44. Puertas que se cierran, puertas que se abren

1.5K 373 1.1K
                                    

La caída de la piedra incrementó la vibración del hoyo dimensional, que rugió hambriento en anticipación a su nueva presa. El suelo de la capilla estaba a punto de colapsar por completo y arrastrar a Nicolo y Zarek al fondo del abismo, junto con los otros. 

Por el rabillo del ojo, Nicolo llegó a ver cómo lady Sarah intentaba salvar el collar al tiempo que se sostenía de una grieta, solo para caer detrás de él cuando todo a su alrededor se derrumbó.

Nicolo también perdió pie. El poco suelo que quedaba debajo dejó de existir.

Esta vez sí que no hay salida, pensó Nicolo, y se imaginó cayendo al vacío, pero Zarek lo sujetó con firmeza. Sostenido por él, colgó durante unos segundos de confusión, como el péndulo de un reloj antiguo. Se le hacía extraño sentir el cuerpo tan ligero, ahora que ya no llevaba el maldito collar, y por eso le costó entender que ya no estaba siendo atraído hacia abajo, sino hacia arriba.

—¡Te dije que me debes, no te voy a dejar ir tan fácil! —le gritó Zarek, mientras quienes estaban arriba lo ayudaban a ascender. Se negaba a rendirse cuando faltaba tan poco. No había dejado a Nicolo caer la primera vez que se habían visto, y no lo dejaría caer ahora.

Nicolo también pensó en aquella noche en la fiesta de lady Sarah, que se sentía como un recuerdo de otra vida a esas alturas, aunque no hubiera sido tan atrás en el tiempo. Con el cerebro nublado, a Nicolo solo le llegaban los ecos del dolor que le quemaba el pecho y le rajaba el antebrazo. La maraña de ruidos a su alrededor retumbaba en sus oídos: el rugido de la capilla que se derrumbaba; las voces distorsionadas de los vivos y de los muertos; un silbido constante que venía del agujero.

Con dificultad, sacó fuerzas de donde pudo para aferrarse a una grieta y seguir subiendo con ayuda de Zarek hasta que los dos se encontraron en una misma saliente en la que hicieron pie. Allí, Zarek aprovechó para rodear a Nicolo con sus brazos, que estuvo tentado a aflojarse del todo al apoyarse contra su pecho.

—Un poco más —murmuró Zarek, y sacudió a Nicolo con gentileza para mantenerlo alerta. Un poco más y podrían tener la oportunidad de ser libres—. ¿Sabes que una forma de leer el futuro es a través de la borra del café? ¿Qué tal si tú prepararas café para consultantes y yo estudiara cómo se lee eso?

—¿Me estás proponiendo ser tu socio o qué?

—¿Por qué? —Zarek acomodó a Nicolo en sus brazos, para asegurarse de no soltarlo en caso de una emergencia. Nicolo respondió prendiéndose de él lo mejor que pudo. La situación habría sido mucho más placentera de haber tenido lugar en otras circunstancias—. ¿No precisas trabajo? Sería un buen negocio.

Nicolo rio para sus adentros y juntos continuaron el ascenso hasta llegar por fin al borde, donde Jazz, Lupe y Paulo los esperaban para ayudarlos a salir de la capilla, de la que solo quedaban los muros exteriores.

—¡Nico, estás sangrando! —exclamó Jazz con alarma, mientras Nicolo y Zarek recuperaban el aliento, apoyados el uno en el otro.

—¡¿Cómo?! —secundó Zarek, que solo entonces reparó en la sangre que goteaba del antebrazo de Nicolo.

Mareado como estaba, Nicolo no le dio importancia, pese a que no se resistió cuando Zarek improvisó un vendaje con un trozo de tela de su propia ropa. A lo que sí se negó fue a recostarse a descansar, por más que lo deseara; otra cosa le llamaba la atención, y era que el suelo todavía vibraba, aunque estuvieran afuera. El sangrado era el menor de sus problemas, porque haber salido de la capilla no era suficiente: el hoyo seguía creciendo. ¿Qué tal si se expandía más allá de la estructura? ¿Qué tal si se tragaba el terreno, el mundo entero?

—Tenemos que cerrar la grieta dimensional —dijo Nicolo, con voz rasposa, y señaló la puerta de madera de la capilla.

—¡Pero...! —Zarek intentó impedir que Nicolo se alejara, pero una nueva voz lo interrumpió:

Juego de fantasmas (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora