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Cuando desperté estaba muy cómoda entre los brazos de Hyungsik. Tenía las espalda pegada a su abdomen y él todavía estaba dormido. El dolor por haber perdido a mi madre había disminuido gracias a su presencia pero seguramente cuando se fuera regresaría y peor de fuerte. Cerré los ojos y respiré profundo. No recordaba haberme sentido así de cómoda antes. Volví a dormirme y desperté cuando me dio un beso en la mejilla.

—Hola —le dije.

Me sonrió.

—Hola —saludó.

Aunque estaba recién levantado seguía viéndose tan guapo. Se quitó el cabello de la cara y se estiró.

—Te voy a proponer una cosa —dijo.

—A ver —le respondí.

—Que duermas conmigo aunque sea una vez a la semana.

Sonreí.

—No rechazo tu oferta pero la modifico —dije— una noche cada tres días.

—Hecho —dijo y sonrió— ¿Cómo cerramos el acuerdo?

—Así —le respondí.

Dejé un beso sobre sus labios y sonreí. Sonrió también y me dio otro.

—Esta noche es el cierre de campaña —me dijo— ¿te sientes bien como para ir? Si no quieres está bien. Nadie dirá nada.

—Es importante para ti —le dije— y yo tengo que estar a tu lado.

—No es obligación. Entiendo que ahora no estás para reuniones sociales.

—No te preocupes. Si no quisiera hacerlo no lo haría. Te acompañaré.

—Gracias Sun Ji. No sabes lo que significa para mí que vayas a estar presente esta noche.

El cierre de campaña era en un elegante salón. Pensaba que me encontraría ahí con Hyungsik pero llegó a buscarme cuando estaba terminando de arreglarme. Llegó con una caja cuadrada grande en la mano.

—Te compré un regalo —dijo. Abrió la caja y pude ver un collar de perlas.

Sonreí y le di la espalda para que me lo pusiera.

—Gracias Hyungsik. No era necesario que te molestaras —dije.

—Solo pensé que se vería bonito en tu cuello —dijo.

Me lo puso con cuidado y al hacerlo sus dedos rozaron la piel de mi cuello. Acarició la parte de mi espalda que dejaba ver el vestido con el dorso de la mano. Cada centímetro de mi cuerpo se encendió solo con eso y no pude no imaginarme sus manos recorriendo todo mi cuerpo. De repente me sentí acalorada y muy avergonzada. Que bueno que no supiera leer mentes o vería que me estaba causando malos pensamientos muy seguido.

—¿Ya estás casi lista? —preguntó.

Asentí esperando que ese movimiento que hice con la cabeza sacara los malos pensamientos.

—Dame un segundo —dije.

Fui por mi bolso y lo tomé del brazo para que saliéramos juntos. No solté su mano en todo el camino y cuando llegamos y abrimos la puerta nos recibió una lluvia de flashes de cámaras y periodistas que se acercaron en manada a importunar con sus preguntas estúpidas.

Entramos al salón y pasamos como un siglo saludando gente. Cuando por fin saludamos hasta al último de ellos, nos sentamos en una mesa.

—Qué cansancio —dije y tomé todo el agua que había en una botella sobre la mesa.

—Cuidado con estar bebiendo cosas que encuentres por ahí Sun Ji —me reprendió Hyungsik— puede ser peligroso.

—Por favor —le dije como si me pareciera una estupidez— ¿quién iba a querer envenenarme a mí?

Me miró con seriedad.

—Eres la unica hija del actual presidente y la esposa de uno de los candidatos a la presidencia. ¿Eso no te parece razón suficiente? Eres lo más importante para dos de los hombres más poderosos del país, piensa en eso.

Asentí. Tenía razón y podía correr peligro. Pensé en ese grupo de terroristas que estaba causando problemas por ahí. Los que seguramente eran culpables del accidente de mi madre. Lo mismo podría pasarme. Sería mejor tener más cuidado. Ya faltaban solo un par de días para las elecciones. En un par de días sabríamos si el país quedaba en manos de Hyungsik o de cualquiera de los otros candidatos que seguramente no serían ni la mitad de buenos presidentes que él. Comenzaba a creer en él de una manera sorprendente. Necesitaba pensar bien las cosas. Estaba desarrollando sentimientos y debía hablar con Taehyung antes de ir y hacerle daño. Pensé en llamarlo al otro día y preguntarle cuándo podríamos vernos y hablar. Si era necesario que viajara a Daegu no había problema. Lo importante era dejar todo en claro antes de que alguien saliera lastimado.  

—¿Bailamos? —preguntó Hyungsik.

Lo miré y asentí. Después lo tomé de la mano y fuimos a bailar. 

—¿Hay algo que te preocupe? —preguntó.

Lo miré a los ojos. No sé porqué sentía que podía contarle todo, que confiaba en él. Pero no iba a decirle que lo que me preocupaba era estarme enamorando de él. Quizás después se lo diría pero no todavía.

—No. En nada —respondí— solo estaba pensando en que creía que mi padre iba a venir.

—El señor Han me dijo que no estaba de ánimo para reuniones de este tipo —dijo Hyungsik— además está empacando sus cosas. Dice que tan pronto pueda se irá a vivir a su finca.

La mención de la finca de mi padre me dio una idea. Quizás sería bueno irme unos días, alejarme y pensar. Quizás si ponía distancia entre Hyungsik y yo las cosas cambiarían.

—Quisiera ir y estar allá unos días —dije—  hay cosas en las que necesito pensar.

Pareció un poco triste.

—¿Cuándo te irías? —preguntó.

—Después de las elecciones —le respondí.

—Me harás falta pero está bien. Si consideras que necesitas espacio para pensar, no voy a molestarte.

Mi mano estaba sobre su hombro pero la levanté para acariciarle la mejilla con el pulgar. Era tan comprensivo, tan lindo.

—Ay Hyungsik —le hablé al oído— no se qué me estás haciendo.

—Lo mismo te pregunto yo a ti —me dijo también al oído— cada vez me siento más atraído y eso no me conviene porque sé que tarde o temprano tendré que dejarte ir.

—Cuando regrese de la finca hablaré contigo. Hay cosas que necesitas saber.

Primera dama - PHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora