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Cuando desperté me dolia demasiado donde me habían herido. Abrí los ojos y me di cuenta de que estaba en la habitación que había sido de mi padre. Entonces me acordé de que ahora era de Hyungsik. Él estaba sentado en una silla al lado de la cama. Se estaba quedando dormido y tenia mi mano entre las suyas.

—Hyungsik —lo llamé.

Abrió los ojos y me miro con preocupación.

—¿Cómo estás? —preguntó— ¿Te sientes bien? El doctor te dejó algo para el dolor. Dijo que te lo diéramos cuando despertaras. ¿Es necesario que lo llamemos otra vez?

Que demostrara tanta preocupación solo hizo que se me acelerara el pulso. Le importaba y qué bonito es importarle a alguien que se ha convertido en parte fundamental de tu vida.

—Estoy bien —le dije— solo me duele un poquito pero no es mayor cosa.

—¿Estás segura? —preguntó no muy convencido— tienes que tomarte la pastilla.

Lo que menos quería era moverme. Aparté las cobijas y me di cuenta de que tenía la pijama puesta.

—Te quitamos el vestido para poder coser la herida —explicó Hyungsik con un poco de incomodidad.

Asentí y me senté con cuidado en la cama. Ya me había visto todo entonces... me hubiera gustado que me desvistiera en otras circunstancias. Pero ni modo. Me pasó un vaso con agua y una pastilla. Me la tomé y me recosté en la cabecera de la cama. Pude ver a travez de las cortinas que todavia estaba oscuro.  

—No debes haber dormido nada —le dije.

Se pasó la mano por el cabello y después se estiró.

—Tenía que quedarme contigo por si algo pasaba —dijo.

—Se supone que hoy es tu primer día como presidente —dije— vas a andar quedandote dormido por ahí.

—Se supone que tengo que reunirme con tu padre. Después con el alcalde de Seúl. Después con los ministros... pero en fin. Ahora lo que más me preocupa es que estés bien. No sé si será necesario llevarte al hospital.

Levanté la blusa de la pijama y miré la herida. Tenía alrededor de diez puntos se sutura.

—No tardaré nada en recuperarme —dije— y será mejor que sea aquí. Aunque debería irme a mi habitación... no quiero incomodarte.

—Necesito preguntarte una cosa —dijo.

—¿Qué cosa?

—¿De cuanto tiempo dispongo? Es decir, para cuando planeas pedirme el divorcio. Quisiera saber cuántos días me quedan antes de que tenga que dejarte en libertad.

Estiré mi mano para tomar la suya y muy despacio me acerqué al borde de la cama. Lo miré a los ojos.

—Yo no quiero separarme de ti —le dije— pero si tú no quieres continuar con esto está bien.

Pareció confundido.

—¿No te quieres separar de mí? ¿Por qué?

Le acaricié la mejilla con el pulgar y me preparé para decir eso de lo que ya no me quedaba ni un poquito de duda.

—Porque estoy enamorada de ti Hyungsik —le dije.

Sus ojos brillaron.

—¿De verdad? —preguntó.

Asentí.

—Si me dejas quedarme contigo... —dije.

Me interrumpio con un beso.

Primera dama - PHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora