Capítulo Treinta:
El tiempo se pasó muy rápido después de ese día. Con Kendall comenzamos a pagar el apartamento a medias, ya que había recibido mi primer sueldo y sobraba para poder dividir los gastos entre las dos, estaba cansada de vivir de prestada allí.
Su bebé estaba de maravilla, ya llevaba tres meses y medio embarazada y su doctora le había asegurado de que en poco tiempo le podría dar a conocer el sexo del niño, o niña. Según sus "instintos maternales", estaba segura de que sería un niño, y Dylan y yo no podíamos estar más felices, aunque Ken siempre había querido una niña.
Con Max las cosas iban bien. En realidad qué digo, ¡iban de maravilla! Todos los fines de semana teníamos un plan diferente ya sea para salir solo nosotros u organizar salidas con Kendall, Dylan y los chicos, y de vez en cuando, con sus amigos. Estaba feliz de ser su amiga, aunque una parte de mí quería algo más, no estaba segura de si me gustaba o no, pero con llevar un mes y un poco más conociéndose, sentía que lo conocía de toda la vida. Con Max, abrirse no era complicado para mí. Cuando sus ojos me miraban mientras preguntaba sobre mi vida sentía la necesidad de hablar y hablar sin parar hasta que él me lo pidiera. Sin embargo no me sentía lista para contarle todo sobre mí, me contenía cada vez que él se aproximaba al tema de mi fuga.
Ahora me encontraba preparándome, ya no me ponía nerviosa cuando Max me avisaba que pasaría por mí, pero las mariposas en mi estómago se hacían presentes al instante, y las ganas de beber insecticida para fumigarlas no eran pocas.
A eso de las cinco de la tarde Max estaba allí, esperándome en la puerta. -¡Dina, Max está aquí!- gritó Dylan, ni siquiera me había dado cuenta de que había llegado, -¡Hazlo entrar!- grité en respuesta, -¡Dice que te espera abajo!- volvió a gritar. Me pareció raro que no entrara, siempre se quedaba charlando con los chicos o venía hasta donde yo me encontraba.
Al salir de la habitación me encontré con una linda escena de los dos tórtolos cocinando un pastel, -Me voy, cuídense- dije saliendo apresurada, no quería hacer esperar mucho al muchacho que me esperaba abajo, -¡Y guárdenme pastel!- grité por última vez y bajé corriendo, esperar el ascensor significaba perder tiempo, asique decidí ir por las escaleras.
-Hola- dije algo agitada apenas vi al castaño esperando en el portal del edificio, -Hola Din- dijo acercándose a mí, -¿Vamos?- le pregunté, él asintió y como en nuestra primera cita, pasó su brazo rodeando mi espalda. Esto era típico de él y la verdad me encantaba que lo hiciera, me sentía tan protegida en sus brazos.
-¿Odias el pollo frito?- preguntó exaltado, -Sí, es tan... aceitoso- dije haciendo una mueca de asco, -No eres una persona normal, definitivamente vienes de otro planeta- dijo riendo, -Tomaré eso como un halago- reí. Seguimos caminando abrazados por la acera, en la noche había nevado un poco y afuera helaba. Al girar en la esquina seguimos caminando y riendo de las idioteces que se nos ocurrían a ambos, hasta que algo muy extraño ocurrió.
-¿Dina?- escuché que alguien preguntó a mis espaldas, dejé de caminar al instante en el que escuché aquella tan conocida voz para mí, ¿Esto era un sueño? No podía ser real, no podían encontrarme aquí. Cerré mis ojos con fuerzas y sentí la mirada confundida de Max sobre mí, respiré hondo y me di la vuelta, -¿Dren?- pregunté al igual que él con un dejo de sorpresa en mi voz, el chico sonrió y corrió a abrazarme, -¡Tanto tiempo!, ¿Cómo has estado?- me preguntó ¿Feliz?, -Bien, bien- dije algo incómoda. Hace un par de meses atrás si esto hubiera sucedido estaría derritiéndome de amor y felicidad al mismo tiempo, pero ahora no sentía nada, no era como siempre imaginé nuestro primer abrazo. Dren siempre me había encantado, ¿por qué ahora sentía como que eso no pasaba? Me removí incómoda para soltarme de su agarre, -Dren, él es Max, Max, él es Dren, un chico de mi antigua ciudad- le expliqué al castaño que miraba la escena fulminándonos con la mirada, -Un gusto- dijo mi acompañante estrechándole la mano al "amor de mi vida", Dren ignoró su mano y siguió observándome con felicidad y asombro, -No voy a mentirte, creí que habías muerto- dijo, -Muchas personas pensaron eso- dije encogiéndome de hombros recordando las palabras de Patrick y Daphne, -El rumor de que regresaste hace un tiempo se corrió rápido, me hubiera gustado verte entonces- agregó, -Sí, a mí igual, pero tenía muchas cosas que hacer- mentí, -¿Podríamos vernos alguno de estos días? Me mudé aquí- explicó, -Oh, sí- dije no tan convencida, -¿Sigues con el mismo número?- preguntó, -Em, sí- dije mintiéndole, -Genial, te llamaré en la semana- me sonrió y Max bufó, reprimí una risita, ¿estaba celoso?, -Dren, una última cosa- dije, él me miró, -No le digas a nadie en dónde estoy, eres la única persona que lo sabe, y si abres la boca, estoy en riesgo- le advertí, él asintió, -Soy una tumba- dijo, le sonreí, -Genial, nos vemos-, -Adiós, me alegró volver a verte- dijo besando mi mejilla, le sonreí y tomé a Max del brazo para seguir caminando, se lo notaba tenso y enfadado, me resultaba extraño que no haya decidido irse después de que Dren lo ignorara así. Jamás pensé que era así de irrespetuoso, había sido muy feo de su parte actuar así.
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Encontrarse
Teen Fiction"Dicen que a veces perderse es la mejor manera de encontrarse a uno mismo y definitivamente era lo que necesitaba en esos momentos, necesitaba dejar atrás mi pasado" Dina Geners, una adolescente llena de sueños y metas que cambia drásticamente desp...