Capítulo 38

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Ciudad de México, Agosto 2016

- Narra Martín -

Luego de quedarme dormido con Simón en la biblioteca, me desperté porque me dió hambre; me sentí como Villamil cuando está haciendo cualquier cosa que es importante y de repente le dan ganas de comer...

-Moncho- Dije, tallando mis ojos-.

-Dígalo- Respondió el gafas, desviando su vista del libro, hacia su hermano-.

-Tengo hambre, creo que voy a salir a buscar alguna cafetería o algo, ¿vienes?- Me levanté de la silla, tomando mi teléfono-.

-Creo que no, voy a esperar a Susu, por si cualquier cosa-.

-Cierto, bueno... Yo ya vuelvo, ¿quieres que te traiga algo?-.

-Bueno eso sí lo acepto, cualquier cosa es aceptable. Gracias Bachito, con cuidado- Dijo el mayor, para luego seguir en su lectura-.

-Nos vemos al rato- Me despedí para así salir de la biblioteca-.

Me puse mis lentes de sol, sabía que al salir de ese lugar que era oscuro, a la luz del día me iba a dejar sin ojos.
Salí y lo primero que hice fue meterme a Google Maps a buscar establecimientos de comida cercanos, tampoco ansiaba caminar tanto. Aún tenía el jet lag del vuelo y se notaba en mi cansancio, por la noche no podía dormir y ahora tengo todas las ganas de estar bajo las cobijas todo el día.
Decidí ir a un lugar de comida mexicana, realmente me encantaba, al igual que a Susan y a mí, por lo tanto era buena opción, yendo así a un lugar de desayunos, sin duda necesitaba unos chilaquiles para despertar.
Llegué al lugar, y después de pedir lo primero que hice fue meterme a mi teléfono y leer la amplia conversación que tuvieron mis amigos mientras yo estaba en el mundo de mis sueños...

Plan Maestro:

Buenos días gente 10:14 a.m.
No sé ustedes, pero yo opino que aunque el anonimato es mágico, mejor es que ella sepa que es Villa para que ella sepa que aún él está dispuesto a estar con ella 10:14 a.m.

Villaco: ¡Bachito! Justo eso les dije a éstos dos, hace rato 10:15 a.m.

Isa: Es verdad, y viéndolo por ese lado, concuerdo 10:15 a.m.

Aleho: Pero bueno, debe empezar Papo, sino el tiempo se va a acabar y va a ser tarde 10:15 a.m.

Villaco: Es cierto, bueno iré escribiendo. Suerte Vargas, los extrañamos ya 10:16 a.m.

Nadie lo está obligando a mentir eh JAJA 10:16 a.m.
Si hay noticias, díganos. Yo voy a desayunar y ya luego veré qué hacer, suerte perros 10:16 a.m.

Dejé mi teléfono de lado, para así observar la decoración del lugar. Me llamaba la atención lo chill que era. Un lugar tranquilo, y al parecer, muchos estudiantes de la universidad de Susu iban ahí para estudiar. Pudiendo divisar a varios alumnos ahí, con laptops, libros y demás cosas.
Todos estaban acompañados, a excepción de una chica que llamó mi atención. Parecía estar sola en una de las mesas, pero concentrada en su laptop y dibujando en una libreta.
Me resultó una chica bonita, sin embargo, no quería molestarla. Limitandome así a desayunar, aunque mi corazón me obligaba a verla en silencio. Sentía ganas de hablarle.
Terminé mi desayuno, y pensé en la frase de una canción que alguna vez escuché con Susan: "la consciencia es un término lindo para ser cobarde".
Se había vuelto una frase entre los 3, para arriesgarnos a hacer algo que ansiamos, era momento de hablarle. Independientemente de todo, no perdería nada y podría ganar mucho.

Me acerqué a ella, intentando no asustarla, quería ser cordial...

-Hey hola, perdón por molestarla pero me llamó la atención lo que dibuja- Dije, sentándome en la silla de enfrente que se encontraba vacía-.

-Ah, no te preocupes. Estoy haciendo un boceto para el diseño de un proyecto- Contestó ella, con una sonrisa-.

-¿Puedo verlo?-.

-Sí, claro- Ella extendió su libreta, para así darme cuenta que ella estudiaba en la Facultad de Diseño de Moda en la universidad que Susan estudiaba-.

-Me gusta cómo va quedando, siga así. También me gusta lo que es crear ropa, y quisiera hacerlo algún día- Sonreí, regresándole su libreta -Por cierto, soy Martín-.

-Gracias Martín, yo soy Mía, y re piola que también estés interesado- Sonrió amablemente, teniendo con brillo particular en sus ojos-.

-Su acento no me suena a que sea de por acá, ¿de casualidad, es usted de Argentina- Pregunté-.

-Afirmativo, y también tu acento no es de aquí, ¿eres foráneo?-.

-Soy de Bogotá, pero no estudio aquí. Sólo vine de visita-.

-Con razón, tú rostro no me parecía tan familiar. Y puedes hablarme de tú, no te preocupes- Dijo ella, dejando de lado su libreta, para ponerme atención-.

-Está bien, ahora, ¿cómo así que tan familiar?- Dije, poniéndole de igual manera, atención. Adoraba esa plática con ella-.

-Sí, es que tus rasgos son parecidos a los de una chica que he visto. Aún no he tenido el gusto de conocerla, pero a sus amigas sí las conozco. Pero no te preocupes, he de estar confundiendo-.

-Me suena esa historia... ¿Acaso hablas de Susan Vargas?- Pregunté, intrigado por su respuesta-.

-¡Sí! ¿Cómo supiste?- Una sonrisa en ella se hizo notar, sonrisa que hizo que sintiera un calor en el corazón-.

-Es mi hermana, justo por eso estoy de visita- Dije con una sonrisa, viéndola-.

-¡Con razón! Ambos colombianos, era de esperarse. Algo me habían platicado que ella tiene dos hermanos, y justo hoy la voy a conocer-.

-Algo supe, posiblemente nos veamos en la tarde- Dije con ilusión, quería verla más seguido-.

-Cierto, por mí es un placer verte en la tarde. Aunque aún no sé en dónde, pero lo más probable es que sea en el departamento de las chicas. A decir verdad, tengo miedo de conocerla... ¿Y si le caigo mal?-.

-Vas a ver que no va a ser así, Susan es una niña muy simpática. Aunque desde siempre ha sido introvertida y no habla mucho, pero no quiere decir que le caigas mal. Vas a ver que es un amor-.

-Si tú lo eres, me imagino que ella también-.

-Ay, gracias- Sonreí, evitando analizar sus bellos ojos-.

-Bueno Martín, fue un gusto. Debo irme a mi clase, gracias por la compañía- Dijo ella levantándose-.

-Espera, te acompaño, yo también voy para la universidad, ahí quedé con verme con mi hermano- Me levanté, para así acompañarla-.

-Está bien, vamos-.

Salimos del lugar, no sin antes pagar. Para así, ir caminando y platicando para conocernos más. Supe que ella tiene 19 años, al igual que mi hermana.

Una vez que llegamos a su facultad, le pedí su número y ella me pidió el mío, quedando así en acompañarla al lugar donde se reunirían ellas con mi hermana y nosotros. Despidiéndome y regresando a la biblioteca, donde Simón aún seguía...

Querida Vargas menor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora