Capítulo 20❤️

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Los Byers.

Ir yo sola al centro comercial era maravilloso, ir con mi hermana era agradable, pero ir con mi padre es una verdadera odisea. Me llevaba de la mano a rastras por todo el lugar con la intención de comprar algún postre para llevar a la reunión donde finalmente conoceríamos a su nieva novia. Papá tenía la urgencia de comprar todo faltando veinte minutos antes de la hora acordada.

Mi hermana había preferido esperarnos en el auto. Nada tonta.

Las personas nos veían de forma extraña. Todo el pueblo conocía a mi papá y se extrañaban de su caótica forma de ser fuera del trabajo. Yo ya estaba acostumbrada a eso. Podía ser el hombre más serio del planeta dentro de la comisaría, pero en casa siempre deambulaba en calcetines y con un plato de cereal de colores en las manos. Eso le quitaba cualquier título de autoridad.

—¿Qué es lo que quieres comprar exactamente? —le pregunté luego de dar un par de vueltas.

—¡Algún postre! —espetó con obviedad.

—Papá, acabamos de pasar por dos pastelerías.

—Sí, pero no sé si un pastel le gustará a ella —se rascó la cabeza y miró hacia todas direcciones.

Yo me dejé de caminar y esperé a que lo notara para comenzar a hablar.

—Estás nervioso ¿Verdad? —hablé tranquila.

—No —negó con la cabeza.

—Todo saldrá bien —le tomé un brazo—. Te prometí que no le arrancaría la cabeza a nadie —intenté bromear.

—No tengo idea de qué le podría gustar a ella, no sé qué llevarle —resopló.

—Le gustas tú, papá —sonreí—. Cualquier cosa que lleves le encantara, aunque... si pides mi opinión, una tarta es perfecta.

Salimos del centro comercial, yo con una tarta de queso y moras en las manos y mi padre con una lista de quejas sobre lo caro que estaba todo.

Me acomodé en el asiento trasero, dejando a mi hermana delante con el gruñón y cruzamos todo el pueblo para llegar a una alejada casa. Era grande, como la nuestra, pero se veía mucho más acogedora. Quizá eran los rosales en la entrada, los columpios que se veían al fondo del patio o lindo perro que salió corriendo a encontrarnos.

—Emma, no toques al... —mi padre detuvo su sermón al ver que yo ya estaba en cuclillas acariciando al perro. Suspiró y rodeó los ojos.

Mi hermana y él caminaron hacia la casa mientras yo me quedé haciéndole mimos al perrito un momento más. No era de alguna raza en particular, pero era bastante lindo y simpático.

De la casa salieron tres personas. Una mujer de cabello castaño y simpática sonrisa. Un chico que aparentaba tener mi edad con cabello del mismo color que su madre y ojos pequeños. Al lado de ellos se detuvo Will. Sí, el mismo Will que conocí en casa de Mike.

Mi hermana, él y yo nos quedamos viendo sin comprender muy bien la situación.

—Tu eres... —balbucearon Jane y él al mismo tiempo.

—¿Se conocen? —preguntó papá.

—Sí, él es amigo de Mike —explicó mi hermana.

Yo me acerqué a la escena y la mujer me sonrió genuinamente en cuanto cruzó mirada conmigo.

—Bueno, creo que a Will ya lo conocen —dijo—. Este es mi hijo Jonathan —señaló al chico de mi edad.

Se veía bastante serio, sólo nos miró y levantó las cejas a modo de saludo.

La hija del Policía ﹝+18﹞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora