Capítulo Treinta y Dos:

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Capítulo Treinta y Dos:

-Max está afuera- me avisó Kendall. Ya era la quinta vez que venía en la semana, habían pasado veintiún días desde el sueño, y temía encontrármelo. Cada vez que podía lo evitaba. Estaba haciéndome daño, estaba lastimándonos a los dos, pero no podía hacer otra cosa. Estaba protegiéndolo de mí.

-Dile que no estoy- dije bebiendo un poco de jugo, -Dina, ¿por qué le haces esto?- dijo enfadada, ella no tenía idea de por qué estaba evitándolo, ni tampoco tenía intenciones de decírselo, -¿Acaso te importa?-, -¡Claro que sí! Son mis amigos, ambos. Y tú tampoco estás bien. Vuelves a actuar como lo hacías apenas nos conocimos-, -¿Quieres saber por qué estoy evitándolo?- le dije fría, intentaba buscar excusas en mi cabeza, pero nada se me ocurría, no quería decir la verdad, no iba a hacerlo, -¡Eso te estoy preguntando desde hace tiempo!- exclamó, -¡Estoy saliendo con Dren!, ¿Feliz?-. ¿Qué rayos acababa de decir?, -¿Qué tu qué?-, -Oh, Max- dijo Kendall caminando hasta él, que ahora se encontraba entrando a la cocina, me miraba dolido, observé sus ojos, pero no pude mantener mucho tiempo su mirada, la culpa me mataba. –Dina- me llamó, llené de aire mis pulmones y levanté la cabeza, Kendall ya no se encontraba en la habitación, -¿Estás con Dren?- preguntó casi en un hilo de voz, -Sí- dije firme, tenía que salvarlo, debía cuidarlo, alejarlo de mí, no era más que un amuleto de la mala suerte, a mi lado sentía que las persona tenían el tiempo contado, -¿Por qué?- preguntó, pero no me atreví a contestar, no sabía por qué había dicho eso, -¿Por qué, Dina? Dijiste que no te gustaba- protestó, -Dije que no lo sabía-, -¡Dijiste que estabas enamorándote de mí! ¡Me hiciste creer que tenía una oportunidad contigo!-, -¡Lo siento! ¿Qué quieres que haga? ¿Pretendes que finja que te quiero? Ya...- cerré mis ojos con fuerza y tragué el nudo que se estaba formando en mi garganta, -Ya no lo hago- dije por fin. El silencio inundó la habitación, solo escuchaba los latidos de mi corazón y la pesada respiración del castaño, -Pensé que eras diferente- dijo con un hilo de voz, me sentía la peor persona del mundo, y lo era, -¡Qué iluso! Dina Geners, una completa farsante- dijo levantando sus brazos, -¡No soy como las demás!- me defendí, aunque no tenía derecho a hacerlo, -¡Sí!, ¡Sí lo eres!- me gritó y por más que intenté detenerla, una lágrima cayó por mi mejilla, -¿Y ahora llorarás? Basta de teatro Dina, ¿Cómo pude ser tan tonto?- dicho esto salió del apartamento dando un portazo. Mis piernas ya no pudieron soportar mi propio peso y caí al suelo, más lágrimas se escaparon y me encontraba llorando en el piso. Sentí pasos, pero no quise ver quién estaba. Dos brazos me abrazaron y una gran barriga me estorbaba, -¿Por qué lo hiciste?- preguntó en un susurro, pero no podía contestar, estaba muriendo por dentro, otra vez. -¿No estás con Dren, verdad?- volvió a preguntar tranquilamente, negué con mi cabeza, -¿Por qué, Din?- volvió a preguntar, -Estoy protegiéndolo- susurré en un susurro entrecortado, -¿De qué?- preguntó confundida, -De mí. Soy un peligro Ken, mira a mi familia, fue mi culpa-, -¿Acaso tú conducías ese auto?-, -No-, -¿Entonces por qué dices que es tu culpa? ¿Por qué debes proteger a Max de ti?-, -Ellos murieron por mi culpa, por mi egoísmo, por mi falta de empatía-, -Nadie muere por eso Din- dijo tranquilizándome, pero sus intentos eran en vano, siempre sentiría que todo lo había ocasionado yo, -A demás, ¿en qué le influye Max?- preguntó confundida, -Todo lo que me hace bien termina acabándose de una u otra forma-, -¿Te hago bien?- preguntó, asentí, -¿Algo está pasándome?- volvió a preguntar, -No ahora Ken, pero cuando nos peleamos, todo fue mi culpa. Cada vez que algo parece ir encaminado en mi vida algo peor sucede, no quiero que Max muera-, -No va a morir-, -Sí, tuve un sueño, él moría por mi culpa, no quiero correr el riesgo ¿sabes?, hace un tiempo soñé que ibas a estar embarazada, y eso sucedió, no voy a arriesgarme a comprobar nada- le expliqué ya más calmada, aunque me resultaba casi imposible dejar de llorar, -No voy a obligarte a nada Din, pero al dejarlo ir estás perdiendo mucho, estoy segurísima de que no solo le gustas, y estoy más que segura de que lo que tú sientes hacia él va más allá de un te quiero-.

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