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Mi padre estaba sano y salvo. Le habían puesto una bomba en el auto pero por suerte no se había alcanzado a subir y había explotado cuando todavía estaba a varios metros de distancia. Estaba casi segura de que eso tenía que ver con Taehyung y su grupito de delincuentes. Ya habían intentado matar a Hyungsik y ahora a mi padre. Esperé hasta el día siguiente cuando a Hyungsik ya se le había pasado el resfriado para ir a ver a mi padre. Se había ido a vivir a la finca pero parecía que esos bandidos estaban enterados de todo. Salí temprano porque quería devolverme esa misma noche. Ya no quería dormir lejos de Hyungsik. Además estaba en peligro. Más de uno quería matarlo y no dudaba que siguieran intentandolo.

Llegué a la finca antes de mediodía. Mi padre estaba en el estudio leyendo un libro que se veia aburridísimo sobre ciencias políticas.

—Hola papá —lo saludé.

Dejó el libro sobre la mesa y se levantó para darme un abrazo.

—Me alegra verte Sun Ji —dijo.

—¿Cómo estás? —le pregunté— ¿cómo te sientes?

—Estoy muy preocupado. Esos criminales se hacen más fuertes y me preocupa Hyungsik y su permanencia en el poder. Si algo le pasara...

—Eso ni lo digas —lo interrumpí— sé que es probable pero no quiero ni pensarlo.

—La situación es mucho más grave de lo que pensamos Sun Ji. Tengo serias sospechas de que nuestros adversarios politicos están ayudando económicamente a esos criminales. Todos son de origen humilde. Ninguno tendría los recursos para hacer lo que hacen ni estarian tan bien armados.

—Ojalá hubiera sabido antes que Taehyung era uno de ellos. Así podria haber hecho lo mismo que él hizo conmigo y usarlo para saber más sobre ellos.

—Te hubieras puesto en peligro. Si se hubieran dado cuenta te hubieran matado. Además no creo que te dejaran averiguar nada sabiendo que eres mi hija.

—Eso puede ser cierto pero hubiera sido mejor correr el riesgo. Quiero que Hyungsik esté a salvo pero mientras anden por ahí sueltos no hay nada que pueda hacer.

—Has llegado a quererlo ¿no?

—Sí. Como no tienes idea. Es un buen esposo y también un buen presidente. Por eso no quisiera perderlo y menos a manos de esos criminales.

—No siempre puedes hacer algo para evitarlo. Mira lo que pasó con tu madre. Tanto intentar protegerla para que acabara como acabó.

—No quiero que pase lo mismo.

—Espero que Hyungsik pueda hacer lo que yo no pude y acabar con esos delincuentes antes de que sea tarde.

Yo esperaba lo mismo aunque no estaba tan segura de que fuera fácil. Seguramente mi padre tenía razón y estaban patrocinados por alguno de los adversarios políticos de Hyungsik. Esa gente era de lo peor y le estaba haciendo la vida imposible tratando de covencer a toda la población de que Hyungsik era demasiado joven para ese cargo y que se equivocaría tarde o temprano por su falta de experiencia. Había un problema con haberme enamorado de él y era que tenía el deseo de protegerlo de todo y si pudiera lo metería dentro de una caja de cristal donde nadie lo tocara ni le hiciera daño. Pero eso no era posible y yo no podía hacer nada para evitar que las cosas pasaran. Me fui a pasear a caballo por la finca. Yo solo pensaba en Hyungsik todo el tiempo. En su sonrisa, en su cabello, en sus ojos tan bonitos, en lo suave que era su piel, en sus labios, en su voz, en su risa, en todo lo que me inspiraba solo con verlo.

Almorcé con mi padre y regresé a Cheong Wa Dae en la noche. Había planeado algo y esperaba que todo saliera bien. Cuando llegué a la habitación me quité la ropa y me puse un conjunto de ropa interior que había comprado. Me puse una bata de seda encima y fui a poner a llenar la bañera. Le puse jabón con olor a jazmín y encedí un par de velas. Salí a la habitación cuando escuché que Hyungsik entró.

Primera dama - PHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora