7. La oscuridad invita a la experiencia

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El encuentro con Lisbeth le dejó a Nicolo un sabor amargo en la boca. Lady Sarah, que también se veía afectada, se retiró a descansar luego de ofrecer disculpas, pero Lupe no pareció inmutarse. Después de dejar el curioso cilindro con antenas sobre una mesa cerca de la puerta, sacó de un bolsillo un pequeño aparato que apuntó hacia la escalera principal, desde donde Nicolo y Zarek observaban.

—No somos fantasmas, por las dudas —dijo Zarek, recostándose en el pasamanos—. Que yo sepa, ¿te imaginas que sí fuésemos y no lo supiéramos? —Esto último lo dijo mirando de reojo a Nicolo.

—Si terminara contigo en el más allá, supondría que no me porté del todo bien en vida —respondió Nicolo, entrecerrando los ojos.

Zarek se llevó una mano al pecho, como si el comentario le hubiera dolido de verdad, y exclamó:

—¡Qué maldad! Pero tendrías razón.

A pesar de eso, sonreía, y Nicolo se sorprendió haciendo lo mismo. Mordiéndose los labios para disimular, desvió la vista y se preguntó si era hora de dejarse llevar un poco por la corriente. Una parte de sí ansiaba saber qué pasaría si le seguía el juego a Zarek.

—Lady Sarah dijo que había reportes de apariciones en esas escaleras —dijo Lupe, ignorando por completo el intercambio entre ellos dos—. Una chica de pelo rizado, pero estudié la historia de la casa y aquí no ha vivido ninguna así, eso es lo curioso. Uno de los lugares donde aparece es más o menos por donde están ustedes ahora.

Nicolo miró a su alrededor por reflejo, a pesar de que no sentía ninguna disrupción en el ambiente, y no vio nada fuera de lugar. Lupe, en tanto, subió las escaleras con el aparato hasta donde ellos estaban, los rodeó, y examinó los resultados con el ceño fruncido. Se veía decepcionada.

—¿Confirmas que no somos fantasmas? —preguntó Zarek, siguiendo los movimientos de Lupe con curiosidad.

—Sí, lamentablemente. —Lupe resopló.

Jazz, que había contemplado la escena sin intervenir desde un rincón de la planta baja, habló entonces:

—¿En serio cazas fantasmas, como en las películas? ¿Dónde los metes?

—No, es una forma de decir, vende más. Mi trabajo es detectar actividad sin explicación. Creo que hay muchas cosas que nos parecen sobrenaturales solo porque todavía no sabemos suficiente para explicar su lugar en el universo. Esto, por ejemplo, es un grabador de voces con termómetro incluido. —Lupe levantó el aparato que llevaba en la mano—. Lo uso porque la presencia de espíritus está relacionada con temperaturas bajas.

Nicolo no necesitaba que le explicaran eso. Él siempre había sido friolento. Conocía bien la repentina sensación helada que acompañaba la aparición de un espectro, aunque muchas veces intentara convencerse de que el origen era una ráfaga de viento u otro fenómeno natural. Pero la había sentido incluso en noches de verano, cortando a través del aire caliente como un cuchillo. En ocasiones lo atravesaba, dejándolo con la piel erizada. Recordarlo lo hizo temblar.

—¿Y qué es esta cosa? —preguntó Jazz desde abajo, señalando el cilindro con antenas que Lupe había dejado sobre un mueble. Cuando acercó una mano él, las luces del aparato se encendieron, y un pitido insistente comenzó a sonar.

Jazz retrocedió de inmediato, y el sonido se detuvo.

—Es un aparato que detecta presencias por proximidad —dijo Lupe—. En este caso te detectó a ti, pero si se acercara algo que fuera invisible a nuestros ojos, también empezaría a sonar.

Si el fantasma de la chica del pelo rizado estaba en la sala principal, no se hizo notar mientras Lupe examinaba los rincones haciendo mediciones y dejando cámaras en algunos lugares estratégicos. La casa, paciente, esperaba por el momento propicio.

Juego de fantasmas (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora