Capítulo 16

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Que tu felicidad importe más

Verano de 2011

Hay momentos que parecen definirnos.

Momentos a los que volvemos una y otra vez.

Buscando algo…

Un error. Una falla. Un cambio.

Pero nada sucede.

Y lo que debería convertirse en aceptación, vuelve al punto de inicio.

Negación.

Roan negaba, niega, lo que sucedió ese verano.

La forma en que Arthur dejó de verlo.

O, quizá, nunca lo vio realmente.

Para un niño hay muchas formas de ver la vida, interminables si decides preguntar.

Para Roan, la vida no era más que un conjunto decisiones aleatorias que lo llevaban por diferentes rumbos.

Para Arthur la vida era como una montaña rusa, las subidas siempre parecían fantásticas, tranquilas y permitiéndote ver el paisaje, lo que el destino ofrece, pero las bajadas…, la emoción y el miedo, la adrenalina que le hacían sentir lo valía todo. No piensas. Solo actúas.

Y luego estaba ella, Audra, quien soñaba constantemente, incluso estando despierta. Para ella todo se trataba de magia y dioses. Sobre todo dioses.

Eran pasadas las diez de la mañana cuando los tres chicos salieron en sus bicis de la casa azul.

Mientras se deslizaban por las concurridas calles, todos les sonrieron.

Eso siempre fue lo peor de vivir en una ciudad pequeña como Everlake, todos conocen a todos.

Roan escuchó los susurros, <<Uno de ellos terminará enamorándose de esa chica nueva>>, de alguna forma, ese, nunca escapó de su mente.

Trece años es una edad demasiado joven para hablar de amor.

Quizá, ninguna edad fuera la correcta, quizá, todas lo sean.

Sonidos de metal contra metal fueron escuchados cuando los chicos se bajaron de sus vehículos de dos ruedas.

Aquella chica pelirroja había sonreído como se imaginaba lo había hecho Cristóbal Colón cuando descubrió el Nuevo Mundo.

Había algo poderoso sobre estar en al borde de la cima.

A un paso del suelo y otro del cielo.

—¿Quién descubrió este lugar? —preguntó ella con su melódica voz.

Ninguna respuesta fue comentada y fue entonces cuando se giró sobre sus talones.

Observó a Arthur viéndola fijamente con esa sonrisa que siempre parecía acompañarlo y a Roan…, Roan quien había desechado sus múltiples intentos de ser amigos.

Su mirada parecía perdida y desinteresada, pero ella lo sabía muy bien, él miraba a Arthur.

Fue fácil notar que ellos dos tenían su propio mundo y que ella llegó para cambiarlo todo.

Pensó que, con el tiempo, los tres se complementarían.

Quería tener una relación como la de Hermoine, Ron y Harry.

Eso, si Hermoine fuese amante de Draco, Ron fuese un castaño con alergia a los gatos y Harry fuese rubio y propenso a la ira.

—Fue Rhett —terminó diciendo el castaño—. Conoce todos los rincones ocultos de la ciudad, lugares que nadie visita y que son hermosos.

Un beso por tus pensamientos -FINALIZADA- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora