37. ¿Qué tanto se puede confiar en una voz seductora?

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Nicolo ya no tenía certeza alguna de cuándo había empezado a escuchar la voz de la piedra. Esta se las había ingeniado para arrastrarse poco a poco hacia su interior y confundirse con sus pensamientos, con su conciencia, reconfortándolo cuando tenía miedo, actuando como un faro cuando estaba perdido. ¿Cuáles de sus ideas eran suyas? ¿Cuáles venían de ella? ¿Desde cuándo, exactamente?

De lo que sí estaba seguro era de que algo se había activado una vez que tuvo el collar en su mano: un canal directo entre él y una magia poderosa, desconocida, que entibió su cuerpo y disolvió el dolor. Junto con ella comenzó a escuchar el susurro de una voz masculina que lo acarició por dentro, distrayéndolo del exterior. La voz le agradecía por recuperar su joya, olvidada en el fondo de aquel triste lago, y le pedía perdón por los inconvenientes. Solo quería volver al lugar donde pertenecía, con su dueño, el fundador de la casa. Después, le prometió, las puertas volverían a abrirse para que todos pudieran salir.

Nicolo tuvo que esforzarse en escuchar lo que le decía, entre el caos que le siguió.

—¿Estás bien? —le había preguntado Zarek, y luego Jazz, y luego lady Sarah, cuando apareció en la orilla del lago.

Abrumado, Nicolo solo dijo que sí, una y otra vez.

—Déjame mostrarte el camino —insistía la voz que se había infiltrado en su interior.

En el seno del bosque donde se escondió junto a Zarek, para escapar de las gárgolas, la voz se volvió más borrosa. A Nicolo le habría gustado quedarse allí con él, refugiado entre sus brazos, el lugar en que las aguas agitadas de su mente se calmaban, como si los dos estuviesen dormitando junto a un mar sereno. Pero sabía que no debía hacerlo.

Si quería darle al resto la oportunidad de escapar, tenía que encontrar la tumba del fundador para devolver aquella piedra a su lugar de origen. Ese había sido el trato desde el principio. El collar actuaría como una brújula que lo llevaría con el fundador, y a cambio de eso, la casa les permitiría salir. ¿Era esa certeza producto de su propia mente, sin embargo, o venía de otra parte?

En cualquier caso, alejarse de Zarek era necesario para cumplir con su parte del trato. Antes de dejarlo atrás le entregó el mensaje de su hermano, en caso de que algo saliera mal. Las palabras se escaparon de su boca a borbotones, desordenadas, como si no fueran del todo suyas, tanto que el propio Nicolo se sorprendió al escucharlas salir. El desconcierto que descompuso el rostro de Zarek rompió su corazón, pero era mejor así. Le daba la oportunidad de escapar.

Nicolo se alejó corriendo, impulsado por una fuerza que guio sus pasos a través del bosque, entre los recovecos de los troncos y caminos escondidos. Avanzó con la misma seguridad con la que lo hubiera hecho en pleno día. Cuanto más se alejaba de Zarek, más grande era su certeza de hacia dónde tenía que ir. Un viento que llegó desde arriba lo invitó a levantar la vista.

En el cielo, por encima de los árboles, sobrevolaban las gárgolas de antes, excepto que ahora Nicolo no les tuvo miedo. Estaban allí para custodiarlo, para asegurarse de que llegara al lugar indicado sin interrupciones. Volaban en la misma dirección en la que él avanzaba, hasta que en cierto punto comenzaron a descender.

Poco después, el bosque se abrió para Nicolo justo a tiempo para ver a las gárgolas aterrizar en un claro, junto a dos personas que él ya conocía: una era lady Sarah, quien le dedicó una sonrisa a Nicolo y luego acarició el cuello de una de las bestias de piedra, que se inclinó contra su mano. La otra era Amatista, la vidente, que llevaba puesta una túnica ceremonial blanca, adornada con apliques rojos y dorados, que le cubría hasta los pies. No era un fantasma.

Detrás de ellas se levantaba, orgullosa, la capilla que Nicolo había visto desde su ventana, aunque no estaba derruida, sino en perfectas condiciones. La rodeaban antorchas clavadas en el suelo que despedían luces que hacían resaltar los adornos metálicos de la fachada.

Juego de fantasmas (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora