Capítulo 38

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Mitades compartidas

Junniper Falls es la ciudad más cercana a Everlake.

Aunque su belleza fácilmente rivaliza con la de mi hogar es muy diferente al mismo.

Las personas por aquí no son tan amables, los locales son todos modernos con grandes cines y enormes estacionamientos.

En casa, todos conocen a todos, y sí, es desagradable que tus secretos sean de conocimiento público pero llega un punto en que no te importa.

Porque no los usan para hacerte daño.

Por aquí es distinto.

Es por ello que mantengo la distancia con Arthur mientras nos movemos a través del abarrotado bar.

Pheobe ha ganado cinco veces al billar mientras Neith y yo solo bebemos whiskey con un sabor desagradable.

Mi amigo sigue con la vista cada movimiento de mi hermano y gruñe cada vez que alguien sonríe en su dirección.

—¿Me dirás ya que sucedió entre vosotros? —cuestiono con una sonrisa en mi voz.

El continúa con su nuevo hábito de acosador mientras me evita.

—Neith Carmichael, respóndeme ahora.

—¿Estás molesto? —habla finalmente.

—No, maldita sea. ¿Por qué ambos piensan eso?

Lo sorprende mi confesión, y su boca se abre cómicamente como si le hubiese revelado un secreto de estado.

—¿No sabías que él me contó?

Niega con la cabeza mientras su mirada vuelve a mi hermano.

Me sorprende que hayan notado la existencia del otro y a la vez no.

Suelo llamar a Rhett, ángel de la guarda, siempre busca proteger a otros.

Como un instinto arraigado en lo más profundo de su ser.

Y no hay nadie que busque ser salvado tanto como Neith.

—Yo… —su voz se quiebra ante lo que sea que piense—. No sabía que él te diría. Creí que…, creí que sería un secreto o algo así.

Su silencio después de esas palabras me dice todo lo que necesito saber.

Me duele por él.

Saber que nadie nunca le ha dado el lugar que merece, que siempre ha sido el sucio secreto de alguien.

—Tenía miedo de que te molestaras conmigo.

Lo sé.

Pero me molesta más que ocultasen lo que sea que hay entre ellos.

Algo que no me atrevo a averiguar, temo que una vez lo compartan al mundo la burbuja en la que viven se rompa.

Y además él pronto volverá a LA, así que no puedo pedir nada más, excepto que no terminen con dos corazones rotos.

Tomo su cara entre mis manos mientras le sonrío con toda la sinceridad que puedo reunir.

—Te amo y lo amo —susurro—. No me importa lo que hagan mientras no se hagan daño porque no quiero elegir entre ambos. Sería como decidir entre Chris Evans y Chris Hemsworth.

Su sonrisa es brillante y cegadora cuando deja caer su frente sobre la mía.

—Por las telas de Dior, es una elección imposible.

Cuando una presencia oscura aparece detrás de mí, sé quien es sin darme la vuelta.

Puedo sentir el aroma de sus celos en el aire.

Un beso por tus pensamientos -FINALIZADA- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora