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Sun Ji´s POV

Seguía sin sentirme bien y no sabía hasta cuándo iba a estar así. Aunque ya se me había quitado el dolor en el abdomen, el mareo y las náuseas no se iban. Quizás todo eso se debía a que estaba demasiado angustiada por Hyungsik. Si estuviera tranquila y al lado de él no estaría así. ¿Dónde estaría? ¿Estaría bien? Debía haberse quedado en el hospital. Hee Sook había sido la última en verlo. Al menos ella había podido estar cerca de él y hablarle. En cambio yo… quién sabe si podría volver a hacerlo. No tenía ganas de hacer nada así que cuando regresé al apartamento me acosté en el sofá y cerré los ojos. Debería estar buscándolo yo misma. En cada maldito rincón de esta ciudad hasta que lo encontrara.

—Tienes suerte de que no haya ordenado que te matemos —le dijo Yoongi a Taehyung— después de la idiotez que hiciste.

—No estoy seguro de que no lo ordene más adelante pero no me arrepiento —le respondió Tae y se acercó a donde yo estaba— ¿Necesitas algo?

—Estoy bien —le respondí— no te preocupes.

Cerré los ojos e intenté dormir. Había pasado la noche entera sin dormir ni un momento y me sentía demasiado cansada. Me preguntaba si el trato que había hecho con Sae Hyo funcionaría. En realidad las pruebas que tenía mi padre en su contra estaban en mi poder. Los primeros días después de que comencé a esconderme para que no me mandaran a la cárcel los pasé con él en la finca. Ahí descubrí dónde estaba todo y después cuando decidí venir a Daegu lo traje conmigo. Eran muchos documentos, CDS, fotos, grabaciones y videos en donde se comprobaba quién era ella. No sé de dónde sacó toda esa información pero es una información demasiado importante y sin ella no tendrían cómo sentenciarla. Por fin pude quedarme dormida después de un rato pero fue solo para soñar una serie de cosas raras que no hicieron más que aumentar mi malestar. No descansé nada y lo que me despertó fueron varios golpes en la puerta.

Taehyung y Yoongi estaban sentados en el sofá frente a mí e intercambiaron una mirada.

—¿Abrimos? —preguntó Yoongi.

—No creo que sea buena idea —le respondió Tae.

Pero el que fuera que hubiera llegado entró de todas formas. Me levanté lo más rápido que pude, ignorando el mareo que sentía e intenté enfocarlo.

—Tiene que venir conmigo señora Sun Ji —me dijo.

Taehyung se levantó rápidamente y se puso delante de mí.

—Ella no va a ir a ningún lado —le dijo.

El hombre sacó el arma y apuntó Detrás de mí, Yoongi hizo lo mismo pero sacó dos armas. Una se la dio a Taehyung y se quedó con la otra. Cerré los ojos cuando escuché un disparo.

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Hyungsik's POV

Unos días atrás los militares de más alto rango habían hablado conmigo para ponerme sobre aviso acerca de los planes del señor Han. Había hablado con ellos para decirles que planeaba dar un golpe de estado. Nunca había pensado que fuera capaz de algo así pero en esos momentos estaba descubriendo que era capaz de todo. Debí saber que en lugar de preocuparme por la dama de la sombra, quien quiera que fuera ella, tenía que preocuparme más por mi suegro. Al parecer se había hecho un grupo de criminales a su servicio y los habían enviado por mí. Estaban esperándome cuando salí del apartamento de Hee Sook. Me dolía la cabeza y no sabía cuantas horas llevaba en ese auto. Miré hacia abajo y me di cuenta de que tenía sangre en la camisa. A pesar de todo y de que muy seguramente el señor Han iba a matarme para hacerse con el poder, yo seguía estando preocupado por Sun Ji. Esperaba que no fuera a hacerle daño a ella también aunque ya no estaba seguro de nada. Seguramente ni ella se salvaría aunque fuera su hija. Cuando llegamos me di cuenta de que no tenía idea de dónde estábamos. Alrededor solo había campo y no se veía nada más que una casa. Entramos y me llevaron a una habitación oscura.

No supe cuánto tiempo pasó. Pudo haber sido una hora solamente o tres días y yo no lo sabía porque había perdido la noción del tiempo. Estaba seguro de que estaba sangrando pero no le prestaba atención a eso porque me costaba tener los ojos abiertos. Los tuve cerrados hasta que fueron por mí para sacarme de ahí. El señor Han estaba de pie en medio de una habitación donde los muebles estaban cubiertos con sábanas.

—Todo el mundo quedó muy sorprendido cuando dije que te daría mi apoyo en las elecciones —dijo y comenzó a caminar despacio como si hablara con él mismo— ninguno, ni siquiera tú, sospechó que me aseguré de poner en el poder al que me fuera más fácil de quitar de ahí.

—Lo felicito —le dije— es tan bueno engañando que nadie se imaginó que fuera un maldito ambicioso incapaz de soltar el poder.

Sonrió y se quedó mirándome fijamente.

—Siempre he sabido que soy un hombre demasiado inteligente. Mucho más que la gran mayoría y mucho más que tú.

—Si va a matarme ahorrese el discurso y hágalo ya.

—La cúpula militar se niega a reconocerme como presidente de nuevo porque su lealtad está contigo. Todos creen que has hecho las cosas bien. Hasta mejor que yo y eso me parece imposible.

—¿Entonces? ¿Qué planea hacer?

—Tú eres su máxima autoridad, solo tienes que reunirlos en un acto similar al acto de reconocimiento de las fuerzas armadas y ahí ordenarles que me reconozcan a mí en tu lugar.

Sonreí.

—No creerá que voy a hacer algo como eso. Después de saber quién es usted en realidad, no quisiera que el país vuelva a estar en sus manos —le dije.

Sonrió.

—Yo pensé en todo. ¿Nunca te preguntaste por qué te dije que te casaras con mi hija? Pues porque sabía que no eres tan manipulable como me gustaría así que quería asegurarme de tener algo con lo que pudiera obligarte a hacer lo que yo quisiera. Sabía que te enamorarías de ella porque eres lo suficientemente imbécil como para enamorarte. Los grandes hombres no tienen sentimientos, Hyungsik. Porque los sentimientos nos hacen débiles, estúpidos y vulnerables. Yo convertí a Sun Ji en tu debilidad y tú lo permitiste.

La puerta se abrió y aparecieron dos hombres que llevaban a Sun Ji. Quise salir corriendo hacia ella pero uno de ellos me lo impidió tomándome del brazo. Me sentía cada vez con menos fuerza. Entonces el señor Han se acercó a ella y sacó un cuchillo que tenía oculto debajo de la manga.

—Yo te di a mi hija cuando quise —dijo— y cuando quiera te la puedo quitar.

En varias ocasiones me había echado en cara mi falta de carácter. Me había dicho que no era lo suficientemente fuerte para gobernar un país. Que los grandes hombres eran capaces de todo y yo me acobardaba muy fácilmente. Pero él no podía quitarme a Sun Ji.

—No hable de ella como si fuera un objeto —le dije— Ella es mi esposa y vamos a tener un hijo.

Soltó una seca carcajada y me miró como si fuera lo más insignificante del mundo. Lo más bajo entre lo más bajo.

—Tu sangre y la mía nunca deberían mezclarse —dijo y sostuvo el cuchillo como si tuviera toda la intención de apuñalar a Sun Ji aunque todavía estaba a varios pasos de distancia.

Dejé de mirarlo a él para mirar a Sun Ji. Si tenía que dar mi vida por ella estaba bien. Pero no iba a quedarme ahí sin hacer nada. Ya no había nada de lo que no fuera capaz. Lo que estaba pasando había sacado a la luz una parte de mí que no sabía que existía. Desde ese momento ya no podría llamarme cobarde otra vez. Le iba a demostrar de lo que era capaz. Los dos ya no cabíamos en este mundo y se iba a derramar sangre pero no sería la mía.

Primera dama - PHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora