Capítulo Veintinueve:
El sábado se había hecho esperar, me encontraba vistiéndome para irme. Aún faltaba media hora para las cuatro, que era la hora en la que habíamos quedado con Max. Con respecto al jueves, todo fue muy bien, Kendall fue al médico acompañado de Dylan y se hizo varios estudios de los que no tengo idea. Ya hacía dos meses y medio que el pequeño o pequeña se encontraba en su vientre, pero aún no se notaba que estaba embarazada. Era tan delgada que apenas tenía una montañita en su estómago plano.
-Maquíllate un poco- me ordenó Kendall, -Ni lo sueñes, no me gusta eso- dije negándome, -Solo un poco, déjame hacerlo- rogó, -¿Siempre será igual?- le pregunté cansada, cada vez que salíamos era una lucha, -Sí- asintió obvia, -Okey, pero natural por favor, no quiero que piense que me arreglé por él- reí, -Aunque así sea- rió ante su comentario -Confía en mí- dijo ella tomando un par de brochas pequeñas y blush.
Me moría de los nervios, faltaban cinco minutos y Max me había prometido que vendría a buscarme a casa, fue así que le pasé la dirección y todos los datos que necesitaba saber, -Ya, tranquilízate- me dijo Kendall sentándose a mi lado, -No estoy nerviosa- dije mirándola mal, pero, ¿a quién iba a engañar?, estaba segura de que estaba temblando y no podía controlarme.
Tocaron la puerta justo a la hora en la que el castaño me había prometido. Respiré hondo mientras Kendall iba a abrir la puerta principal. "Todo va a salir bien" me dije a mi misma intentando relajarme, aún no entendía por qué este chico provocaba tantas sensaciones nuevas en mi interior.
Los pasos de ambos se hicieron presentes en el living, -Te buscan Dina- me avisó Kendall mientras esta se apoyaba en el sofá que tenía a un lado, mirándome con una sonrisa. Me di la vuelta para mirar al muchacho y ¡Por qué se veía tan bien!, -Hola Din- dijo él amablemente, le sonreí y me acerqué para saludarlo con un beso en la mejilla, -Hola Max- dije aprovechando la ocasión para aspirar el varonil perfume que llevaba encima, -¿Nos vamos?- preguntó, asentí.
Después de tomar mi abrigo y una bufanda salimos del apartamento, afuera estaba haciendo frío, y era algo obvio debido a la época del año. No encontraba un tema de conversación en mi cabeza para romper el hielo, y eso me estaba preocupando, no quería pasar toda la tarde hundida en mis pensamientos imaginándome una vida imaginaria junto a él.
-¿A dónde quieres ir?- me preguntó, -Se me antoja algo caliente, me estoy congelando-, apenas terminé de decir eso introducí ambas manos en los bolsillos de mi abrigo verde militar, -A mí igual, vamos- dijo pasando su brazo por mi espalda invitándome a seguir caminando y dándome calor. Mis músculos se tensaron apenas sentí su tacto, las mariposas aparecieron en mi estómago y por suerte la bufanda cubría mis ruborizadas mejillas, pero lo más importante, el calor en mi cuerpo aumentó notablemente. Pensé que iba a quitar su brazo al instante, pero no fue así, lo mantuvo ahí quieto hasta que entramos a una linda cafetería al estilo rústico.
Nos sentamos en una mesa junto a la vidriera, no pasaba mucha gente por la calle, debido a que hacía mucho frío, pero la vista era linda, Oklahoma era una bonita ciudad.
-Entonces...- dijo él de la nada, y al instante lo miré, -Entonces...- dije yo igual indicándole que siga hablando, -Tienes un moco- dijo él, e instintivamente llevé ambas manos a mi nariz cubriéndome y él comenzó a reír de la nada, -Es una venganza. ¿Verdad?- dije enarcando una ceja y él asintió, -Estamos a mano- le dije sonriendo, -¿Qué has hecho estos días?- me preguntó, ya habíamos ordenado y estábamos esperando a que nos trajeran mi Cappuccino y su Café Batido, -Nada nuevo, trabajo y más trabajo- dije, -¿Te gusta aquí?-, -Es lindo, me gusta bastante- asentí, -¿De dónde vienes Dina?-, -De Canton, queda a unas quince horas de aquí, un poco lejos- me encogí de hombros, -Wow, con dieciocho años te escapaste a una ciudad a quince horas de diferencia de la tuya, te admiro- dijo sonriendo, -Ojalá pudiera hacerlo también. En un principio no estaba en mis planes escapar, pero así son las cosas-, -Déjame adivinar, ¿no crees en casualidades?-, -Tú lo has dicho, pienso que las casualidades son pura pavada-, él se quedó mirándome fijamente a los ojos, tomé coraje y le sostuve la mirada, quería saber en qué estaba pensando, de qué forma estaba mirándome, pero lo único que leía en su mirada era la curiosidad que lo carcomía por saber más de mí, lo sentía, y a demás de parecerme tierno, me resultaba estúpido, no tenía una vida interesante como para despertar esa curiosidad en él.
Nos trajeron los cafés y le di un sorbo apenas lo tuve frente a mí. Sentí cómo el dulce líquido caliente quemaba mi garganta al bajar por esta y cerré los ojos disfrutando el calor que sentía mi cuerpo ahora, -¿Entonces piensas que habernos encontrado en la fiesta de Agnes no es una casualidad?- dijo de la nada, y su pregunta me sorprendió, -No, no fue una casualidad. Pienso que nos encontramos nuevamente por algo, y lo que más me gusta de esto de no creer en casualidades es descubrir esa razón por la cual las cosas suceden, y no hay mejor ayudante que el tiempo para descifrar estos intrigantes enigmas- dije sonriendo, -Nunca lo vi de ese modo-, -Odio ver las cosas de otro modo- bufé -En mi cabeza, el único modo que vale es el mío. Lo sé, suena egoísta, pero... no hay peros, es muy egoísta- dije riendo y él imitó mi acción, -¿Cómo te apellidas?- le pregunté, era una gran duda que vagaba en mi cabeza desde que lo había conocido, -Sanders, es algo común, pero fácil de recordar- dijo sonriéndome, amaba su sonrisa, parecía que quería matarme, ¿no se daba cuenta de las chispas que mi cuerpo desprendía al verlo sonreír?, -Max Sanders, me gusta- dije devolviéndole la sonrisa.
Estuvimos un par de horas en aquel acogedor lugar, hasta que decidimos que era hora de irnos, los temas de conversación comenzaron a fluir a medida que las horas pasaban, y no quería que esta cita terminara, la estaba pasando muy bien, era divertido estar con Max, parecía un tipo inteligente y demasiado caballeroso.
Decidimos salir a caminar, ya habíamos entrado en calor con esos deliciosos cafés y ninguno de los dos tenía ganas de regresar a casa, estaba segura de que Kendall estaba con Dylan en la casa e interrumpirlos no era nada cómodo, ambos eran demasiado demostrativos para mi gusto, y entrar a la cocina y verlos a los besos y a los abrazos acompañados de vomitivos sobrenombres de pareja no era algo que apreciaba presenciar.
-¿Puedo preguntarte algo?- le dije a Max, quien sorpresivamente había tomado mi mano y entrelazado nuestros dedos con la excusa de que mis manos estaban calentitas y las suyas necesitaban calor, él me miró dándome a entender de que podía preguntarle lo que sea, -¿Por qué tienen una estatua de mapache allí?- le pregunté señalándola, desde el primer día que había estado aquí que la venía viendo, y la intriga de saber por qué era un mapache me estaba matando, -La verdad es que no tengo idea- dijo, -Creo que es un mapache porque al alcalde le encantan los mapaches- agregó, -Oh, interesante historia- bromeé.
Al caer la noche, Max me acompañó hasta el apartamento agradeciéndome por todo y por lo bien que la había pasado. El sentimiento era mutuo, me sentía tan... feliz, estar cerca suyo me provocaba algo extraño en mi interior.
-Vuelvo a agradecerte Max, y gracias por acompañarme- dije besando su mejilla, -No tienes por qué agradecerme nada Dina, la pasé genial, espero que podamos salir más seguido-, -Igual yo, que termines bien el día- dije entrando a casa.
Lo que mis ojos vieron a continuación no fue de mi agrado, tal como lo imaginé, Dylan estaba en casa, y apenas los vi besuqueándose contra la pared del pasillo de la entrada grité para que se separen, y eso hicieron, sus caras de preocupación al no entender lo que estaba sucediendo fueron realmente graciosas, -Tranquilos, par de enamorados, ya regresé asique los quiero separados. Hasta que no entre en mi habitación, nada de demostraciones- les dije, -Dina eres tan anti-amor- dijo Kendall quejándose, me encogí de hombros, -La vida me hizo así, ojalá hubiera sido diferente, pero no, y estoy bien. Tengo hambre- dije, -Acabamos de pedir pizza, ahora queremos que nos cuentes todo, con lujo de detalles- dijo Dylan, arqueé ambas cejas, había sonado como el mejor amigo gay que toda chica desea tener, -Vendrán los chicos, Dina. Sabemos que a ti no te gusta repetir mucho las cosas asique espera para contarnos hasta que ellos lleguen, es obvio que van a preguntarte- me avisó Ken, asentí y fui a cambiarme por algo más cómodo. Aproveché el tiempo que tenía libre para leer un poco, hacía mucho que no lo hacía.
Al leer dos capítulos caí rendida en brazos de Morfeo. La caminata por la ciudad me había cansado, aunque al lado de Max ni lo había notado. Me dormí tranquila, muy tranquila después de tanto tiempo de no poder hacerlo, pero el miedo seguía dentro de mí, tenía el maldito presentimiento de que todo iba a darse vuelta otra vez, al igual que las últimas veces.
Las voces de los chicos en la cocina me despertaron, aunque no quería levantarme lo hice, no sabía cuánto había dormido pero estaba segura de que lo suficiente como para no pegar un ojo en toda la noche.
Al salir todos me saludaron efusivamente, como siempre lo hacían ellos. Cenamos y mientras lo hacíamos les conté "Toda la cita con lujo de detalles".
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Encontrarse
Teen Fiction"Dicen que a veces perderse es la mejor manera de encontrarse a uno mismo y definitivamente era lo que necesitaba en esos momentos, necesitaba dejar atrás mi pasado" Dina Geners, una adolescente llena de sueños y metas que cambia drásticamente desp...