Park Hyungsik quiere ser el próximo presidente de Corea y para lograrlo necesita formar una alianza con el presidente actual. Sun Ji está perdidamente enamorada de Kim Taehyung, pero su padre, el presidente, no lo aprueba y para evitar que estén jun...
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Dormí todo el viaje con la cabeza sobre el hombro de Hyungsik. Cuando desperté, también estaba durmiendo y acababamos de aterrizar.
—Hyungsik —lo llamé— ya llegamos.
Abrió los ojos despacio y parpadeo varias veces. Miro por la ventana y sonrió.
—Creo que escogí bien —dijo y me miró.
Le sonreí.
—Más que bien por lo que veo —dije.
Había reservado una de esas cabañas entre el mar. Aunque hacía calor no era insoportable y todo me parecía tan hermoso. Despues de dejar las maletas llamé a mi padre. Mas que avisarle que habíamos llegado bien, quería saber si ya había sacado a Taehyung de la carcel.
—Sun Ji. ¿Llegaron bien? —me dijo al contestarme.
—Hola papá. Si llegamos bien. Llegamos hace muy poco.
—Pásala bien y dale saludos a Hyungsik de mi parte.
—Espera espera. Antes de que me cuelgues... ¿Ya sacaste a Taehyung de la carcel?
—Yo soy un hombre de palabra y tú lo sabes. Tan pronto subiste al avión hablé para que lo dejaran libre.
—Está bien. Solo quería saber.
—Tu cumpliste con tu parte y yo también con la mía. Disfruta de tu luna de miel y no te preocupes por nada de aquí.
—Lo intentaré.
—Cuidate hija.
—Adios papá.
Colgué y Hyungsik tocó dos veces en la puerta antes de entrar.
—¿Te sientes muy cansada? —preguntó.
—Para nada —le respondí— ¿por qué?
—¿Desayunamos en la piscina?
Asentí.
—Desayunemos en la piscina entonces.
Salimos y nos sentamos a la orilla en dos sillas de playa. El sol hacia brillar el agua clara del mar y la brisa suave me despeinaba el cabello.
—Es muy bonito aquí —dije.
Hyungsik asintió.
—Siempre había querido venir —dijo.
—Ya entiendo porque escogiste venir aquí.
Asintió y fijo la mirada en el mar.
—Hacía tiempo no me sentia así de tranquilo —dijo.
Lo miré fijamente. Así de perfil se vaía tan atractivo.
—Me imagino que desde que empezó eso de la campaña no has tenido un segundo de paz —le dije.
