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Le conté todo lo que había pasado, mientras íbamos a ver a los ancianos, Leah se sorprendió pero en vez de enfadarse, me dio su apoyo, haciéndome que vaya mas decidida

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Le conté todo lo que había pasado, mientras íbamos a ver a los ancianos, Leah se sorprendió pero en vez de enfadarse, me dio su apoyo, haciéndome que vaya mas decidida.

Llegamos a la casa donde se reunían los ancianos y picamos a la puerta.

—Hola, ¿qué deseáis?—pregunto una señora mayor, mirándonos con una pequeña sonrisa.

—Hola, queremos hablar con los ancianos es urgente.—dije seria mirando a la señora.

—Si claro, pasad.—dijo la señora seria y fue rápidamente para dentro sin esperarnos. De repente sentí un gran dolor en el pecho haciendo que me parase y pusiera la mano en la zona.

—¿Estas bien?—me pregunto Leah poniendo una mano en mi espalda.

—Si, vamos.—dije cogiendo aire y caminando al principio con un poco de dificultad.

Llegamos a un salón donde estaban cinco ancianos sentados alrededor de una mesa, nos miraron serios.

—Niñas, ¿qué es tan urgente? para que vengáis sin avisar antes.—dijo uno de los ancianos de mala gana.

—¿Un metamorfo, puede tener mas de una impronta o mate?—pregunte mirándolos seriamente.

—No.—dijo uno rápidamente.

—Es algo imposible, niña.—dijo al mismo tiempo una anciana.

—Hay historias.—dijo uno después de un tiempo, haciendo que se formara un silencio profundo.—Hay leyendas, que dicen que hace milenios cuando habían hijos de la luna, estos podían tener mas de un compañero de por vida, dicen que el hijo de la luna mas poderoso que existió tuvo 100 compañeros y el mas débil tuvo 10. Pero todo son leyendas.—dijo seriamente.

—¿Y en esas leyendas decían si sus parejas eran metamorfos o de otra especie?—pregunte alterada notando otra vez un poco de dolor y un mareo.

—Mm... la mayoría eran con otros metamorfos pero hubo casos especiales donde si tuvieron algún impronta de otra especie, pero son historias niña.—me dijo con el ceño frunció, por el dolor me puse de nuevo la mano en el pecho y me doble mirando para el suelo.

—¿Estas bien?—me pregunto Leah con voz preocupada.

—Niña, ¿te encuentras bien?—dijo la voz de uno de los ancianos, escuche como movían las sillas para levantarse ayudarme.

—No os acerquéis.—dije con voz cabreada y dolida, los mire cuando dije eso pero puede ver en sus caras miedo, pero miedo de que no lo entendía.—Leah, vámonos.—dije como pude intentando caminar para la salida.

Leah puso mi mano por encima de sus hombros, después paso su mano por mi cintura y me ayudo a caminar. Salimos de la casa de los ancianos y fuimos para la casa de los Black, donde me ayudo a entrar y llegar a mi habitación.

Al entrar lo primero que vi en mi habitación, fue a Victoria sentada en mi cama, al verme se levanto rápidamente.

—Los vampiros no pueden entrar en nuestro territorio, por el tractado.—dijo Leah a la defensiva.

—Los Cullen son los del tractado, yo no tengo nada que ver y ella es mi compañera.—dijo la pelirroja acercado-se, cuando la tuve delante mi cabeza cayo para delante del dolor y ella se puso, haciendo que me apoyara en ella.

—Solo porque eres su compañera, le explicare todo a los Black mientras descansa.—me dijo Leah, cerrando la puerta detrás de ella y dejándome al cuidado de la pelirroja.

Victoria al estar solas me agarro con delicadeza modo nupcial y me dejo en la cama tumbada.

—¿Que te a pasado?—me pregunto con cara de preocupación.

—Victoria, lo siento parece ser que tengo mas de un compañero, fui con los ancianos...—no pude terminar la frase ya que el dolor volvió mas fuerte haciéndome, gemir de dolor y doblándome.

—No pasa nada, lo importante eres tu.—me dijo besándome la frente.—Estas ardiendo.—me dijo con voz preocupada yendo al baño y volviendo con una toalla mojada que me puso en la cabeza.

—Me duele.—le dije como pude aferrándome a ella, ya que esta fría y poco a poco tenia mucha calor.

—Ahora vuelvo.—me dijo, desapareciendo de mi vista antes que yo pudiera decir algo.

Después de un par de minutos volvió, pero con Billy que parecia que llevaba algo en una bolsa.

—Anya, ¿qué te ocurre?—me pregunto no le pude contestar por el dolor, me puso un termómetro y me hizo tomarme dos pastillas.

Cuando sonó el termómetro, lo miro con cara de preocupación, mientras tanto Victoria estaba a mi lado dándome pequeñas caricias, empezaba a ver borroso y escuchar con dificultad. Vi como entraba en la habitación Jacob, primero me miro, después paso su vista a su padre, se puso hablar con el pero no podía entenderlos, se escucho el timbre de la puerta haciendo que dejaran de hablar y Jacob saliera de la habitación. 

En todo ese momento, soltaba pequeños gritos y gemidos de dolor. Antes de desmayarme, por el dolor o por las pastillas que me habían dado, olí dos aromas reconocidos para mi, chocolate y pan recién...

 Antes de desmayarme, por el dolor o por las pastillas que me habían dado, olí dos aromas reconocidos para mi, chocolate y pan recién

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Mis mates (Twilight)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora