La camioneta que llevaría a Nicolo a la mansión pasó por él unos días después, una mañana en que el sol apenas iluminaba la calle con un resplandor adormilado. Nicolo cargó en el maletero un bolso con ropa, pero no mucho más. Según lady Sarah, la casa contaba con todo lo necesario, y no tendrían que preocuparse por la comida, que sería preparada por su asistente.
Nicolo apenas había podido dormir las noches anteriores, demasiado inquieto por la posibilidad de que algún espíritu aprovechara la grieta entre mundos que parecía haberse abierto. Se mantuvo alerta incluso una vez en la camioneta, hasta que esta se detuvo frente al consultorio de Zarek. Mientras esperaban a que saliera, Nicolo se pasó los dedos por el pelo para peinarlo e hizo lo posible por aparentar despreocupación.
Poco después abrió la puerta Zarek, que cargaba una enorme maleta y vestía un traje formal que hizo que Nicolo, que llevaba ropa deportiva, se preguntara si debería haber puesto más esfuerzo en su atuendo.
—¿Sigues enojado conmigo? —le preguntó Zarek al acomodarse en la camioneta. Por si no bastaba con ir vestido como para un casamiento, olía a un perfume exótico similar al de los inciensos de su tienda.
—No te creas tan importante, no he estado pensando en ti —respondió Nicolo.
Era una mentira, claro. Había estado pensando en él más de lo que quería admitir, tanto que tenerlo sentado al lado, en carne y hueso, le resultaba extraño. No se atrevía a mirarlo directamente, por miedo a que se le notara el interés, así que se limitó a echar un vistazo de reojo. Podía ser irritante, pero lamentablemente era atractivo.
—Ya veo, es que yo sí me quedé pensando —murmuró Zarek.
—No te preocupes, no voy a hablarle mal de ti a nadie... —comenzó a decir Nicolo. Lo siguiente no lo dijo en voz alta. Con disimulo miró al conductor del vehículo, luego a Zarek, y después movió los labios para formar las siguientes palabras—: Aunque tenga razones.
Zarek suspiró y negó con la cabeza, mientras Nicolo subía la capucha de su abrigo para refugiarse en ella y se cruzaba de brazos.
—Quizás podamos hablar más adelante y aclarar algunas cosas —dijo Zarek—. A solas, ¿qué te parece? —La última frase venía envuelta en un tono cómplice.
El calor se acumuló en las mejillas de Nicolo, que agradeció que su rostro estuviera ensombrecido por la capucha. Le daba curiosidad, por más que deseaba que no le importara, y esta intriga se transformaba en un molesto hormigueo. Tenía que tener una charla seria consigo mismo sobre la forma en que su cuerpo reaccionaba contra su voluntad a las provocaciones de aquel charlatán.
Se le ocurrió que lo mejor que podía hacer de momento era no responder, así que gruñó algo inteligible y se dejó mecer por el movimiento de la camioneta hasta que este lo sumió en un sueño, que resultó más pacífico que el de todos los días anteriores. Era como si los susurros de los miedos que lo acechaban hubieran sido acallados. Cada tanto despertaba para descubrir que el paisaje de la ciudad había sido sustituido por retazos del verde de las afueras, y volvía a dormirse.
Cuando despertó del todo fue con el sonido de una suave conversación animada entre dos voces. Una pertenecía a Zarek, que hablaba en un susurro; la otra era familiar, también.
—Es que todas estas espadas me dan miedo —dijo la segunda voz—. ¿Por qué esa chica de la carta del Ocho de espadas está atada? No parece que sea porque quiere. El único que me gusta es este chico, el Paje de espadas —agregó, en tono juguetón—, quizás haya alguien con una espada poderosa esperando por mí en esa casa...
Zarek rio.
—El asistente de lady Sarah está bastante bien, aunque esa carta también podría representarte a ti. El Ocho de espadas tiene que ver con sentirse acorralados, sin saber adónde ir, pero también hay cartas positivas en la tirada, y el Paje de espadas es una de ellas.
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Juego de fantasmas (completa)
Fantastique(LGBT+) Un chico que ve fantasmas se une a un seductor tarotista para resolver un misterio paranormal que los pondrá en peligro. ¿Será el amor un obstáculo o una ayuda? Paranormal/romance. ═════════ Nicolo siempre ha visto fantasmas, aunque desearí...