EXTRA #1: Storytime del crush más WTF de Jazz

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La persona más rara con la que salí guardaba un secreto que nunca me van a creer. 

No sé si debería contarles porque van a pensar que estoy mal de la cabeza. Y no, no hablo de la payasa que se ponía el disfraz con nariz roja incluida para las citas, aunque ella está en el top 10. No me juzguen, era muy romántica, tenía que darle una oportunidad. Tampoco hablo de los trillizos que querían estar todos conmigo al mismo tiempo.

No, era alguien más.

Todo empezó una noche en que salí de cantar de un evento. Mientras esperaba el taxi vi una estrella fugaz cruzar el cielo y obvio que le pedí que me trajera romance, pero con alguien mejor que el de la última cita que había tenido, que era un ventrílocuo que solo hablaba a través de muñecos.

Al final no vino el amor, sino mi taxi, pero no me iba a quejar.

—¿Tú es Jazz? —me preguntó el conductor, que tenía un acento rarísimo. Yo asentí.

Según la aplicación del taxi se llamaba Mizar, que es un nombre un poco raro, pero yo no puedo juzgar a nadie por eso. Estaba encorvado sobre el volante, y cuando me senté a su lado entendí que era porque el auto le quedaba chico: su cabeza casi tocaba el techo. Se notaba que era muy alto, y eso no fue lo único que me llamó la atención. Era joven y tenía unos rasgos muy atractivos combinados de forma poco común, los ojos claros y la piel oscura.

—¿Estás bien? —le dije yo, señalando la posición incómoda en la que estaba.

—Sí, es que no estoy acostumbrado a los vehículos de esta lugar.

—¿Sí? ¿Cómo son en tu... lugar?

Mucho muy más grandes.

Wow, ¿y qué lugar es ese?

—Muy lejano, solo estoy por un poco tiempo antes de volver a mi hogar. Pero mientras, me dijeron que hacer esto trabajo sirve para conocer personas y lugares.

Así que resultó que lo del taxi era una ocupación temporal. En realidad era piloto, me contó mientras me llevaba a casa, y por eso le interesaba aprender a manejar todos los vehículos posibles en el universo. También quería probar muchos tipos de comida.

¿Debería haber sospechado algo de él entonces? Tal vez. Su historia tenía unos cuantos agujeros, lo admito. Cuando le pregunté de dónde venía exactamente él sí que respondió; pasa que me dijo que era de Brnaoulx o quién sabe, un nombre que no entendí, y yo no insistí porque me dio vergüenza preguntar y sonar ignorante. ¿Error? Puede ser, pero también me pasó una vez en que salí con una rusa a la que no le entendía nada. Al menos a Mizar se le entendía bastante bien, excepto por esos detalles.

Al final, entre una cosa y otra, quedamos en que nos encontraríamos al día siguiente cerca de la playa, para ir a algún café y que yo pudiera mostrarle más de la ciudad.

Yo fui con ropa ligera, porque ese día el calor estaba imposible, y él se apareció con un abrigo de invierno.

—¿No tienes calor? —le pregunté. Tuve que levantar la cabeza para hablarle, porque era incluso más alto de lo que yo había calculado, más de dos metros.

Él me miró con extrañeza y murmuró que en Xjlfalm, o como fuera que se llamaba su país, era mucho más caluroso. Igual no me llevó la contra, solo se quitó el abrigo y me siguió hacia la cafetería, un lugar lleno de plantas que daba al mar. Él sacó mil fotos de las plantas y de mí. Creo que ver su buena disposición me hizo olvidar el tema del abrigo, sin mencionar que era un excelente fotógrafo.

—Eres un persona muy hermosa —me dijo. Le costaba el tema de los géneros de las palabras porque en su idioma no existían, me explicó. Perfecto por mí.

Juego de fantasmas (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora