Buenas tardes- saludó un muchacho, su voz ronca hizo erizar mi piel, lentamente levanté mi mirada, y esos ojos avellana que tanto me gustaban se toparon con los míos, sonreí al instante, -Max- susurré en medio de una sonrisa gigante, -¿Cómo has estado, Dina?- preguntó, -Muy bien, ¿y tú?-, -Perfectamente- me sonrió, -Que suerte- dije llenando algunos azucareros con azúcar, obviamente, -¿Tienes planes para el sábado en la tarde?- me preguntó, sentí las mariposas en mi estómago apenas procesé sus palabras, ¡Estaba invitándome a una cita!, -Oh, em, no, nada- dije emocionada, -Genial, ¿ya tienes...-, -Sí, si tengo, lo compré el lunes- dije interrumpiéndolo, y en cuanto me di cuenta de lo tonta que había quedado me ruboricé, él se dio cuenta y soltó una risita que hizo flaquear mis piernas, -Cool- respondió. Me pidió mi número y quedó en mandarme un mensaje el sábado por la mañana, apenas se marchó, no sin antes saludar a Agnes, corrí hacia la cocina y comencé a gritar de felicidad, Agnes se me unió y Pete al enterarse la razón se arrojó al suelo en donde ahora me encontraba girando como una niña.

Apenas salí del trabajo conduje como loca hasta el apartamento, corrí escaleras arriba porque la adrenalina que sentía en mi cuerpo no me permitía esperar al elevador. Llegué al piso que compartía con Ken y abrí la puerta lo más rápido que pude, -¡KENDALL MAX ME INVITÓ A SALIR!- grité entrando a la casa, pero ella en ningún momento contestó, -¿Kendall?- la llamé más calmada y a su vez asustada, fue ahí cuando recordé que ella había regresado porque se sentía muy mal. Lo pero se cruzo por mi cabeza y me apresuré en buscarla. –Kendall, ¡Oh por Dios!- dije entrando al baño, Ken se encontraba con la cabeza dentro del inodoro, y los sonidos que su garganta producía no eran para nada de mi agrado, ¿Qué comiste?- dije atándole el cabello en una coleta mientras intentaba no respirar, -Nada- susurró para seguir con lo suyo, -Kendall esto no es una descompostura- dije segura, y estaba segura también de que ella sabía de que no era la comida lo que le había caído mal, -Llamaré a Dylan, debo ir a comprar algo a la farmacia- dije para buscar mi celular, que se encontraba en la cocina.

EncontrarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora