012

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Steve caminaba decidido hasta Eddie, quien su cabello revoloteaba hasta atrás, el viento era fuerte y les estaba pegando de la misma forma.

- ¡Eddie! - Gritó el castaño, el nombrado, ante el grito, comenzó a correr. - ¡No corras, idiota!

Comenzó a seguirlo, ambos corrían fuerte, y dado un momento en el que habían gastado bastante energía, Steve se tiró sobre Eddie.

Lo tiró al suelo, se posó sobre él, llevando sus manos hasta el cuello de la camiseta del chico. Munson frunció el ceño, intentando safarse del agarre.

- Eres insoportable. - Masculló Steve, molesto.

- ¿Yo soy el insoportable? - Preguntó irónico. - ¡Mira quien está a punto de golpearme! ¡Imbécil de mierda!

Harrington trató de tranquilizarse, respirando el frío aire. Eddie tenía sus manos puestas sobre las de él.

Sus miradas se conectaron, traspasando la mutua molestia.

- Estaba tratando de llevarme bien contigo, puta princesa. - Dijo el pelilargo, apretando los dientes.

- ¿Crees que eso me importa? Estamos acá por Dustin, no me interesa lo más mínimo ser tu amigo.

- ¿Entonces?

- ¿Entonces qué?

- Terminemos con esto lo antes posible. Le diré a Dustin que puedo seguir sin tu jodida ayuda.

Steve lo pensó.

- Y también perderás tu buena nota en química. - Eso era lo que detenía a Steve de salirse de sus casillas con el otro. Era un trato muy bueno, y esa puta materia le complicaba la existencia.

Eddie empujó a Steve, reincorporándose y limpiando la suciedad en su ropa. El castaño miró al cielo, con las manos en la cintura.

- ¿Y bien? - Murmuró Eddie.

Se miraron una vez más, esta vez se mantenían serenos, con una clara distancia entre ambos.

Steve suspiró.

- No puede ser tan complicado llevarnos bien. - Murmuró, rascándose la nuca, Munson imitó el acto.

- Bueno... tú me estabas molestando, siempre actuando a la defensiva. Yo trataba de ser amable.

- Literalmente nos conocimos porque me empujaste.

- ¡Fue un accidente!

- ¡Y los apodos después qué!

- ¡Tú comenzaste llamándome "virgen"!

- ¿¡Acaso estaba equivocado!?

- ¿¡Y yo!?

Sus respiraciones se agitaron, mirándose una vez más.

- Dios. - Nombró Steve, mirando al suelo y luego al otro. Eddie comenzó a reir. - ¿De qué te ríes?

- Esto es divertido. - Decía entre risas. - No nos soportamos, Harrington. Somos como una pareja de padres divorciados.

- Conviviendo por el niño. - Ante la excedida risa de Munson, Steve sonrió, mirándolo. Eddie apretó su estómago, agachándose levemente. - Oye, no es tan gracioso.

- Hombre, deberías ver tu cara de enfadado.

- Bueno, la tuya parece de niña pequeña a la que le han robado un dulce.

En vez de enojarse una vez más, Eddie alzó su mirada, manteniendo una sonrisa correspondida.

Se quedaron mirando unos largos segundos, con la luna expectante desde arriba. El ruido provocado por los árboles que los rodeaba era clave en el ambiente.

Eddie se reincoporó derecho, apretando los labios. Steve se giró por completo, dándole su atención.

Munson elevó suavemente su brazo, mostrando su palma descubierta. Harrington alzó las cejas.

- ¿Quieres hacer tregua? - Preguntó el castaño.

- Una especie de tregua que cubra un seguro de asesinato. - Bromeó, sacando una risa del otro, la mirada del pelilargo se alumbró. - Por ahora, para no discutir todo el rato.

- Después de todo es algo que nos beneficia a ambos. - Concluyó Steve. - Cuando consigamos nuestras cosas, no te dirigiré la palabra jamás.

- Por favor, hazlo.

Harrington tomó la mano del otro, apretando firme. Con sus manos unidas y mirándose mutuamente, emprendieron camino de vuelta al auto.

- Entonces... ¿Cómo hago para soportarte? - Preguntó Steve, Eddie iba caminando a su lado, con las manos en los bolsillos del pantalón.

- Solamente sigue mis bromas.

- Pero no tenemos el mismo humor.

- Tampoco soy tan pesado.

- Pongo eso en duda.

- ¿En duda? Tú eres el niño sin humor.

- ¿Niño? Te recuerdo que soy mayor que tú, y en todo aspecto, tú eres una niña.

- Eres mayor por meses, ¿crees que eso significa algo? Y no soy una niña.

- Claro que sí. Y sí lo eres.

- Pues déjame decirte que no significa nada.

- No soy el que presta mucha atención a eso.

- Yo tampoco lo soy, era una b-r-o-m-a. - Deletreó. - ¿Sabes lo qué es una broma?

- Claro que lo sé, que tu estilo sea diferente al mio no significa que sea aburrido.

- Dí algún chiste.

- No funciona así.

- Entonces cómo.

- Tú eres divertido y no andas contando chistes, ¿no?

- Admites que soy divertido.

- Siempre veo a los demás reír a tu alrededor.

- ¿"Siempre"? - Preguntó juguetón Eddie, balanceando su cuerpo, mirando al contrario.

- Es un decir, idiota.

- ¡Eh, los insultos!

- Imbécil. - Insistió burlón Harrington.

- Hijo de puta.

- Lamehuevos.

- Niño de papis.

- No soy niño de papis.

- ¿Ah, no? Yo tampoco soy un lamehuevos y no me quejé, llorica.

- ¿No eres un lamehuevos?

- No.

- ¿Y esto? - Steve agarró la nuca de Eddie, empujándola hacia abajo, hasta la altura de su entrepierna. Se largó a reír ante la reacción del otro.

Munson al volver a su sitio apretó los labios en una sonrisa, contemplando la risa de su compañero.

- No hiciste fuerza. - Comentó entre risas Steve. - ¿Estás tan acostumbrado?

- Vete a la mierda. - Le levantó el dedo de en medio, quien fue respondido con la misma acción.

Llegando al auto, entraron con una sonrisa. Los demás miraban asustados. Al revisar que ninguno llevaba sangre encima, dejaron escapar todo el aire contenido por sorpresa y susto.

- ¿Todo bien? - Se atrevió a preguntar Dustin.

- Sí. Ahora en marcha. - Marcó Harrington, prendiendo el motor.

Kiss Me, Liar [STEDDIE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora