La primera vez que lo vi andaba montado encima de aquella tabla de surf, su cabello mojado y la manera en la cual maniobraba dicha tabla fue lo que más llamo mi atención, aún recuerdo aquella vez que nos presentaron.
-Soy Kim Taehyung, mucho gusto...
Está vez me tocó a mí hacer el desayuno, estaba en la cocina poniendo las cosas encima de la charola y solo vestía con aquella camisa de Taehyung y mis bragas, ayer hablamos y arreglamos cualquier tipo de mal entendido y además le comenté lo que me dijo Kevin.
Con respecto a su teléfono me dijo que desde por la mañana lo había dejado en mi casa, cuando fue a ver a sus padres salió sin él.
-Hola preciosa - tomé la charola y al pasar por la sala salude a Lucí la cual no me prestó ni la más mínima atención ya que jugaba con su pelota.
Entré en la habitación y lo vi aún dormido dejé la bandeja encima de la mesita de noche y me acerqué a la cama.
Estaba boca abajo mientras su espalda estaba descubierta.
-Amor- me acosté a su lado empezando a acariciar sus hombros y lo vi sonreír sin abrir los ojos - Bebé - besé su mejilla y levantó la cabeza echando sus labios hacia delante, sonreí y lo besé, reí cuando hizo que quedara encima de él quedando él boca arriba.
-Buenos días, mi amor- sonreí y besé de nuevo sus labios
-Buenos días, bebé - dejé otro beso en sus labios antes de salir de sus brazos e ir y tomar la charola.
-Oh dios, que hermosura- reí y lo dejé en sus piernas una vez que se sentó en la cama.- Todo se ve delicioso, mi vida, muchas gracias - negué mientras volvía a sentarme en la cama y se me ocurrió hacerle una broma.
-Tae- llamé su atención mientras comía y él me extendió un poco de panqueques- Debo de decirte algo - actué de manera nerviosa y miré mis manos -
-¿Qué pasa?- tomó de su jugo y apreté con fuerza mis labios.
-Estoy embarazada- y por poco se me ahoga, reí al ver como había volteado el rostro y había escupido el jugo para empezar a tocer. Le di palmaditas en su espalda aguantando los deseos de reír.
-¿Qué?- volteó a mirarme y no pude aguantar más, su rostro era un poema por completo - ¡Ya! Con eso no se juega - hizo puchero y me acerqué a él para besarlo.
-Ok, ok, lo siento, solo quise molestarte un porquito- volví a besarlo - Anda, come- señalé la comida y él refunfuñando volvió a comer, parecía un viejo gruñón, yo empecé a reír y bese varias veces su mejilla mientras él comía.
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-Quiero darte algo- volteé entre sus brazos para quedar de frente y darle la espalda a la calle, estábamos en el balcón de su habituación, lo vi llevar sus manos a la parte de atrás de su cuello para sacar su cadenita y ponérmela a mí.- Mis padres me la dieron cuando cumplí cinco años y significa mucho para mí, así como tú y quiero que la tengas- tomé el dije de la cadenita la cual era una pequeña pero hermosa T y sonreí para levantar la vista.
-¿Qué hice para merecerte?- me puse de puntitas mientras colocaba mis manos en sus hombros y él bajó su cabeza quedando ambos a centímetros.
-Eso me pregunto yo- sus manos se adueñaron de mi cintura para besarme haciendo que al pasar los segundos la intensidad del beso subiera cada vez más y hubiéramos terminado de vuelta en la cama completamente desnudos.
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