Capítulo Diecinueve:

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Capítulo Diecinueve:

Llegamos a la habitación 15 y abrieron la puerta de esta, al ver dentro, una muchacha de no más de diecisiete años se encontraba tirada en el piso, con un crayón en su mano izquierda, apenas escuchó el ruido de la puerta abrirse me miró y esbozó una sonrisa psicópata, -Creo que ambas se llevarán muy bien, Ariana ella es Dina, Dina ella es Ariana, las dejaré juntas para que se conozcan- habló uno de los dos hombres que me habían escoltado desde que salí de la caja blanca. Ambos me empujaron dentro y cerraron la habitación con seguro, la muchacha me miró a los ojos y se levantó sonriente, me tendió la mano para estrecharla con la mía y sin pensarlo, tomé su mano, -Un gusto conocerte- habló ella, le sonreí falsamente, -¿Por qué estás aquí?- me preguntó, -Alucinaciones- respondí, -Oh, qué mal - dijo encogiéndose de hombros, -Deberías tener cuidado- me advirtió, -¿Cuidado?- le pregunté, -Exacto, ¿nunca oíste que en los manicomios nada bueno sucede?- preguntó, -Sí- le dije algo espantada, -Prepárate para no dormir, en la habitación de al lado hay un esquizofrénico muy avanzado, la noche anterior intentó suicidarse- mencionó, un escalofrío recorrió mi columna vertebral, -Quiero irme de aquí- dije al instante, -Lo siento chica, eso no te será fácil-. Después de decir eso guardó el crayón en una cartuchera que tenía sobre un escritorio, abrió un cajón de este y sacó un par de óleos, tomó un lienzo de debajo de su cama y lo acomodó en un atril junto a una gran ventana, -¿Por qué estabas en el suelo apenas llegamos?- le pregunté, creí que era mucho menos normal, pero parecía cuerda cuando hablaba, ella rió, -Solo actuación, en realidad tengo ataques de pánico, pero esos imbéciles no lo saben, y es muy fácil engañarlos- dijo encogiéndose de hombros. Ariana buscó unos pinceles y preparó todo para ponerse a pintar, -¿Solo por ataques de pánico te trajeron a un manicomio?- le pregunté sorprendida, -¿Solo por alucinaciones te trajeron a un manicomio?- preguntó ella burlándose de mí, -Estoy aquí por dos razones querida Dina- dijo mirándome, -Primero, no son cualquier tipo de ataques de pánico, segundo, mis padres, dos multimillonarios, me odian, y en este lugar no son justos con nadie- dijo algo frustrada, -¿Qué quieres decir con eso?- pregunté inocente, -Si tus tutores o padres o quién sea, viene con una cantidad de dinero considerable, considérate dentro-, -Y a juzgar por tu comportamiento, quien sea que haya firmado para meterte aquí te quería fuera de su vista- habló mirándome de arriba abajo, -Daphne eres una maldita zorra- susurré.

Me acosté en la cama que me correspondía, por lo que Ariana me había dicho, me tocaba la de la izquierda ya que era la pared que daba a la habitación del esquizofrénico, y a la noche sus gritos no dejaban dormir a nadie.

Tenía tanto miedo, este lugar estaba repleto de locos, y aquí me estaban catalogando como una. Seguramente lo era, pero estaba segura también de que Daphne había usado el dinero de mi antigua casa para meterme aquí también, y estaba mucho más segura de que Patrick la estaba manipulando. Nunca creí que ellos me harían esto, aún no me entra en la cabeza pensar que estoy aquí junto a una chica que cada vez que habla solo me da más miedo del que ya tengo, culpa suya. Una parte de mí intentaba entenderlos, aunque no encontraba la respuesta por ningún lado, y otra parte de mí solo quería estrangularlos y golpearlos hasta que se me desaparezcan los nudillos.

La hora de cenar llegó ya que nos llamaron a todos al comedor, Ariana me guió por los pasillos hasta el gran lugar y apartó una mesa solo para nosotras dos, -Algunos quieren llevarte a su portal, y terminas con la cara metida en el retrete- me advirtió refiriéndose a los locos, asentí mirándola con horror, ¿dónde me has metido Daphne?

La comida del lugar no era deliciosa, pero tampoco incomible. La cena transcurrió en silencio, hasta que tres chicos se sentaron junto a nosotras. Por su apariencia no pasaban los veintitrés años. –Hola Ariana- saludaron los tres a coro, -Hola chicos, ella es Dina- me presentó, -Hola- dije algo tímida, -Yo soy John- se presentó el rubio, -Yo Stewart- el pelinegro, -Yo Ned- dijo el último muchacho de ojos miel sonriéndome, -¿Por qué estás aquí?- preguntó Stewart, -Por la misma razón que nosotros- contestó Ariana por mí, -Y alucinaciones- agregué, -No tengas en cuenta las alucinaciones, estás porque alguien pagó para que lo hagas- contestó Ned comiendo de su ensalada, -Salvo que seas esquizofrénica- dijo John mirándome, -No sé si lo soy- contesté un poco aterrada, no quería ser esquizofrénica, no quería más problemas en mi vida. –No lo eres, ¿Siempre tienes las mismas alucinaciones?- preguntó John, asentí, -En realidad son parecidas, siempre veo a las mismas personas- admití, -No somos especialistas, no podemos decirte nada- dijo Ariana.

La cena terminó y cada quién regresó a su respectiva habitación, los chicos eran simpáticos, bueno, tal vez no, pero no podía juzgarlos, mi personalidad no era ejemplar, o por lo menos no ahora. Todos querían irse de allí, pero lo habían intentado varias veces, y era muy complicado.

-Espero que te acostumbres rápido- dijo Ariana, -Gracias, supongo- dije. Luego de esa breve conversación cada una se fue a la cama, pero yo no tenía pijama, ni cepillo de dientes, ni ropa interior para cambiarme, y fue cuando entré a desesperarme de nuevo. Como si alguien me leyera la mente nuestra puerta se abrió, y una mujer vestida con guardapolvo me entregó una valija, -Se lo envía su abuela- dijo cortés, -Gracias- le respondí, dicho esto ella se fue poniéndole seguro a la puerta nuevamente.

A la mañana siguiente me desperté gracias a Ariana que se encontraba pintando, -Buenos días-, -Hola- le dije sin ganas. Había dormido bien, a decir verdad. Pensé que la noche iba a ser mucho peor, pero la cama era cómoda, y las sábanas muy suaves.

Me levanté para ir al baño y vestirme, a eso de las ocho nos anunciaron que el desayuno estaba listo y volvimos al comedor para encontrarnos con los chicos una vez más. Nos invitaron al cuarto de los muchachos una vez que terminamos, y accedimos. De camino a la habitación 24, me mostraron algunas instalaciones, había un patio y una sala de recreación, pero me recomendaron no acudir a ninguno de los dos lugares para mantener mi mente tranquila el mayor tiempo posible aquí.

-Podríamos hacer un plan para salir- dije de la nada, ellos se encontraban jugando al truco, y las cartas no era algo que se me daba muy bien asique me encontraba mirando por el gran ventanal de la habitación, los cuatro comenzaron a reírse de mí, -Es imposible Dina, no jodas- dijo Stewart. Esas palabras me hicieron estallar, demasiado odio había acumulado en los últimos días, y los tratos de estos estúpidos solo ayudaban a alimentarlo. Me paré y me fui de la habitación, dando un portazo tras de mí, -Dina, no te vayas, los locos van a comerte la lengua- dijo Ariana, para que después todos volvieran a reírse. Imbéciles, cuando salga desearán que los rescate de este maldito lugar.

Los pasillos estaban bastante solitarios, y estaba aburrida asique comencé a caminar por ellos, contando ventanas y puertas, para pasar el rato. Unos gritos horrorosos hicieron que salga corriendo a mi habitación, sí, no era la persona más valiente, y menos en un manicomio.

Una vez en mi recámara abrí mi valija para acomodar la ropa en un pequeño placar disponible. Doblé las remeras y los pantalones, que todos conservaban las etiquetas, y los guardé en los cajones. Una vez que todo lo de la valija estaba dentro del armario, al fondo de esta yacía un sobre, tres libros desconocidos para mí, un reproductor de música, un par de lapiceras y un block de hojas. Tomé el sobre y las demás cosas y fui a sentarme a la cama, abrí la carta y tomé el papel escrito. Me acomodé y comencé a leer;

"Querida Dina:

La verdad que a pesar de todo estoy muy orgullosa de ti, eres una niña, ¡qué digo!, una mujer muy valiente, a tu edad son muy pocos los adolescentes que se enfrentan a la vida que te ha tocado a ti, y admiro mucho tu resistencia. Sabes cuánto te amamos tu abuelo, Daphne, Patrick y yo, y cuando estos dos nos han comentado de la horrible enfermedad con la que tienes que lidiar quedamos todos devastados. Por lo que ellos nos han dicho allí tendrás una vida mejor, y sabrán cómo cuidar de ti, con el tiempo harás amigos, y tal vez después no quieras regresar.

No te enfades con tus tíos, ellos no quieren hacerte daño querida mía, espero verte de nuevo. Aquí he comprado ropa y unas cositas para que no te aburras. Te amo demasiado pimpollo, lamento no poder ir a visitarte, Patrick nos ha comentado que está prohibido, pero te mando mis saludos.

Abuela Amelia"

Grité enfadada, no porque mi abuela me haya escrito, sino por lo malvados que Patrick y Daphne podían ser. Una cosa era mentirme y traicionarme como lo habían echo, pero otra cosa era mentirles al abuelo y a la abuela. Juro que voy a vengarme.

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