Capítulo 7

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Que seas parte de todos mis futuros posibles

Verano de 2007

—¿Preparado para la aventura?

Roan miró a Arthur y se escogió de hombros.

—Mamá dice que en algunas ocasiones el silencio significa aceptación. Y esta es una de esas ocasiones.

Fue ignorado mientras su amigo para nada aventurero tomaba silenciosamente las escaleras para volver a su habitación.

Era el último fin de semana antes de que las clases comenzaran nuevamente y en esos momentos Roan solo deseaba silencio y algo de música.

Había comenzado a coleccionar vinilos y se pasaba los días solo, oyendo canciones y observando el tocadiscos girar.

Su fuga se vio frustrada cuando una mano tomó su camisa y con fuerza lo arrastró hasta la salida. Juntos anduvieron por el camino asfaltado que daba a la salida de la casa azul, como era conocido el hogar de los Sheldon.

Llevaban una pequeña mochila con jugo de naranja y algunos sándwiches y Rhett iría por ellos en unas horas en caso de que se perdieran o no supieran regresar.

—¿Esto es realmente necesario? —preguntó Roan con un gruñido.

Su amigo, conociéndolo, lo ignoró por un tiempo, pero, al ver el rostro enfurecido del rubio, decidió optar por su punto débil. Sonrió. Una de esas sonrisas que eran solo para él. Y de alguna forma le gustaba ese sentido de posesión y protección que Roan le mostraba constantemente.

Sus padres no eran los mejores, pero, en ocasiones, su mejor amigo actuaba con más amor hacia él que ellos.

—Es una pequeña excursión —respondió el castaño con clara felicidad en su voz—. Vamos..., no seas aguafiestas, esto me hace feliz.

El cambio fue rápido. La tensión se liberó del cuerpo de su amigo y juntos recorrieron las calles de Everlake, con sus edificios bajos y casas de madera.

Se desviaron en una esquina y se dirigieron a los bosques. Porque en algún punto les esperaba un pequeño regalo. Rhett el hermano de Roan, les había contado sobre un lago que pocas personas visitaban debido a que no conocían de su existencia.

Mientras se acercaban y sentían el suave susurro del agua correr, Arthur se encontró pensando...

—¿Podemos comprar el lago cuando seamos mayores? —preguntó a Roan—. Ya sabes..., sería solo nuestro y construiríamos una enorme casa. Yo trabajaría y tú te quedarías encerrado..., como odias a las personas y eso.

No odiaba a las personas, simplemente le decepcionaba su forma de creer y de actuar.

Para la edad de nueve años era un chico bastante persuasivo y había muchas cosas que notaba antes que otros siquiera lo pensaran.

Se había vuelto un poco cínico y demasiado listo.

Roan no tenía amigos.

Porque mientras todos los chicos con los que estudiaba se preocupaban por llegar a casa y jugar con sus nuevas adquisiciones, él solo pensaba en oír algo de música y pintar. No era el mejor en ello, pero al menos ocupaba su tiempo.

En los espacios vacíos se comunicaba con Arthur y hacía todas las tonterías que su amigo dijera. Porque Arthur o, Star, como comenzó a llamarlo unos meses atrás, lo valía todo.

—No odio a las personas —replicó Roan, cansado de tener siempre la misma discusión—. La gente suele caerme bien, solo detesto hablar con ellos.

Un beso por tus pensamientos -FINALIZADA- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora