Carlo recorrió a Nicolo con una mirada tan intensa que este retrocedió unos pasos, como una gacela acechada por un depredador.
—Tiene sentido que el maestro quiera tu cuerpo —dijo Carlo—. Tienes una sensibilidad psíquica que te hace perfecto para canalizar magia y entidades. Eres alguien a mitad de camino entre los mundos, igual que Alicia. Eso es lo que él busca.
Un silencio tenso los separó, mientras Carlo lo examinaba con atención y Nicolo apretaba los puños, preparado para defenderse si era necesario, aunque no tenía idea cómo.
—Pero dices que puedo volver —murmuró Nicolo.
—Sí. La barrera de protección que levantan durante las ceremonias de posesión no está funcionando. Es contra interferencias externas, para que solo el maestro pueda pasar, pero los otros candidatos y tú la hicieron caer, así que la puerta entre mundos sigue abierta. Puedes volver.
Nicolo echó un vistazo a la planicie brumosa en la que se encontraba, aunque sin apartar del todo la vista de Carlo. Su madre le apretó la mano, que se sintió tan real y cálida como si estuviera en su cuerpo físico.
—¿Cómo lo haría? —preguntó Nicolo en un tono suspicaz. Todo se veía igual en aquel lugar donde no existía más que la niebla.
—Podemos mostrarte el camino —dijo Carlo—. No eres el único que tiene asuntos pendientes con el maestro Vitale y la congregación.
Detrás de Carlo se materializaron algunas sombras.
A primera vista era imposible distinguir los rasgos de los recién llegados, ocultos por la densa niebla, pero un par se adelantaron y emergieron de ella lo suficiente para que sus rostros se volvieran visible. El primero se parecía a Carlo y llevaba puesto un traje similar a él, aunque de aspecto más antiguo. Nicolo lo reconoció de su accidentado encuentro con él: se trataba de Francesco, el nieto del maestro. La segunda, de pelo rizado, era una mujer joven de mirada decidida que se adelantó para pararse frente a Nicolo.
A ella también la conocía.
—¿Alicia? —preguntó Nicolo, al entender que se trataba de la misma chica de sus visiones.
—Tenemos que ir antes de que se cierre la puerta —dijo ella.
Sin otra alternativa a la vista, Nicolo fue tras ella a través de la niebla, mientras por el rabillo del ojo percibió otras sombras que se acercaban a curiosear y se unían a la peculiar caravana. No se volteó a verlas, aunque la tentación fuera fuerte.
—No temas —advirtió de pronto Alicia, al detenerse en un lugar que no tenía nada de especial.
—¿Qué? —preguntó Nicolo.
En lugar de una respuesta, Nicolo recibió un tirón que lo hizo caer hacia adelante. Alicia desapareció bajo la niebla, y Nicolo no tardó en entender por qué, cuando se encontró a sí mismo cayendo en lo más profundo de un pozo de paredes anchas que no aparentaba tener fondo.
Mientras caía, Nicolo vio a su alrededor objetos de distintas épocas que flotaban en el aire, algunos de los cuales ya se le hacían conocidos: el teléfono rojo de disco, cuyo auricular flotaba, descolgado; una televisión de tubo que mostraba el final de un viejo partido de fútbol en el que un equipo levantaba la copa; un tocadiscos a través del que sonaba una melancólica canción sobre el fin del mundo; casetes cuyas cintas estaban salidas de lugar y se extendían hacia afuera haciendo que se vieran como un grupo de medusas.
Abajo, abajo, abajo.
Abajo entre libros a medio escribir, artefactos de piedra y sombreros; entre lámparas antiguas con olor a aceite, flechas y tazas café recién servido que desprendían un aroma intenso y hasta salpicaban.
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Juego de fantasmas (completa)
Paranormal(LGBT+) Un chico que ve fantasmas se une a un seductor tarotista para resolver un misterio paranormal que los pondrá en peligro. ¿Será el amor un obstáculo o una ayuda? Paranormal/romance. ═════════ Nicolo siempre ha visto fantasmas, aunque desearí...