Hacía tiempo no sentía tanta paz. La brisa me acariciaba la cara y los pájaros cantaban en los árboles a mi alrededor. Cerré los ojos y el rostro de Hyungsik llegó a mi mente. ¿Qué estaria haciendo en esos momentos? Seguramente preparando el discurso de la posesión. ¿Pensaría en mi? Quería creer que si. Desde que había llegado a la finca no había hecho mas que intentar poner en orden mis sentimientos. A pesar de que hacia ya un mes que no lo veia, Taehyung no me hacía tanta falta, no sentia extrañarlo tanto como a Hyungsik. Llevaba solo tres dias lejos de él y todo lo que quería era volver a verlo. Para mí ya era más que seguro que estaba enamorada de él. Tenía que hablarle de lo que sentía pero creía que lo mejor era hablar primero con Taehyung y decirle que no podía seguir con él porque ya no lo quería. La verdad era que ya no sabía en qué estado estaba nuestra relación o si todavía seguiamos siendo algo. No habíamos hablado realmente en mucho tiempo, yo estaba casada con otra persona y él había desaparecido por días sin decirme nada. No quería hablarle a Hyungsik de mis sentimientos hasta no haber visto a Taehyung en persona y hablado con él. Todavía podía que al verlo sintiera algo. Quizás todo se debía a que llevábamos demasiado tiempo lejos. Quizás al vernos de cerca otra vez las cosas tomaria otro matiz diferente. Pero cada vez creía menos que fuera así. La unica verdad de la que estaba cien por ciento segura era que Hyungsik se me había metido en el corazón y había sacado a Taehyung de ahi para ser el unico dueño y ya no había remedio. Pero algo más me preocupaba y era que no sintiera lo mismo. Eso podia ser. Quizás solo había sido amable conmigo para hacernos a los dos la vida mas fácil. Pensar en eso me dolía porque quería que quisiera estar conmigo pero la realidad era que podía ser él quien me pidiera el divorcio. Quizás solo estaba esperando a que pasara todo ese asunto de la posesión y un tiempo prudencial para evitar escándalos pero después simplemente le pondría fin a todo.
Ya habia admitido mis sentimientos pero tenía miedo de expresarlos y eso era todavía peor. Quería ver a Hyungsik pero quizás era mejor tomar un poco más de distancia por si al final sí quería divorciarse de mí. Miré la hora en el celular. Faltaba poco para que el día se convirtiera en noche. Lo iba a guardar pero empezó a sonar. Era Hyungsik. Estaba ansiosa por escuchar sy voz así que le contesté de una vez.
—Hola Hyungsik —esperaba que mi voz no dejara ver lo feliz que estaba de volver a oírlo.
—Hola Sun Ji —me gustaba cómo pronunciaba mi nombre. Sonaba bonito en sus labios— sé que dijiste que necesitabas pensar y que no debería molestarte pero... quería saber cómo estás.
Me hizo sonreir.
—No molestas. Me alegra escucharte. Estoy bien ¿y tú?
—Bien... pero me has hecho falta —dijo.
—Tú a mi también.
—¿Cuándo vendrás?
—No sé todavía. Probablemente hasta el día anterior a la posesión.
—Todavía faltan días para eso. ¿No puedo ir a verte? Si no quieres está bien, te prometo que me quedaré aquí y no te molestaré.
—Ven entonces. Así sea un solo día porque sé que estás ocupado.
—¿Mañana?
—Cuando puedas.
—Mañana iré.
—Gracias Hyungsik.
—Gracias a ti porque me vas a dejar verte.
—Hasta mañana entonces.
—Que tengas linda noche Sun Ji.
Le colgué y pasé demasiado rato sonriendo. Estaba feliz porque pronto lo vería. Me levanté y regresé a la casa mientras tarareaba una canción.
Al dia siguiente me levanté temprano con intención de arreglarme. No sabía a qué hora llegaria pero quería estar lista.
Llegó cuando acababa de terminar de desayunar. No lo esperaba tan temprano teniendo en cuenta que eran unas tres horas o más de camino desde Seúl. Cuando lo vi no pude evitar emocionarme y salí corriendo a abrazarme. Me devolvió el abrazo de inmediato e incluso me levantó un poco del suelo.
—Hola Sun Ji —me saludó.
—Hola Hyungsik —le dije.
—Estoy feliz de verte.
Me dejó de nuevo en el suelo y sonrió.
—También yo —dije.
Estaba mucho más feliz de lo que le estaba dejando ver. Miró a su alrededor y sonrió.
—Es muy bonito aquí —dijo— con razón el señor Han quiere venir a vivir aquí.
—Aquí va a poder descansar —dije— han sido cinco años muy duros para él. Además acaba de perder a mi madre y eso es peor.
—Me imagino lo triste que se debe sentir.
—¿No has hablado con él?
—Sí pero no toqué el tema. Solo hablamos de lo que teníamos que hablar. De asuntos del estado.
—Ya casi es tu posesión.
—Eso me pone nervioso.
—¿Por qué? Solo es un acto en el que te reconocerán como presidente.
—No es por el evento en sí sino por lo que viene después.
Lo tomé de la mano.
—No te preocupes —dije— es una responsabilidad muy grande pero lo vas a hacer bien. Sabes que puedes pedirle consejo a mi padre si no sabes qué hacer en algún momento.
—No va a ser nada fácil —dijo y capté el miedo y la preocupación en sus hermosos ojos.
—Nadie dijo que sería fácil pero tampoco es imposible.
Se acercó y puso la mano sobre mi mejilla.
—Gracias por creer en mí —dijo en un susurro— significa mucho de verdad.
Le sonreí.
—Siempre lo voy a hacer —dije.
Me quedé como perdida en sus ojos. Eran tan bonitos. Tenia muchas ganas de besarlo pero me preocupaba demasiado lo que él sintiera y pensara. Me daba miedo que me rechazara. Por eso necesitaba con urgencia saber lo que sentia y que me dijera si no era solo yo la que había involucrado sentimientos. Entonces me besó. Cerré los ojos al sentir sus labios suaves sobre los míos y esa sensación cálida a la que ya me estaba acostumbrando creció en mi pecho hasta extenderse por todo mi cuerpo. Se acercó más y puso la mano en mi cintura. Cuánto necesitaba ese beso. Era realmente demasiado. Tan pronto me alejé quise seguirlo besando por las siguientes horas o hasta el día del juicio final porque cada beso que me daba hacía crecer lo que sentía.
—¿Quieres montar a caballo? —pregunté acordandome de que me había dicho que le gustaba hacer eso.
Sonrió.
—Me encantaría —dijo.
Lo llevé a las pesebreras. Mi padre tenía muchos caballos de todos colores. Busqué hasta que encontré a Esmeralda, la yegua que me había regalado cuando cumplí veinte años.
—Esta es la mía —dije y estiré la mano para acariciar el pelaje blanco del animal.
Hyungsik sonrió y estiró la mano para acariciarla también.
—Es muy bonita —dijo.
—Todavía era bebé cuando mi papá me la regaló.
—Siempre he querido tener uno.
Lo tendría en cuenta para cuando cumpliera años. Entonces me di cuenta de que no le había preguntado en qué fecha era.
—¿Cuándo es tu cumpleaños? —pregunté.
—El dieciséis de noviembre —respondió— ¿Cuándo es el tuyo?
—El seis de enero.
Un rato después estábamos recorriendo la finca a caballo. Hyungsik sabía montar bastante bien.
—¿Dónde aprendiste? —le pregunté.
—Mi tío tiene una granja y aprendí con él. Mis padres me enviaban a pasar vacaciones en su casa —respondió.
—Lo haces muy bien.
Sonrió.
—Gracias —dijo— ¿A ti te enseñó tu padre?
—Sí. Cuando era pequeña.
Nos quedamos en silencio mirando hacia algun punto en las montañas que se divisaban a lo lejos.
—Sun Ji —cuando escuché su voz volteé a mirar a Hyungsik.
—¿Sí? —pregunté.
—Me gustas.
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Primera dama - PHS
FanfictionPark Hyungsik quiere ser el próximo presidente de Corea y para lograrlo necesita formar una alianza con el presidente actual. Sun Ji está perdidamente enamorada de Kim Taehyung, pero su padre, el presidente, no lo aprueba y para evitar que estén jun...