Cap. 3: Pasado

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La lluvia azotaba la tierra. El viento corría con fuerza y los relámpagos iluminaban cada tanto la noche, seguidos de un ensordedor estruendo.

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Una chica estaba en su casa, totalmente paralizada, en el suelo, mientras que a unos cuantos metros, yacía el cuerpo de su madre, siendo devorado por un ser atemorizante. La chica estaba realmente asustada. El ser alzó la cabeza y un relámpago iluminó su rostro y una siniestra sonrisa. La chica gritó aterrorizada al verlo. De pronto, la figura de dos personas de pié en la puerta, de una estatura muy alta, fueron iluminadas por otro relámpago, seguido de un estruendo ensordecedor. Uno de los recién llegados, tomó a la chica en sus brazos para sacarla de la casa y el otro, se encargó de decapitar al monstruo.

-¿Te encuentras bien?- le preguntó el joven a la chica. Vestía un haori color púrpura, con figuras negras estampadas. Tenía dos marcas color rojo en su rostro, que se asemejaban a un patrón de fuego.

-Si- respondió ella con un hilo de voz. El otro joven se acercó y dijo:

-Fue fácil, era de rango bajo... ¿estás herida?

-No- contestó ella. El joven de púrpura la bajó con cuidado. Ella se quedó de pie, inmóvil. Y, ahora, ¿qué haría? Tenía tan sólo quince años y no tenía a nadie más. El joven que se encargó del monstruo, habló, como si le hubiese leído el pensamiento:

-¿Tienes más familia?- la chica negó con la cabeza y dirigió su mirada a él. Su parecido con el otro joven era impresionante, sólo que él vestía de rojo, su cabello era rojo como el fuego y tenía un par de aretes de carta de hanafuda. Su rostro era más amable que el del otro joven.

-Si nos acompañas...

-Olvídalo, hermano- le interrumpió el otro- es muy joven.

-Pero, ¿qué será de ella? Está sola.

-No se preocupen- habló la chica- yo...

-No te dejaremos sola- dijo el joven de aretes- vendrás con nosotros y te entrenaremos. Sé que nada será fácil, pero tendrás el apoyo de muchos- la lluvia comenzó a disminuír. Los jóvenes entraron a la casa de la chica, sacaron el cuerpo de la madre de esta, cavaron una tumba y la enterraron. Durante unos minutos, los tres estuvieron arrodillados haciendo sus oraciones por el descanso de la mujer, bajó una débil lluvia. Después, emprendieron el camino.

-¿Cómo te llamas?- le preguntó el joven de púrpura a la joven.

-Katzuki... - respondió ella- y ustedes son...

-Yoriichi Tsugikuni- contestó el de rojo- y él es mi hermano gemelo mayor, Michikatsu Tsugikuni.

-Un placer- su voz se escuchaba triste. Sus acompañantes comprendían lo que ella sentía, así que mejor guardaron silencio. "¿A qué se referían con eso de 'entrenarme'?- pensó la joven- ¿pelear?"

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Después de unas horas, llegaron a una mansión rodeada de flores de glicinia.

-¿Qué es aquí?- preguntó Katzuki.

-La mansión Ubuyashiki- respondió Yoriichi.

-¿O sea...?- preguntó nuevamente Katzuki.

-La sede de los cazadores de demonios- respondió Michikatsu- aquí serás entrenada para ser una cazadora.

-Yo puedo ayudarte a encontrar tu respiración adecuada- dijo Yoriichi amablemente- he entrenado a todos aquí.

-Querrás decir, a casi todos, hermanito- intervino su gemelo- yo desarrollé la propia.

-Si, es verdad- Katzuki estaba confundida. ¿Cazadora? ¿Respiraciones? ¿Qué rayos pasaba? ¿Por qué nunca escuchó de eso antes? Y, ¿quién sería su maestro? Esperaba que no fuera tan estricto con ella. Vió que varios jóvenes salieron de la mansión.

-Tenemos una nueva integrante- dijo Michikatsu. Los jóvenes miraron con interés a la chica que acompañaba a los gemelos Tsugikuni. "¡Qué miedo!" pensó ella.

-Bienvenida- habló uno de ellos.

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La luz del sol asomó por la ventana. Katzuki abrió los ojos con pereza, sintiéndose muy cansada y extraña. Se incorporó en la cama a duras penas.

-¿Qué rayos... fue eso?- murmuró- ¿por qué me siento así?- se sentía algo triste. Se frotó los ojos y se dió cuenta que tenían lágrimas.

-¿Qué?- exclamó. ¿Qué sucedió realmente? Por fin sabía el nombre del joven pelirrojo, pero le resultaba extraño el otro. ¿Por qué vestía la misma ropa que Kokushibo? Recordó el timbre de su voz y su cerebro se iluminó.

-Entonces... Kokushibo era Michikatsu... ¿por qué se transformó?- no creía prudente preguntarle y menos ahora, que ya tenía ocho años viviendo con él.

-Katzuki- escuchó detrás de su puerta- ¿ya estás despierta? ¿Todo bien?- sintió como se aceleró su corazón y un extraño sentimiento la invadió, ya que su demonio rara vez le preguntaba cosas así. Generalmente, lo saludaba por las mañanas y él le respondía fríamente, pero ahora, no... era como si él supiera cómo se sentía.

-Si, si... todo está bien... gracias.

-¿Segura?

-¡Sí...! Sólo... tuve otra pesadilla... no pasa nada.

-De acuerdo- luego, escuchó como sus pasos se alejaban. Debía salir de la cama y prepararse. El día anterior, Kokushibo le comentó que pelearía con Akaza, por el puesto de la Primera Luna. Su tristeza desapareció y murmuró:

-Lo siento, mejor amigo... pero sabes de qué lado estoy- y sonrió. Hizo su cama y salió de la habitación, lista para comenzar su rutina: darse una ducha, desayunar, asear la casa y ponerse a estudiar, mientras Kokushibo descansaba. Un nuevo día comenzaba.

Mi Luna (Kokushibo x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora