Cap. 1: La Primera Superior

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Una pequeña niña corría por la oscura calle, llorando desconsolada. Tras ella, iba un demonio mutante, mismo responsable de la muerte de la familia de la pequeña. Ella logró escapar, pero ahora, tras mucho correr, el demonio estaba a punto de alcanzarla. "No puedo más -pensó la niña- no puedo...". El cansancio hizo que sus rodillas cedieran y terminó cayendo al suelo. Se giró y vió como el demonio rió al verla tan indefensa.

-Dime, niña... ¿quién te salvará ahora? ¿eh?- se burló. Las lágrimas no dejaban de rodar por el infantil rostro.

-Por... favor- suplicó entre jadeos, aún agotada por la carrera- no... no me mates...- el demonio gritó y se lanzó a ella, que gritó llena de terror y pánico, cerrando sus ojos con fuerza, esperando lo peor. Pero no sucedió lo que ella creía. Miró de nuevo y vió al demonio paralizado, con una expresión de terror. Una espada rojo carmesí, con el grabado de numerosos ojos a lo largo de la hoja, lo atravesaba por el estómago. Tras él, estaba la silueta de un hombre muy alto.

-Más te vale no herirla- habló el extraño. Su voz era imponente.

-¡Lo lamento!- exclamó el demonio lleno de temor. El desconocido sacó la espada y el demonio huyó. La pequeña, aún en el suelo, quiso ver bien a su salvador y sonrió. El desconocido avanzó hacia ella y la luz de la Luna lo iluminó por completo. La sonrisa de la niña desapareció al verlo. Era un joven alto, de cabello rojo oscuro largo y recojido en una cola de caballo. Poseía tres pares de ojos, de los cuales, los del centro, tenían grabado "Primera Creciente".

-¡No me lastime!- gritó la niña- ¡Por favor!- el demonio caminó hacia ella con pasos lentos. La respiración de la pequeña se aceleró y cubrió su rostro con el brazo. ¿De verdad moriría esa noche? Esperó de nuevo lo peor. Pero no sucedió nada. Descubrió su delicado rostro y vió que el imponente demonio se inclinó hacia ella y le tendió la mano.

-No voy a lastimarte- le dijo con voz tranquila- pero debes venir conmigo. Soy el único que puede protegerte ahora.

-¿No va a... matarme?- murmuró la pequeña.

-No- la niña tomó la enorme mano y se puso de pié.

-Gracias- dijo limpiando su rostro- mi familia...

-Fue asesinada por el demonio que te perseguía, ¿cierto?

-Si- respondió con voz triste.

-Vamos... se acerca el amanecer- sin soltar su mano, lo siguió. Era siniestro, pero no sentía que él quisiera hacerle daño.

-Señor... ¿cómo se llama?- preguntó.

-Kokushibo...

-Yo soy ______

-Lindo nombre... pero pensaré uno mejor.

-¿Cuántos años tiene?

-Muchos.

-Yo tengo 7. ¿Cuánto es "muchos"?

-Demasiado... y ya no hagas más preguntas.

-Si- la pequeña guardó silencio. Luego de unos minutos, llegaron a una cabaña. El demonio abrió la puerta. No era muy grande, pero se veía segura y acogedora. En la entrada estaba la estancia, en donde había una chimenea. A la izquierda, estaba la cocina, con la puerta abierta, y dos cuartos contiguos.

-De ahora en adelante- habló Kokushibo- vivirás aquí. No salgas de noche, a menos que te pida que me acompañes. No salgas si yo no estoy y no llames la atención. Allá- y señaló la tercera puerta- está tu habitación. Tendrás que obedecerme en todo lo que te pida.

-Si, señor- contestó la pequeña. Luego, recordó algo.

-Señor Kokushibo... ¿puedo hacerle una pregunta?

-Sólo una.

-Me dijo que pensaría otro nombre para mí... ¿cuál es?

-Mmh, cierto- la miró. Sin persarlo mucho, contestó:

-Katzuki, ese es tu nombre de ahora en adelante. Ahora, ve a tu habitación...

-Me agrada...- contestó la pequeña y obedeció. Kokushibo se quedó en su sitio. Pensó: "esta vez... no me equivocaré...". Debía ser precavido en esta ocasión. Un sólo error no estaba permitido. Un sólo error no se lo perdonaría. Un sólo error... y sería el último. "Katzuki... espero no fallarte esta vez", pensó. Sin saber por qué, un extraño y doloroso frío invadió su pecho. Algo que no sabía que sería capaz de volver a sentir.

Por su parte, la pequeña se encontró con una habitación más cómoda de lo que imaginó. Había una cama grande y un par de muebles. Estaba agotada, así que se tumbó en la cama y cerró sus ojos. La imagen de sus padres y sus dos hermanos siendo devorados por el demonio mutante, vino a su mente y se sobresaltó. Comenzó a llorar y se acurrucó bajo las mantas. Esperaba que, al despertar, se encontrara en su anterior casa, con su familia sana y salva y ella contando que todo fue un mal sueño. Pero lo peor para ella estaba aún lejos.

Mi Luna (Kokushibo x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora