Capítulo Diez:

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Capítulo Diez:

Kendall llegó y pedimos una pizza. Por suerte en ningún momento me preguntó por qué no tenía casa, porque ahí sí que no tenía con qué mentir, y era demasiado apresurado contarle todo.

Ambas estábamos demasiado cansadas asique cada una se fue a descanzar después de comer. Estaba ansiosa, no veía las horas de tirarme sobre la cama y dormir por años. Mañana Kendall debía ir a la mañana al café, pero mi turno era por la tarde, temporalmente. Por lo que ella me había explicado la señora Rose otorga los turnos de la tarde para los nuevos, hasta que ve que funcionan y decide darles ambos turnos, o en el peor de los casos, despedirlos.

Me puse mi pijama, destendí la cama y me adentré entre las suaves sábanas con una sonrisa en mi rostro, acomodé mi cabeza en la almohada y en cuestión de segundos todo se volvió negro.

El sonido de una puerta abriéndose y de una desquiciada gritando me hizo despertar, me fijé la hora en el despertador que se encontraba en la mesita junto a mi cama y este marcaba la una del mediodía, y la desquiciada gritando era claramente Kendall, llegando de trabajar.

Me levanté de un salto y salí corriendo a la cocina, -Lo siento, lo siento, lo siento, me dejé llevar, la cama estaba tan suave, tan cómoda, que me dormí y no me desperté más, yo lo siento- le dije alterada, sentía que me estaba abusando de ella, me dejaba vivir en su casa y yo me levantaba a estas horas como si yo pagara la renta, me sentía avergonzada. Al ver mi reacción, lo único que hizo ella fue reírse a carcajadas de mí, fruncí el ceño, -¿No estás enojada?- le pregunté, -Pero claro que no, Dina eres muy tonta a veces, entiendo que duermas tanto después de haber tenido un día agitado ayer, no me molesta en absoluto, es más, me encanta tenerte aquí conmigo, no me siento tan sola- dijo sonriéndome, largué un suspiro de alivio y corrí a abrazarla, -Intentaré no matarte con mi aliento mañanero, y te agradezco mucho dejarme vivir aquí, pronto me iré y te dejaré ser libre- bromeé, -No me molesta que te quedes por mucho tiempo, recuérdalo- dijo señalándome, asentí sonriendo, -Ahora ve a cepillarte los dientes mientras pongo estos espaguetis al fuego- dijo en un cantito, a lo que reí levemente y corrí al baño.

Una vez vestida regresé a la cocina y ambas pusimos la mesa para comer, me tocó terminar de preparar los fideos mientras ella iba a cambiarse de ropa por algo más cómodo, y una vez que la comida estuvo servida, ella llegó y se sentó frente a mí.

-¿También trabajas por la tarde?- le pregunté, y ella asintió, -Todos los días, mañana y tarde, salvo los sábados y domingos, los tengo libres- dijo sonriéndome, -Ah, y una tarde de la semana también la tengo libre- dijo guiñándome un ojo, -¿Por qué me guiñas el ojo?- le pregunté divertida, -No lo sé, es gracioso- dijo encogiéndose de hombros y una risita se escapó de mi boca, esta muchacha era tan inmadura a veces, -¿Puedo decirte algo?- me preguntó seria, asentí, su seriedad me causaba escalofríos, -Desde el primer día que entraste al café, hasta ayer, estuve observándote, y no quiero que pienses que estoy loca ni que soy una psicópata, pero tu forma de ser, cambió muchísimo-, bajé la cabeza y miré al suelo, -Dina, puedo ver en tus ojos que tienes una historia, que tu vida no es igual a la de todos- agregó, -Y entiendo si no quieres hablar de eso ahora-, la miré a los ojos nuevamente y ella se encontraba sonriendo, -Gracias por entenderme, al pasar el tiempo, puede que te lo cuente todo, pero ahora, es muy complicado, aunque ya no como al principio-, ella me sonrió y se levantó de su asiento a abrazarme, le correspondí el abrazo, -Ahora podríamos limpiar- dije después de unos segundos, y recibí un leve golpe en mi cabeza, -Calla arruina momentos tiernos- me llamó ella y reí, -Demasiado tiempo, espacio personal- bromeé empujándola. Claramente no controlé mi fuerza y Kendall terminó en el suelo, a lo que me largué a reír de una manera algo extraña. Ella se levantó, y riéndose al igual que yo, se arrojó sobre mí, y fue así como entre risas, terminamos desordenando toda la casa.

Acomodamos un poco y después fuimos a cambiarnos, decidimos salir a dar una vuelta por la plaza y luego, más a la tarde, ir a trabajar.

-Tal vez es muy apresurado, pero quiero que te quedes en mi casa para siempre- me dijo Kendall lamiendo su helado de vainilla y hablando como niña pequeña, -Kendall, yo no quiero causar molestias ni nada de eso, además, no tengo dinero como para rentar ni siquiera la mitad de...-, claramente fui interrumpida por la chica, -No molestas en lo absoluto, y lo de la renta, no me importa mantener el apartamento por un tiempo yo sola, hay algo dentro de mí que me dice que me necesitas- dijo mirándome, -Hay algo dentro de mí que me dice que puedo confiar mucho en ti- le dije mirándola de igual manera.

Llegamos al café y me tocó ir junto a Peter, quien me explicó un par de cosas de la cocina, y luego me dejó a cargo de los huevos fritos.

Hice muchas cosas, y sentía la mirada de Rose en todo momento, esta semana me sentiría más observada que nunca antes. Pero no sentía presión, me sentía cómoda, y la amabilidad estaba saliendo desde dentro de mí, me sentía feliz.

La jornada terminó y me despedí de todos. Con Kendall caminamos hasta el departamento y subimos al piso correspondiente. –¿Te gusta la adrenalina?- me preguntó la peli marrón en el ascensor, -Sí- dije mirándola extrañada, -¿Quieres salir esta noche?- me preguntó, -No- dije obvia estirando la "O", -Ohh, vamos Dina, tienes que aprender a divertirte, tienes dieciocho años apenas- dijo quejándose, -Kendall, es que no puedo salir- dije sentándome en el sillón, -Vamos Dina, entiendo que eres algo rara, pero ¿por qué?- me preguntó sentándose a mi lado, no tenía escapatoria, debía contárselo todo, ella me estaba dejando hospedarme en su casa y yo le ocultaba cosas, eso no era justo, y aunque la vida no era justa para mí, debía contárselo, -¿Tienes tiempo?- le pregunté, ella asintió, antes de empezar a contarle un nudo se formó en mi garganta, tragué duro y comencé a hablar, -Hace unos siete meses aproximadamente, mis padres y mi hermana murieron en un accidente automovilístico- apenas terminé la frase miré al piso, -Dina, yo lo siento mucho, no quise decirte que eras aburrida- dijo intentando pedirme disculpas, -Kendall, no te preocupes, sé que no lo hiciste a propósito, y tienes razón cuando me dices que debo salir más y conseguirme amigos, pero es muy difícil para mí, horas antes del accidente peleé con mis padres, me castigaron, me quedé en casa y a la madrugada me llamaron para avisarme de que habían chocado, ni mi hermana ni mi madre resistieron mucho, mi padre estuvo en coma unas semanas pero luego murió, mi tía quedó a mi cargo, pero yo no aceptaba ningún cuidado, me peleé con mis amigas, y con mis familiares también. Al cumplir dieciocho saqué mi licencia y conduje hasta un lugar importante para mi padre, mi hermana y para mí, tuve una alucinación o algo parecido, no sé si fue una aparición en realidad, pero vi a mi hermana, me pedía ayuda. Fue cuando me di cuenta de que tenía que alejarme de todos. Armé mis maletas, le dejé una carta a mi tía, que ya no podía soportarme y que habló con mi abuela para que me mude a Italia con ella, pero cancelé sus planes en la carta, y me vine aquí, viví casi un mes en mi auto, frente a una estación de servicio en la que me higienizaba obviamente, y gracias a más mierda, hoy no tengo mi auto y debo molestarte a ti- le expliqué todo quitando la parte de Dylan y todo el problema del auto, -Lamento haberte juzgado- dijo ella bajando la cabeza, -No me has juzgado mal- dije sonriéndole, y la abracé, ella correspondió mi abrazo al instante, -Todo va a mejorar- susurró, -Esperemos que sí-, -Ahora, cuéntame sobre la adrenalina de la que me hablaste- le dije sonriendo, iba a dejar mis problemas de lado por un tiempo, mi idea era "encontrarme" nuevamente, y que mejor que una Dina renovada.

EncontrarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora