Capítulo 33

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Ocultar nuestra verdad

Navidad de 2013

Los dedos de Arthur se movieron sobre la mandíbula de Roan, con delicadeza, como si fuese a romperlo con su simple tacto.

Un pequeño movimiento de cabeza fue todo lo que consiguió, pero era suficiente.

Lo besó de nuevo, desplazándose sobre el colchón para quedar sobre él.

Sus labios ardieron en una combustión lenta ante el contacto.

En ocasiones ambos pensaban que sus almas se reconocían.

Pero sabían que eso era imposible.

Con sus bocas juntas, sus manos comenzaron a explorar.

Pequeños toques que iban desde sus hombros hasta encontrarse en la parte baja de sus espaldas.

Nunca sucedió más que eso.

Aunque ambos lo desearan.

Cuando se separaron, ambos jadeaban incontrolablemente y sus corazones latían con una ferocidad alarmante.

Fue entonces cuando todo cambió.

Rhett abrió la puerta de la habitación de Roan, el susto los obligó a saltar del lugar donde se encontraban refugiados en los brazos del otro.

—Chicos, mamá avisó que la comida está lista.

Él estaba perdido observando algo en su mano, un pequeño papel que leía con especial atención.

Cuando no recibió ninguna respuesta levantó su vista para observar a los chicos que permanecían uno sobre el otro, observándose fijamente entre ellos con miradas de alarma.

—¿Están bien? —preguntó Rhett.

Negaron con la cabeza al mismo tiempo y él decidió huir antes de hacer de esa situación algo más raro.

Ya imaginaba lo que había sucedido y le avergonzó profundamente haber interrumpido a su hermano.

Sabía de sus sentimientos hacia Arthur.

—No se demoren en bajar, ¿de acuerdo? —murmuró él con su rostro sonrojado—. La próxima en venir es mamá y no será agradable.

Cuando la puerta se cerró detrás de él, Arthur suspiró, fuerte y audible, y Roan sostuvo su pecho temiendo el fuerte dolor que llegó en cuanto sintió la puerta abrirse.

Se negó a mirar a Art a los ojos después de ver el temor crudo que bailaba en ellos.

—¿Ro?

Sus párpados bailaron durante unos segundos.

Tenía miedo.

Mucho miedo.

Porque sabía que algo pasaría.

—¿Sí?

Su mirada se centró en la de su mejor amigo, al que besaba en la oscuridad de la noche y en lugares donde nadie pudiera verlos.

Su primer beso.

Su primer amor.

Su primer todo.

Las palabras que escaparon de sus labios fueron el inicio de un desastre natural que se gestó durante años, esperando el momento perfecto para tocar tierra y destruirlo todo.

—Nadie nunca puede saber esto Ro, por favor, prométeme que lo mantendremos en secreto. Prométemelo.

Roan solo escuchó que quería continuar con lo que sea que estaban haciendo.

Nunca pensó en las consecuencias de guardar esos momentos para ellos.

<<Solo te haces daño a ti mismo>>, pensó.

Pero ninguna otra opción tenía sentido.

Eran jóvenes, demasiado para saber amar.

Sabían lo que hacían y porque lo hacían aunque nunca se lo dijeron al otro.

Y ese fue un gran error.

—¿Ro? —llamó Arthur, su voz estaba envuelta en una fragilidad ruidosa.

—De acuerdo.

Había mucho oculto detrás de esas simples palabras.

De acuerdo, seré tu secreto si todavía puedo tenerte.

De acuerdo, aceptaré no hablar siempre que no me dejes.

De acuerdo, haré lo que me pidas si puedo tener todas tus primeras veces.

—Escúchame Ro —tomó su rostro entre sus manos y lo obligó a mirarlo a los ojos—. Significas más de lo que te imaginas para mí. Es solo que…, no sé qué hacer con esa información por ahora. Sé cómo encajamos en la vida del otro, pero no como encaja el mundo con nosotros. Quiero que sigamos haciendo esto hasta que descubramos a donde va, ¿es eso suficiente por ahora?

Roan observó a Arthur como si nada más existiera durante unos segundos.

—Sí, es suficiente por ahora.

Y lo era.

Al menos un poco.

Pero aceptaría todo lo que pudiese darle.

Porque se trataba de Arthur.

Y con la persona correcta, incluso su simple tacto, te hace estremecer.

La mente.

El cuerpo.

El alma.

Y la vida.

Un beso por tus pensamientos -FINALIZADA- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora