Prólogo

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-Canton-Ohio-

-Ni pienses que iré a esa cena, siempre terminan siendo un desastre- le grité a mi madre, que se encontraba preparándose para ir a la casa de campo de su mejor amiga, una loca amante de las estampillas con dos hijos insoportables que lo único que hacían era jugar a sus tontos videojuegos de guerra, -Dina, no se habla más, irás quieras o no-, bufé y me dirigí a mi habitación, se suponía que con diecisiete años debería tener un poco más de libertad.

Llegué a mi cuarto y me recosté en mi cama, grité mientras enterraba mi cabeza en mi almohadón morado, era mi preferido, pero ¿qué más daba?, no podía creer que me estaban obligando a ir a una estúpida cena a la cual ni Ashley quería ir.

-Dina vístete, papá ya vendrá a recogernos- habló mamá, se notaba que estaba enojada también, -No voy a ir, no, no, no- protesté aún más fuerte que ella, parecía una niña de cinco años haciendo berrinche -Estoy cansada de que me contradigas todo el tiempo, soy tu madre y me obedeces-, podía ver la ira en sus ojos y sentía mis mejillas arder de enojo al igual que ella. Me quité los zapatos y los arrojé por la habitación, desarmé mi cama y me introduje dentro de la cobija morada que hacía juego con la gran almohada, -Cuando te vayas, no olvides apagar la luz- y una vez dicho esto escondí mi cabeza entre las sábanas. Empezaba a sentir el calorcito que estas me proporcionaban, hasta que mi amada madre me arrancó todos los cobertores, estaba claro que mi comentario la había hecho explotar y sonreí internamente, porque ese era mi principal objetivo, -Basta de intentar controlarme, no quiero ir, mamá- ya me dolía la garganta de tanto gritar y gritar, ya no soportaba a esa mujer, quería estar sola,       -No haces nada por nosotros, eres una malaprendida, estoy cansada de tus actitudes- contraatacó, -¿Crees que yo tampoco estoy cansada de ti?, estás todos los días detrás de mí corrigiéndome y regañándome, no voy a ser la hija perfecta- me defendí.

Los gritos e insultos no cesaban en mi habitación, y ya podía escuchar los sollozos de Ashley en la habitación de al lado, pero todo se calmó un poco cuando Douglas, mi padre, llegó y se bajó del auto al escuchar semejante griterío, -¿Qué es lo que sucede aquí Caroline?- exclamó algo enfadado, -Tu hija me está desobedeciendo, no quiere ir a la casa de Mercedes pero ya le he avisado que irá-, -No, no iré, papá sabes que no quiero a Mercedes ni un poquito, y menos a sus hijos-. Papá dio un largo suspiro de frustración y llevo una de sus manos a su frente, -Estoy cansado de estos problemas tontos, estoy cansado de tu mal comportamiento, ¿quieres quedarte?, te quedarás, pero porque estás castigada, llegamos a enterarnos de que haces una fiesta o invitas a tus amigos y no saldrás hasta que cumplas veintiuno- volvió a exclamar y yo bufé nuevamente para luego tomar mis mantas y cubrirme hasta la cabeza.

Una vez que ellos se fueron en el Volvo negro de mi padre pude tranquilizarme, ellos estaban cansados de mí, pero el sentimiento era mutuo. Odiaba estos momentos así, odiaba las peleas con mis padres pero no podía evitarlas, tal vez porque no sabía cerrar mi maldita boca cuando debía y por más que había intentado callarme no lograba hacerlo, siempre era igual y estaba harta.

Caí en un profundo sueño al cabo de unos minutos, mi mente logró descansar o por lo menos lo intentó ya que un llamado de un número desconocido en medio de la noche hizo que me despertara abruptamente. Gracias a Dios mi celular estaba en mi mesa de noche junto a mi cama y no tuve que levantarme a buscarlo en la oscuridad de la casa a eso de las dos de la mañana, -¿Diga?- respondí la llamada algo asustada, del otro lado se escuchaban demasiados gritos y sirenas, -¿Señorita Geners?- preguntó del otro lado una voz masculina, algo gruesa y totalmente desconocida para mí, -¿Debería importarle?- pregunté queriendo sonar intimidante, pero solo logré quedar como una miedosa frente al secuestrador que me llamaba a esas horas, -No se asuste, llamo desde emergencias médicas, ¿es usted la señorita Geners?- volvió a preguntar, -Sí, soy yo, ¿por qué me llaman a estas horas de la madrugada?- pregunté algo enojada ahora, -Señorita no se desespere, pero el auto de sus padres a sufrido un accidente contra un camión cargado de combustible que inexplicablemente volcó en la carretera aplastando el auto y provocando una gran explosión-. Al escuchar esas palabras mi corazón se detuvo sin previo aviso, las palabras no salían de mi boca y tenía millones de pensamientos en mi mente, intenté hablar, más mi mandíbula no me lo permitió ya que esta no dejaba de temblar, un fuerte mareo me invadió y agradecí estar sentada, la voz que sonaba a través del teléfono comenzó a preguntar por mí y fue en ese momento en el que me percaté de que mi celular se había resbalado de mis manos, -¿En dónde están?- pregunté a punto de romper en llanto, -Ruta 62- me informó el muchacho, -Voy para allá- informé con un hilo de voz y como un rayo me vestí y bajé en busca del Chevrolet de mi madre, no tenía permiso para conducir pero tenía una gran urgencia y sabía cómo hacerlo.

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