Capítulo 28

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Secretos entretejidos

Hay muchas cosas que he mantenido ocultas a lo largo de los años.

Como la ira y la decepción que nublan mi mente en ocasiones.

El cuadro frente a mi es una mezcla de lo que siento, tonos rojos, de furia y rencor, también negro, de muerte y temor, un poco de azul, tristeza y perdición.

La imagen tiene un regusto amargo que me recuerda al pasado.

Nos queríamos de verdad, pero éramos demasiado pequeños para saber amar.

Creí que lo que teníamos era real.

Los recuerdos fueron borrados con el paso de los años.

Nuestro primer beso bajo una farola luego de una noche en la que fuimos felices, cuando subimos a una noria y le gritamos al mundo un gran JODETE porque sí.

Nunca me había sentido así antes, ni por un chico ni por nadie.

Pero se trataba de Arthur debí haberlo imaginado, todo siempre se trató de él.

El primer contacto con sus labios fue mágico, una sensación extracorporal que me llevo a un paraíso del que no quería escapar.

Y tenía miedo, de que sintiera asco, de lo que podría pensar después de que la niebla se diluyera.

Pero al final solo me observó como si tuviese una galaxia en mis ojos.

Yo era magia para él.

A los quince años los chicos hablaban de chicas.

Nuevas conquistas y que hacer para cautivar un corazón.

Mientras que Roan Sheldon solo tenía a Arthur Halle para pensar, soñar y desear.

Sonrío ante eso.

Y continuo deslizando el pincel sobre el lienzo, unos labios rosados con gotas de sangre recorriéndolo me devuelve la mirada.

Porque así me sentí.

Como si la vida estuviese huyendo de mi cuerpo, eligiéndolo a él.

Cuando mis labios estaban sobre los suyos o recorriendo su cuerpo, cuando mis manos se deleitaban con su figura, cuando buscaba conocer cada parte de él, eran los mejores momentos, los que atesoro.

El día de nuestro primer beso fue la primera vez que me pidió que ocultara una parte de mí.

Y lo hice, porque por el valía la pena, valía el riesgo, lo valía todo.

—¿Roan? —las imágenes del pasado se difuminan y centro mi vista nuevamente en las figuras deformes frente a mí.

—¿Todo bien? —pregunto.

Mi mente se inunda de pensamientos.

Sobre cosas que debería haber notado antes.

Como que Art nunca quiso a Audra, no de la forma en que me quería a mí al menos.

Porque he visto su pasión y su lujuria, dirigidas a mí y nunca se comparó con lo que brillaba en sus ojos mientras la veía a ella.

La forma en que miraba mi cuerpo sin ropa, su anhelo de verme, solo piel, nada más.

Y nunca presencié eso mientras estaba con ella.

—Wao —murmura Rhett observando el lienzo—. ¿Quieres hablar de ello?

—No —con un gesto le pido que se vaya pero no lo hace—. Hermanito...

Sonríe mientras devora los pasos que nos separan y continúa observando mi arte.

Un beso por tus pensamientos -FINALIZADA- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora