Capítulo 31

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Bogotá, Septiembre 2012

- Narra Susan -

Reconocí esa voz, aunque notaba que era fingida, e inmediatamente me giré para abrazar a dicha persona...

-Lindo...- Dije, enredando mis brazos en el torso ajeno-.

-Hola bonita, también te extrañé- Contestó Villamil, posando su cabeza sobre la mía-.

-Yo te extrañé más a ti- Seguí con el abrazo, sintiéndome en mi lugar seguro-.

Villa, sin duda, era mi lugar seguro y con el único que puedo sentir semejante paz, incluso uno de los pilares de mi mente, que hace que no pierda la cordura en mi vida.

-Por fin puedo verte- Dije en un suspiro, dirigiendo mi mirada hacia la suya, conectando casi al instante con esos hermosos ojos verdes-.

-Lo sé bonita, perdón por no aparecer tanto, la universidad ahorita ésta algo pesada... Pero no tienes por qué preocuparte- Dijo con una mirada fija a mis ojos, pasando su mano a mi mejilla, acariciando ésta de manera tierna-.

-No te preocupes lindo, con verte un rato- Sonreí sin parar de verlo-.

-Pero prometo que una carta mía, siempre tendrás- Sonrió, recargando su cabeza en mi hombro, sintiendo su respiración en mi cuello-.

-Te creo Villa, y gracias por estar conmigo- Cerré mis ojos, disfrutando del olor de mi novio; era ese perfume que tanto le gusta, y ahora se había vuelto en mi favorito-.

-¿Por qué no lees la carta? Y, de verdad, prometo darte una carta diaria hasta que muera. Verás que así será- Sonrió de la manera más dulce que uno podría imaginar alguna vez-.

-Sabes que te creo... Y no la leo porque... Quiero abrazarte fuerte- Respondí, viéndolo con una mirada embobada-.

-Léela bonita, aquí me quedo contigo-.

Nos sentamos en mi cama, para así, yo poder leer aquella hoja doblada.
La extendí y procedí a leerla...

¿Quién diría que una promesa, se iría con el viento de septiembre...?

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Ciudad de México, Agosto 2016

- Narra Susan -

El tiempo puede irse muy rápido cuando menos lo esperas. Puede ser tan efímero como el paso de una hoja por tu vista, siendo arrastrada por el aire.
Pareciera que fue apenas ayer cuando tenía 15 años, y una adolescencia llena de ilusiones. Mientras que hoy me encuentro con 19 años de edad, sin esperar nada de nadie.

Cuando menos lo esperas, acabaste tus estudios básicos, para pasar a la universidad. Así como me pasó a mí hace un año.
Año en el cual, me gradué del colegio y pasé a estudiar Diseño Gráfico en la universidad de Los Andes en Bogotá. Sin embargo, se me presentó la oportunidad de hacer un intercambio en México, lugar que ansiaba por ir a estudiar y conocer. Y como era de esperarse, acepté esa propuesta sin dudarlo.
Llegué a México en Enero de 2016, es decir, en éste año. Teniendo 18 años y un miedo por salir a conocer el mundo, pero a la vez, ansiosa por hacerlo. ¿Irónico? Sí.
Mi relación con Villamil era perfecta, ambos estábamos muy bien juntos, hasta que nuestras vidas se empezaron a volver muy independientes del otro. No está mal ser independiente de tu pareja, pero se sentía como si estuviéramos fuera de la órbita del otro... No estábamos en sintonía.

A pesar de todo, intentamos llevar la distancia y seguir juntos. Ambos no teníamos duda de que éramos el amor de la vida del otro. Aunque... Con el paso de los meses, él se encontraba más ocupado con la banda de ellos, Morat. Y yo, me centré en mis estudios.
La distancia fue más fría y fuerte sobre nuestro amor... Los mensajes eran forzados. Las llamadas eran más fugaces que una estrella. Las cartas dejaron de llegar.
Por un tiempo, Villamil no fallaba con la promesa de sus cartas, hasta que dejaron de aparecer en mi correo... Eventualmente desaparecimos de la vida del otro, quedando todas las promesas y memorias como un recuerdo de un amor adolescente igual de pasajero que el de todos.
Dejé de saber de Villamil... Y sólo sabía de mis dos hermanos.
Mi buen amor se esfumó de la noche a la mañana, dejando a mi corazón con una pregunta imborrable: "¿Dónde fuiste a parar... Dónde estás?"

Aunque mi corazón, mi cuerpo y mi mente lo extrañaban, yo tenía que ser fuerte y seguir con mi vida. Centrarme más que nunca con mis estudios y dejar ir cualquier sentimiento. Total, ¿de qué sirve un amor que nunca será más importante que tú futuro laboral...?

Lunes por la mañana, sonaba mi despertador sin parar, dando inicio a un nuevo semestre en la universidad. Me levanté y tomé una ducha para así echar mis cosas a mi mochila e irme a aquel lugar que se había vuelto en mi segundo hogar, aparte de mi departamento.
Dado que era muy temprano, no desayuné nada. Simplemente me fui a la escuela, tomando el metro para llegar pronto.
Durante el camino, respondí los mensajes de mi mamá, así como los que había recibido de Martín y Simón en la madrugada, ya que ellos se encontraban en España dando conciertos. Siendo así mi única oportunidad para hablar con ellos; nuestros horarios jamás cuadraban.

Antes me dolía el que ya no habláramos, ahora simplemente no pienso en ello y sigo como si nada.

Independientemente de todo, mi vida actual era maravillosa. Contrario a lo que todos pensaran, yo no me había lanzado a explorar otro país sola. Junto a mí, venían dos maravillosas amigas mías. Exacto. Sofi y Victoria (aunque nosotras le decimos Tori) no podían faltar en mi mundo. Y con el paso de los meses, se nos unió Naomi (Nam para nosotras), siendo de nuestra edad. Viviendo las 4 juntas en el departamento. Aunque, nuestros horarios eran muy diferentes, por lo mismo, éste lunes por la mañana, me tocó irme sola a la facultad.

Llegué a las instalaciones de aquella universidad y como cualquier otro día, tomé mis clases sin ser interrumpida. Tal vez lo sería, de no ser que apago cualquier señal de internet o datos, hasta llegar a mi casa.
En parte, me aislé ya que no quería saber casi nada de nadie fuera de mi vida de México... No quería recordar cuán feliz fuí con mis hermanos y sus amigos. En especial, con Villamil.
Escondí muy profundo en mi todo sentimiento hacia él, para no sentirme tan miserable por cómo sucedieron las cosas.
Era un tortura para mí, llamar a mis hermanos y escuchar cómo Villa ya era feliz con alguien más. Es decir, merece él ser feliz; y qué mejor que con una chica que sí pueda estar y empatizar horarios con él, ¿no?
Villamil se había enamorado de alguien más... ¿Por qué yo no?

Por la tarde me fui a la biblioteca, lugar donde fui sorprendida con una bolsa de comida...

-Para la mujer más bella- Habló mi novio, Daniel, sentándose frente a mí. Cerrando mi libro, no sin antes, poner mi separador favorito en él-.

-Dani, cariño- Sonreí al verlo, tomando su mano-.

-Hola bonita, por fin te encuentro-.

-Te estaba buscando, pero es difícil encontrar a tantas personas en la facultad de arquitectura, ¿sabes?- Sonreí, abriendo la bolsa de comida-.

-Vamos a comer, antes de irme a mi última clase, ¿sí?- Dijo, queriendo acompañarme siempre que podía-.

-Está bien, sólo porque eres tú- Lo ví con una mirada tierna, perdida en esos ojos bonitos-...

Querida Vargas menor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora