Capitulo 4

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Un pequeño sonido la despertó, era un golpeteo constante, un sonido metálico acompañado de una sensación extraña en su brazo, como si vibrara.

— No es normal tener metal fundido en la piel — habló una voz pero le parecía muy distante — ahora mismo no debería tener brazo — otra vez repiqueteo el metal — la magia nunca me gusto.

— Lo sé, pero... — hizo una pausa cautelosa y susurro otra voz — lo que logro es increíble, ¿sabes lo que podríamos hacer si solo pudiéramos tener esa energía?

— No — el tono de voz del primer hombre se volvió cortante — y no pienso averiguarlo... vamonos, hay que dejarla descansar y presentar el reporte ante la máscara del torreón negro.

— Digámosle a Cintia que lo lleve, esa mujer me da miedo.

— Y a mí — concordó el de la voz más vieja cuando salieron de la habitación.

¿Qué había pasado? ¿Qué le había pasado a Tiri?, sus propios pensamientos le hacían sentir culpa, ¿Por qué no había tenido más cuidado?, podría intentar averiguar las cosas o al menos pedir perdón pero no se podía mover por el dolor, ni siquiera podía pensar bien, no sabía que palabras eran reales y cuales una ensoñación.

— Tus pensamientos son curiosos sabes — otra voz la sacó de la niebla otra vez, esta era más melódica, estaba casi segura de que era una mujer.

¿Podía leer pensamientos?, eso por alguna razón la puso muy nerviosa, ¿había alguien dentro de su cabeza?

— Sí, puedo leer pensamientos — Derily trató de balbucear algo pero su mandíbula dolía — y no, no hace falta que hables, a mí me encargaron cuidarte, no necesito que hables, mientras estés quieta ahí me basta, a decir verdad no he dormido en días y las runas de energía ya no me hacen efecto, espero que me releven pronto...

Así siguió por minutos y minutos, quejándose de todo en su vida, era algo molesto, pero claro, no podía hablarle para decirle que se callara y pensarlo no funciono. Lo agradeció cuando, después de un tiempo, entraron otras dos personas a la habitación.

— Kimon — dijo la primera, una voz rasposa y cansada, como de un hombre mayor — ya puedes irte.

Al parecer no era una mujer el de la voz melodiosa, ese tal Kimon chillo de alegría y salió corriendo de la habitación. Alguien se sentó en la silla que había dejado.

— Déjanos solas Marcorius — reconocía esa voz, el hombre que al parecer la acompañaba dio un gruñido raro y cerró la puerta tras de si — ¿no te dije que tuvieras cuidado? — exactamente, la máscara estaba regañándola — por suerte ninguna de las dos murió — trató de hablar para preguntar dónde estaba Tiri y como estaba pero las palabras no salieron de su boca — oh, no puedes hablar... espera ahí.

Tampoco podía abrir los ojos así que no sabía que pasaba realmente en aquel lugar, pero si lo sintió, energía fría recorriendo toda su piel y luego entró en su cuerpo, poco a poco fue recobrando algo de vitalidad y logró moverse despacio. Abrió los ojos y ahí estaba, aunque con la máscara todavía puesta, la mujer que ya la había salvado varias veces. Esta se sentó y se quitó la máscara, Derily pudo ver que tenía ojeras bajo sus ojos blancos, casi disimulaban las líneas que salían como arañas de ellos y su pelo había perdido algo de brillo.

— Lamento esto, enserio, pero tengo que hacerlo — echó la cabeza hacia atrás tapándola con las manos — solo no tenías que explotar nada, todos los estudiantes juegan con magia, si castigáramos a todo el que experimenta un poco no habría nigromantes o elementales, pero tengo que castigarte, casi te matas y casi matas también a esa muchacha.

Blackcrown - Sangre y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora