Cap. 21: Confesión de la Tercera Superior

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Los meses fueron pasando. Como era de esperarse, Kokushibo le prohibió a Katzuki su amistad con Akaza. Ambos sabían que lo que la Tercera Luna había hecho, había estado muy mal: hacer quedar inconsiente a la chica y llevarla consigo, pretendiendo tenerla a su lado por la fuerza. Katzuki reconocía que él la trató muy bien y no dudaba en que no intentaría matarla y lo mucho que la amaba, pero no era ese el modo de conquistarla. Ella aceptó la orden de Kokushibo sin ninguna objeción, ya que sabía que era por el bien de ambos y de su relación. Akaza significaba un riesgo muy grande. No se había aparecido por su hogar y era lo mejor. Katzuki rogaba que no se acercara si quiera, ya que su prometido todos los días juraba que, si lo veía, no dudaría en matarlo de ser posible y no quería ver nada de eso. No olvidaría nunca eso que Akaza había hecho y no estaría tranquilo si no lo apuñalaba al menos. Por otro lado, comenzó a aceptar más a Douma, ya que, gracias a él, había logrado reencontrarse con su chica, le había brindado hospitalidad y no se había intentado propasar con ella, además del excelente trato que ella recibió en su templo. Era algo que le agradecía. Katzuki veía en la Segunda Superior algo más que una simple amistad. El hecho de que la escuchara y aconsejara, la hacía ver en él algo muy parecido a una figura paterna, además de que él sería quien los casaría.

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El Sol había comenzado a salir. Katzuki y Kokushibo se encontraban en la habitación de este último, durmiendo muy plácidamente. Tiempo después de su reencuentro, comenzaron a compartir habitación y tenían intimidad. Ella tenía poco que había cumplido los dieciocho años y aún no tenían una fecha fijada para la boda, pero... eso lo harían a su tiempo y con más calma. Estaban juntos y tranquilos y eso era lo importante para ambos. Katzuki abrió los ojos lentamente. Sintió el pecho desnudo de Kokushibo en su espalda y su brazo rodearla. Suspiró y sonrió. Se sentía muy afortunada y feliz. Lentamente, se dio la vuelta para mirarlo de frente, procurando no despertarlo. Le retiró el cabello del rostro y acarició su mejilla. Sin duda, lo amaba y mucho. Kokushibo se movió un poco y abrió los ojos.

-Hola, amor- le dijo. Ella le sonrió y le contestó:

-Hola, mi vida- la besó en los labios, se separó de ella y la abrazó, pegándola a su pecho.

-Pronto despertaremos en la noche, amor- comentó ella correspondiendo al abrazo.

-Si, mi amor- le contestó Kokushibo acariciando su cabeza. Le incomodaba un poco el tema de que ella se transformara en demonio, pero debía aceptarlo. Ya era por su seguridad, más que nada.

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Ya estaba cayendo el Sol cuando Katzuki regresaba del pueblo, atravesando el bosque. Había salido un par de horas antes, para comprar telas y hacerse el kimono para el día de la boda y llevaba entre sus manos una bolsa de tela en la que llevaba todo el material. Se había vuelto muy hábil en la costura y quería darse el gusto de hacer ella misma su vestido. No se encontraba muy lejos de la cabaña cuando escuchó detrás de ella una voz muy conocida:

-Katzuki...- ella se detuvo y se volvió. A unos pasos, se encontraba Akaza. Ella retomó su camino y él fue tras ella, mientras hablaba:

-Katzuki... sé que no quieres ni verme, pero déjame...

-Akaza, tú y yo no tenemos nada de qué hablar- le interrumpió ella sin detenerse- y será mejor que te vayas o Kokushibo te verá y...

-¿Qué? ¿Acaso me matará?

-Lo hará de ser posible.

-Por favor, escúchame- y la tomó del brazo, haciendo que la chica se detuviera, pero no lo miró.

-Katzuki... lo siento- le dijo Akaza bajando la voz- quería tenerte a mi lado, pero no era el modo. Lo lamento- ella lo miró y retiró su brazo.

-Te perdono, pero mejor vete- le contestó- Kokushibo se dará cuenta y estarás en problemas, no hay día que no me diga que acabará contigo por haberme secuestrado y querer forzar una relación.

Mi Luna (Kokushibo x tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora