Nicolo cerró la mano sobre la piedra que colgaba del cuello de Francesco y esta pareció palpitar en su palma, cálida, como si fuera un corazón en miniatura. Se imaginó tirando de ella hasta romper la cadena, corriendo en dirección a la salida a través del laberinto de fantasmas. Quizás esa vez, luego de recorrer el camino nebuloso hacia la puerta exterior, estaría de vuelta en su mundo, libre por fin de las garras de la casa.
Lo que lo detuvo de intentarlo fue recordar que no estaba solo. No podía irse sin Zarek y el resto, no sabía cómo funcionaba el poder ni cómo reaccionaría la casa. Tampoco tenía la certeza de que aquel fuese el pasado; tal vez aquella fuera una dimensión fantasmal habitada por espíritus que creían estar vivos, o por sombras de una época anterior.
Como si hubiera visto sus intenciones en su mirada, Francesco apartó a Nicolo y lo empujó hacia la pared. Nicolo sintió el mundo sacudirse a su alrededor y dentro de sí cuando su espalda se golpeó contra el muro. Por unos momentos la decoración del cuarto cambió, y en ese corto lapso, el agarre de Francesco se debilitó hasta desaparecer.
Aunque mareado, Nicolo aprovechó ese instante para soltarse y alejarse de la pared. Cayó unos pasos después, sobre el piso alfombrado, y al levantar la vista vio la imagen de Francesco aparecer y desaparecer frente a él una y otra vez. De pie frente a Nicolo, Francesco se alzaba cual si fuera una torre, y su voz, que fue y vino como un péndulo, sonó en las alturas:
—¿Quién eres? —le preguntó a Nicolo—. ¿Qué eres...?
Nicolo retrocedió arrastrándose, e impulsado por la desesperación se puso de pie, a duras penas. Tenía que escapar.
En su camino hacia la puerta la habitación volvió a cambiar. En un abrir y cerrar de ojos, el piso dejó de ser alfombrado y Nicolo casi resbaló en la madera que quedó en su lugar. Las paredes tomaron otro color. ¿En qué época estaba ahora?
Una silla que no estaba allí antes se interpuso en su camino, y Nicolo la tiró al suelo para seguir avanzando en dirección a la salida del cuarto, cuya puerta cambiaba cada vez que parpadeaba: a veces era blanca, otras color madera y con un intrincado motivo tallado, otras negra.
Cada tanto escuchaba la voz de Francesco, en un eco:
—¿De dónde vienes?
Nicolo no se detuvo, aun cuando una fuerza invisible tiraba de él intentando impedir que avanzara. La salida estaba cada vez más cerca.
Cuando por fin consiguió atravesar el umbral de la puerta, la habitación lo escupió hacia un corredor silencioso.
Estaba solo.
Francesco había quedado atrás, aunque Nicolo todavía podía sentir la huella de sus dedos en la piel. Ya no se escuchaba el murmullo de la fiesta, tampoco: solo el de su propia respiración, entrecortada por el ajetreo.
La casa aparentaba estar vacía. Cuando Nicolo recuperó el aliento, algo más se abrió paso a través del silencio: una especie de silbido constante que venía de las luces mortecinas que iluminaban el lugar, un pasillo infinito de paredes en colores amarillentos y alfombras estampadas en tonos bordó.
Nicolo sintió náuseas al volverse hacia atrás. A sus espaldas vio el mismo corredor eterno que tenía por delante. Ni siquiera sabía ya cuál era la puerta de la que había salido. ¿Acaso había perdido su oportunidad y ahora estaba atrapado en una dimensión distinta? El lugar le resultaba familiar de una forma amenazante, un recuerdo lejano de una pesadilla que había elegido olvidar. Aunque si él estaba allí, cabía la posibilidad de que los otros también...
—¿Zarek? —preguntó, con voz temblorosa—. ¿Jazz? ¿Lupe? —En voz más baja, agregó—: ¿Mamá?
La falta de respuesta hizo que el zumbido de las luces se sintiera más invasivo que antes.
ESTÁS LEYENDO
Juego de fantasmas (completa)
Paranormal(LGBT+) Un chico que ve fantasmas se une a un seductor tarotista para resolver un misterio paranormal que los pondrá en peligro. ¿Será el amor un obstáculo o una ayuda? Paranormal/romance. ═════════ Nicolo siempre ha visto fantasmas, aunque desearí...