Nicolo seguía considerando la propuesta de lady Sarah cuando un empleado se asomó por el umbral de la habitación para avisar que buscaban a Zarek en la fiesta.
Ante la perspectiva de quedarse solo en aquel cuarto, acompañado por libros viejos y retratos de gente muerta que amenazaba con escaparse de sus pinturas, Nicolo decidió bajar también, pero pronto le quedó claro que no estaba en condiciones de trabajar. Con la mente nublada y el cuerpo agotado, sus intentos por ayudar a sus compañeros terminaron siendo un fracaso.
—Vas a romper algo —le dijo su supervisor, al verlo temblar mientras acomodaba unas copas en una bandeja.
Al final, a insistencia de él, Nicolo regresó en taxi a la sencilla habitación rentada donde vivía, que era mucho más pequeña que el estudio de lady Sarah. Los ecos de la fiesta siguieron retumbando en sus oídos por un buen rato y se colaron en su mente cuando por fin consiguió dormir.
Soñó que entraba a un gran salón, esta vez como invitado, y que cargaba una enorme copa de oro en la mano, similar a la de la carta de tarot que había visto antes. Entre la multitud reconocía a Zarek, que tenía una copa igual, y se acercaba a él.
—¿Bailas? —preguntaba Zarek cuando se encontraban frente a frente, y luego de dejar su copa a un lado, extendía la mano hacia Nicolo.
Movido por la osadía despreocupada de los sueños, Nicolo aceptaba. La calidez de la mano de Zarek sobre su espalda era reconfortante, y era por ella que se dejaba guiar por una pista donde bailaban personas que vestían atuendos elaborados de distintas épocas y lugares, desde la América precolombina a la Inglaterra victoriana, pasando por la década de los noventa en el siglo XX. Era como si en aquel punto convergieran todos los tiempos.
Entre paso y paso, Zarek acercaba a Nicolo contra sí y murmuraba una nueva pregunta en su oído:
—¿Aceptarás la invitación de lady Sarah, al final?
Tomado por sorpresa, Nicolo decía la verdad:
—Tengo miedo.
—¿A qué?
Nicolo no llegó a responder.
Despertó sudoroso, confundido por la luz de la mañana que iluminaba las paredes gastadas de su habitación, y un poco avergonzado de sí mismo. ¿Tenía acaso tanta necesidad de compañía que su cerebro se aferraba a cualquier muestra mínima de interés, aunque viniera de alguien que quería venderle un servicio y actuaba igual con todos?
Al menos, a esas alturas se sentía mejor, aunque todavía tenía puesto el uniforme de mesero. Mientras se lo quitaba para bañarse se reencontró con las dos tarjetas que había recibido: la de lady Sarah y la de Zarek. Las colocó una junto a otra para pensar en qué hacer. Más tarde, cuando salía al trabajo, las guardó en el bolsillo de su abrigo.
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La noche anterior se sentía lejana cuando Nicolo comenzó su turno de trabajo en la cafetería, unas horas después.
El sol de la tarde, que entraba a través de los ventanales e iluminaba el interior colorido de la tienda con su luz amigable, hacía que los recuerdos de la fiesta se disolvieran en el aroma a café. Además, allí Nicolo no tenía tiempo de pensar en fantasmas: debía enfocarse en darle la bienvenida a los clientes, en acomodar los dulces en las bandejas, en dibujar animales en la espuma de los lattes. Esto último era especialmente gratificante: aunque estaba a prueba, cada día mejoraba, y las risas encantadas de la gente al ver los diseños hacía que valiera la pena.
—¿Podemos tomarnos una foto contigo? —le preguntó un grupo de estudiantes esa tarde, luego de hacer su encargo.
Para desconcierto de Nicolo, ese pedido era cada vez más frecuente en los últimos tiempos, lo suficiente como para que su jefe hubiera empezado a hacerle bromas al respecto. Nicolo estaba convencido de que era la magia del uniforme.
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Juego de fantasmas (completa)
Paranormal(LGBT+) Un chico que ve fantasmas se une a un seductor tarotista para resolver un misterio paranormal que los pondrá en peligro. ¿Será el amor un obstáculo o una ayuda? Paranormal/romance. ═════════ Nicolo siempre ha visto fantasmas, aunque desearí...