Capítulo Treinta y Cuatro:

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Capítulo Treinta y Cuatro:

Trámites, trámites y más trámites. Me encontraba caminando por el centro con una mano llena de papeles que Dylan me había dejado para firmar y revisar y con la otra sosteniendo un café, esto era demasiado peligroso debido a mi torpeza pero ahora que Kendall no estaba me despertaba muy tarde como para preparar un rico desayuno, y la flojera para poner el despertador antes era demasiada. Sufría de hambre la mayor parte del día por no desayunar bien, es así que son las ocho de la noche y me encuentro tomando café.

Lo último que recuerdo antes de sentir el líquido en mi ropa fue el rostro de Dren corriendo hacia mí. -¡Quema!- grité en cuanto la bebida hizo contacto con mi piel, -Lo siento Din, lo siento mucho- dijo él intentando ayudarme, pero no había nada que pudiera hacer, -¡Eres un idiota Dren!- exclamé realmente enojada, -Lo siento, yo solo quería venir a pedirte una cita, o bueno, una salida de amigos solamente-, -No- dije para continuar con mi camino a casa ya que había terminado con todo y estaba oscureciendo, necesitaba llegar a mi auto e irme a cambiar esta ropa. –Oh vamos Din, no voy a hacerte nada, solo quiero que arreglemos las cosas-, -No Dren, no eres más que un pobre idiota, no pienso escucharte. Ahora déjame- le dije para seguir caminando en dirección a mi queridísima Chevrolet, pero me tomó bruscamente de la muñeca haciéndome regresar a su lado. –Auch, me lastimas-, -No me importa si te lastimo o no, zorra. Irás conmigo en una cena esta noche quieras o no- dijo acercándose peligrosamente a mí, -No lo haré-, -Sí lo harás- dijo empujándome, caí al suelo golpeando mi trasero con el frío pavimento, lo miré a los ojos sorprendida por lo que había hecho pero en sus ojos podía distinguir la furia que sentía, éstos estaban rojos y sus pupilas dilatadas. Estaba drogado. -Levántate- me ordenó, pero no me moví, ¿Este era el tierno chico del que estuve enamorada prácticamente la mitad de mi vida?, -Levántate- volvió a decirme. La noche cayó y ya nadie se encontraba en la plaza como para socorrerme, si no le obedecía podría golpearme y nadie se enteraría. –Déjame- le dije asustada, pero él no se movió de su lugar tomándome mis cabellos con una mano y mi cuello con la otra, hizo fuerzas y grité lo más fuerte que pude, pero nadie se percató, -No grites- dijo dándome una cachetada, lo miré nuevamente a los ojos fulminándolo con mi mirada, intenté alejarlo de mí pero me fue imposible. Él rió, -¿Dónde está tu nuevo amorcito para socorrerte?-, un sollozo se escapó de mi boca en cuanto nombró a Max, estaba preparada para recibir un nuevo golpe, cerré mis ojos esperando el impacto, pero eso no sucedió.

Al abrirlos solamente divisé dos sombras negras peleándose en el suelo. Sabía que una de ellas era la de Dren pero ¿Quién era mi héroe?

La luz de un auto doblando en la esquina iluminó ambos cuerpos dejándome ver el bello rostro de Max. Estaba en shock, ¿Él había regresado? No podía creerlo. Caminé los pasos que me separaban de ellos y pateé a Dren en la espalda con todas mis fuerzas, haciendo que este suelte a Max. El castaño se reincorporó y a puño cerrado, le proporcionó unos cuantos puñetazos al maldito.

-¿Estás bien?- me preguntó parándose. Tomó mi rostro entre sus grandes manos y me miró directo a los ojos. Asentí aún conmocionada, quería besarlo, abrazarlo y no soltarlo nunca más. Me arrojé en sus brazos apretándolo hacia mí lo más que pude. –Volviste- susurré, -¿Desde cuándo te golpea? ¿Por eso estabas con él? ¿Porque te golpeaba?- preguntó ignorando mi comentario. Supe en ese momento que era hora de decirle la verdad, toda la verdad. –Nunca estuve con él. Es la primera vez que lo veo desde que te fuiste-, -¿Qué?- preguntó separándose de mí, -Lo que escuchaste. No salía con Dren cuando te dije eso, no salía con nadie-, -Entonces, ¿Por qué Dina?-, -Tenía miedo a que algo te sucediera estando a mi lado, Max-, -¿Qué podría haberme sucedido si era el hombre más feliz del mundo?-, -Soy como una bomba de problemas Max, en cualquier momento iba a explotar y podía perjudicarnos a ambos. Sobre todo a ti- comencé a llorar por más que quise retener aquella maldita agua salda detrás de mis ojos, pero me fue imposible. Él me abrazó, acariciando mi cabello y susurrándome que me tranquilice, -¿A dónde estuviste?- pregunté, -Me fui a Nueva York, por un trabajo que terminó fracasando. Además necesitaba despejarme. Te quería mucho Din-, -¿Me querías? ¿Ya no? Esto es más vergonzoso de lo que creí pero, ¿Me darías una oportunidad más? Podemos intentarlo Max, yo... yo te amo-, él me sonrió apenado, dio un largo suspiro y cerró fuertemente los ojos, luego tomó mis manos y comenzó a acariciarlas. ¡Cómo lo había extrañado! –No puedo, por más que quisiera no podría-, -¿Qué? ¿Por qué?-, mi cara de preocupación volvió a ocupar mi rostro y como por arte de magia las ganas de llorar se multiplicaron por mil, -No puedo, es eso. Pero podemos ser amigos-, -Acabo de decir que te amo y ¿Pretendes que sea solo tu amiga? ¿Estás bromeando?-, -No, no lo hago. No puedo ofrecerte más que eso Din. También te amaba y me rechazaste ¿Lo recuerdas?- miré al suelo, cerré mis ojos fuertemente para evitar que las lágrimas escaparan y puse mi mejor sonrisa falsa, -Está bien, amigos-, -Me alegra tenerte de nuevo- me abrazó, y un sollozo se escapó de mi boca, -A mí igual- mentí, aunque sí me alegraba de verlo me sentía humillada y con el corazón roto, -Debo irme, me están esperando- Dicho esto besó mi frente, saltó el cuerpo inmóvil de Dren y se fue corriendo hasta vaya a saber dónde, dejándome con los restos de mi oscuro corazón pinchándome la mano y con un gran vacío en mi pecho.

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