Capítulo Treinta y Uno:

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Capítulo Treinta y Uno:

Desde ese día Dren no dejó de aparecerse en cada salida que teníamos Max y yo. Ya había pasado un mes desde lo sucedido aquella noche y el muchacho no se cansaba de perseguirnos. No podíamos salir de nuestras casas sin que él se apareciera diciéndonos algo o mintiéndole a la gente sobre nosotros, estaba cansándome.

Max me había preguntado muchas veces de dónde lo conocía, pero por alguna extraña razón nunca me animé a responderle, hasta hoy. Estaba esperándolo en casa, estaba sola ya que los tórtolos debían ir al médico ya que se enterarían del sexo del bebé.

Escuché el golpe en la puerta y corrí a abrirla. Este último tiempo descubrí, con ayuda de Kendy y Agnes, que Max me gustaba, me encantaba, cada vez que estaba junto a él me sentía diferente, sentía que todos mis problemas se esfumaban por un rato y cada vez me costaba más ocultar las "mariposas" en mi estómago cuando estaba con él. –Hola- dije abriendo la puerta, -Hola- dijo besando mi frente y entrando al apartamento, -¿Me contarás?- preguntó sentándose en el sofá, asentí, -Traje dulces- dijo mostrándome una bolsa con estos, -Oh por Dios- dije arrojándome a su lado, tomé la bolsa y con manos ágiles, abrí un dulce y lo comí, -Eres increíble- dijo riendo, -¿Quieres que te cuente, o no?- le pregunté con la boca llena, ya que había introducido otros tres caramelos ácidos a mi boca, los amaba, -Sí, pero intenta no escupirme- dijo cubriéndose la cara con un cojín, reí y lo golpeé despacio, -Está bien, empezaré- me acomodé en mi lugar y lo miré a los ojos, -Dren Kailen, rubio ceniza, ojos verdes, tal vez de 1,88 metros de altura, atlético, súper carismático, popular- fui interrumpida, -Sé cómo es su aspecto físico Dina, lo vi- dijo frustrado, -No interrumpas. Continúo, iba en el último año de mi escuela, me gustó desde el día en el que pisé por primera vez el lugar y lo vi en la cafetería junto a sus amigos, pero como te dije antes, era popular, jamás iba a fijarse en alguien como yo. El tiempo pasó y yo seguía babeándome por él a escondidas, un horrible suceso que prefiero omitir sucedió, y al volver al colegio, él me habló para saludarme por mi cumpleaños, estaba que moría de la felicidad, pero muy dentro mío, como te dije antes un horrible suceso había ocurrido y no me mostraba feliz, es más, no me mostré feliz hasta hace unos dos o tres meses atrás. Luego me escapé y no supe más de nadie. Un día tomé mi teléfono celular y decidí prenderlo después de meses de no hacerlo, alguno de los mensajes eran de Dren. No podía creerlo, igual no los abrí, nunca los abrí ni tampoco voy a hacerlo. De la nada él reaparece aquí y no sé por qué. Muchos podrían decir que es una casualidad pero, yo no creo en eso- reí recordando una de nuestras primeras conversaciones, -¿Te gusta?- preguntó él mirando el suelo, -¿Qué?- lo miré confundida, -Si Dren te gusta- repitió, -No... no lo sé- admití, él dio un pesado suspiro, -¿Cuál fue aquel suceso horripilante?- preguntó, ahora la que dio un pesado suspiro fui yo. Sabía que tenía que contárselo en algún momento, pero no me atrevía a hacerlo, recordarlo no me hacía bien, -¿Realmente quieres saber?- le pregunté, él asintió, -Debes prometerme algo- lo miré a los ojos, él levantó la vista y clavó su mirada en los míos, -Lo que sea- susurró, -Después de que te cuente esto, todo seguirá igual. Llegas a mirarme con una pizca de pena y juro que no vuelvo a dirigirte la palabra- dije firme, mirándolo seriamente. Sonará drástico, pero, como dije muchísimas veces, odiaba que me tuvieran pena, -Te lo prometo- dijo, le sonreí, -Ponte cómodo-.

Le conté todo, sin ocultar nada, desde el día del accidente hasta hoy, con lujo de detalles. Un nudo gigante se formó en mi garganta en cuanto relaté la peor parte de la historia, la parte del principio. Él me abrazó, diciéndome de que si no quería seguir estaba bien, pero debía continuar, por más que me doliera, era mi amigo, y debía contárselo. Inclusive los chicos ya sabían toda la historia, y tal como le dije a Max, si llegaban a mirarme con pena iba a ignorarlos de por vida, y no mentía.

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