Capítulo Seis:

173 8 0
                                    

Capitulo Seis:

Estaba demasiado asustada, el chico me tomó fuertemente de la muñeca, me lastimaba, pero no me atrevía a quejarme.

-Por favor, suéltame y juro que no diré nada- le rogué y el muchacho rió seco, -Ni creas que te dejaré ir, a perras metiches como tú hay que darles una lección- sonrió de lado, -Si quieres matarme hazlo rápido- dije sintiendo las lágrimas caer por mis mejillas, el chico lanzó una carcajada y siguió caminando a mi lado.

Llegamos al final del callejón y dobló a la esquina, ya estaba completamente oscuro y nadie pasaba por aquí, caminó una cuadra más y abrió la puerta de un auto blanco, daría más información de este pero las lágrimas habían nublado mi vista, y me arrojó hacia el asiento, me abrochó el cinturón y rápidamente subió del otro lado, trabó el auto y arrancó.

-Ya, deja de llorar, podemos ser amigos- rió, -Okey, okey, te daré una noticia, no te mataré-, el tipo estaba burlándose de mí.

Desde la muerte de mi familia no había tenido tanto miedo. Admito que dije que quería morir, pero no así, no quiero terminar en algún descampado.

-Dime tu nombre- insistió, negué al instante, -Dímelo- dijo cambiando su tono burlón por uno completamente enfadado, el vello del cuerpo se me erizó e intenté sacar fuerzas desde dentro para poder hablarle al rubio matón, -Dina- dije temblando, -Dina, ¿y tu apellido?-, -Geners- dije de la misma forma, -Soy Dylan, Dylan Selopen- dijo sonriendo, no entendía como podía estar contento si acababa de secuestrarme y lo había visto golpeando a un tipo hasta casi matarlo.

Llegamos a una casa sumamente gigantesca a las afueras de la ciudad, parecía una mansión, corrección, era una mansión.

El tipo se bajó del auto y lo rodeó para abrir mi puerta, me quité el cinturón y salí, una vez más me tomó por la muñeca, y me sacó del auto de un tirón. Un gemido de dolor se escapó de mi boca, el tal Dylan se dio la vuelta y me sonrió, ¿y a este qué le pasaba?

En vez de entrar por la puerta principal, el rubio dio la vuelta a la mansión y entramos por unas pequeñas puertas. Supuse que era el ático, o algo por el estilo. Sacó de su bolsillo un manojo de llaves y abrió el pequeño candado que nos impedía abrir las puertas, obviamente sin soltarme en ningún momento, una vez que estas estuvieron abiertas, un horrible olor a moho y humedad salió del oscuro lugar, un escalofrío me recorrió el cuerpo y apuesto a que Dylan lo notó, ya que soltó una risita burlona una vez más. Me empujó dentro y caí de rodillas, no podía ver nada, ya que el muy imbécil había cerrado las puertas y ya no sabía en dónde se encontraba, pero a los segundos una pequeña lamparita nos iluminó a ambos.

-Levántate- me ordenó. Hice lo que me pidió y lo miré directamente a los ojos, -Te quedarás aquí esta noche, y mañana veré que haré contigo, iré por comida, si tocas algo te las verás conmigo- me amenazó, asentí asustada y el tipo salió, escuché como enganchaba las cadenas justo como estaban antes de entrar y luego todo quedó en silencio.

Me senté en una silla de por ahí a llorar, no quería volver a casa, no quería verle la cara a Daphne, no quería estar sola, pero la única compañía que quería era la de mis padres y Ashley. Las lágrimas caían por mis ojos como las gotas de lluvia caen desde las nubes, y no podía parar de pensar por qué había sido tan estúpida de haberme quedado a espiar situaciones ajenas.

A los quince minutos aproximadamente el rubio volvió y me sequé las lágrimas rápidamente, afuera estaba completamente oscuro y aquí dentro solo tenía esa maldita lámpara que no alumbraba absolutamente nada.

En sus manos traía una bandeja en la cual se encontraba un sándwich y un vaso de agua y en su brazo había “colgado” unas mantas, me lo entregó todo y sin decir ninguna otra palabra se sentó en el banquito frente a mi silla, -Come- me ordenó, lo miré dudosa, esto podía tener drogas o veneno o algo malo que mi inocente cerebro no conoce aún, no quería comerlo, -No tengo hambre- dije en susurros, pero mi barriga rugió haciéndome quedar en ridículo, -Además de metiche, mentirosa- me sonrió, -Cómetelo- dijo en un tono más suave, lancé un sonoro suspiro y asentí.

Una vez que terminé de comer, la verdad que estaba delicioso, el chico se levantó de su silla y se dirigió a la puerta, -Toma las mantas y duerme, cuidado con las arañas querida Dina- rió y antes de irse apagó la luz.

Maldición, maldición, maldición, ¿arañas?, ¿ARAÑAS?, me acomodé entre las mantas que me había entregado y me envolví como si fuera un sushi, no quería que ningún arácnido tocara mi piel.

Daba vueltas y vueltas entre mi improvisada “cama”, no podía conciliar el sueño, sentía ruidos entre las cosas a mi alrededor y en lo único que podía pensar era en arañas, y en que odiaba mi vida.

Después de horas intentando dormir mis ojos estaban cerrándose lentamente, sonreí ante al hecho de pensar que la noche se pasaría más rápido y podría ver a mi alrededor.

-Dina- escuché unos susurros desde el fondo del lugar, -Dina- una vez más, pero ya no sonaba como un llamado, era una súplica, -Dina, ayúdame- un sollozo, otro más, abrí los ojos, esa era la voz de Ashley, -Dina, ayúdame, ayúdame- gritó, -Ashley no te veo- susurré temblando, -Dina- gritó desgarradoramente, -Ashley, dime cómo puedo ayudarte- dije gritando, -Dina, Dina, ven por favor, VEN- gritaba mi hermanita a lo lejos, -Estoy alucinando, estoy alucinando- me repetía tapando mis oídos con mis manos, -DINA AYÚDAME, AYÚDAME, AYÚDAME, QUIEREN MATARME, AYÚDAME- gritaba la vocecita, -YA CÁLLATE, NO QUIEREN MATARTE, NO PUEDEN HACERLO, CÁLLATE, CÁLLATE- comencé a gritar, -DINA AYÚDAME, QUIEREN LLEVARME, AYÚDAME, TIENEN A NUESTROS PADRES- sollozaba aquella voz, -TÚ NO ERES ASHLEY, TÚ NO ERES ASHLEY-, me paré y corrí hacia las puertecitas y comencé a golpearlas fuertemente, -DYLAN, DYLAN POR FAVOR SÁCAME DE AQUÍ, DYLAN NO LO SOPORTO, SÁCAME, SÁCAME- gritaba repetidamente. Comencé a pegarle patadas, puñetazos, me arrojaba hacia estas, hasta que se abrieron, no estaban cerradas con candado, salí afuera gateando, -DINA REGRESA, NO ME DEJES SOLA-, -ALÉJATE, TÚ NO ERES ASHLEY, TÚ NO ERES ELLA-, las lágrimas corrían por mi cara peor que hace un rato, me encontraba tirada en el césped de esta bella casa. Golpeaba el piso, parecía una niña de tres años haciendo berrinche, -FUERA DE AQUÍ, VETE, VETE, TÚ NO ERES ELLA, TÚ NO ERES ELLA- grité casi sin voz, sentí unas manos que me tomaron por los hombros y me levantaron, o eso intentaron, -¿Quieres despertar a todo el mundo?, ¿Qué te sucede?- preguntó Dylan mirándome enojado, -Mátame, mátame ahora, MÁTAME- le grité, -No voy a matarte, ¿qué es lo que sucede?- preguntó confundido, -No lo sé- dije temblando, -Cálmate por favor y dime qué sucede- me rogó, -Dina, ayúdame- sentí una vez más el mismo susurro terrorífico, -NO VOY A AYUDARTE MALDITA SEA VETE YA- le grité a esa voz, y retrocedí como pude, alejándome de ese horrible lugar -Dina, ¿a quién le gritas?, estás asustándome- dijo serio, -No me lleves ahí de nuevo, por favor no lo hagas, mátame antes- le rogué, me paré y me acerqué a él, apoyé mis manos en su pecho, -No me lleves ahí de nuevo, no lo hagas, te lo imploro-, -No lo haré- dijo abrazándome, dejándome llorar en su pecho.

EncontrarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora