La hija del Policía ﹝+18﹞

Capítulo 10❤️

La pelea.

Caminé hacia afuera de la escuela con esa gran sonrisa. Ya era de noche, corría mucho viento y había relámpagos, en cualquier momento empezaría una tormenta.

Me asustaba caminar a casa, pero no le pediría a Eddie que me llevara. Mi orgullo estaba por encima de eso.

—¿Te piensas ir sola, hermosa? —dijo detrás mío.

Me giré emocionada esperando que fuera Eddie.

—¿Billy? —exclamé sorprendida.

Iba saliendo de la escuela con pantalones vaqueros, una playera sin mangas y el cabello mojado.

—¿Qué haces tan tarde en la escuela? —pregunté.

—Tenía entrenamiento —sonrió— ¿Quieres que te lleve?

—Eh... —dudé un momento—. Estaría bien —respondí al ver que no me quedaban muchas opciones.

—¡Vamos! —ordenó.

Caminamos hasta su carro y Billy me tomó de la cintura para mirarme a los ojos.

—¿Me puedes recordar lo que hicimos el sábado? —susurró con un tono ronco de voz.

—Billy, eso sólo fue parte de un juego —expliqué nerviosa.

—La manera en la que me besaste no me pareció parte de un juego —me recargó en el cofre del su fino auto deportivo y me tomó agresivamente del cuello para besarme.

—¡Billy, por favor! —separé mi rostro del suyo.

—No te hagas la difícil, Emma —murmuró mientras me besaba el cuello—. Todos sabemos que no eres una santa —me echó una mirada cínica.

—¡Billy, déjame! —ordené molesta.

Ignoró cualquier cosa que le dijera mientras intentaba arrancarme la ropa a como diera lugar.

—¡Detente! —le grité en repetidas ocasiones.

Parecía como si hubiera sido poseído y no escuchara nada de lo que le pedía. Yo estaba entrando en pánico, trataba de alejarme, pero su fuerza era increíble, me tenía dominada contra el auto y sentía como empezaban a caer gotas de lluvia sobre nosotros.

Tomó con sus dos manos el cuello de mi playera y la rompió para poder llegar hasta mis pechos. Con esto también salió volando hasta el piso el collar de Eddie.

Comencé a llorar al ver eso, en cuestión de segundos estaba destrozando lo que más amaba, sobre todo mi integridad.

Metía sus sucias manos entre el sostén y mis pechos, los apretaba de manera brusca y dolorosa.

Estaba en completo terror, sentía su miembro haciendo presión sobre mí a través de la ropa y lo único que podía causarme era repulsión y miedo.

Me desabrochó el pantalón con agresividad sin dejar de besarme el cuello. Tomó la hebilla de su cinturón y escuché el ruido metálico mientras lo desabrochaba.

—¡Billy, no me hagas daño! ¡Por favor! —le suplique.

—¡Cállate ya! —me tomó del cuello—. A mí no me vas a dar órdenes ni me vas a dejar con las ganas como lo hiciste el sábado —gritó mirándome a los ojos.

Sentía la presión de su mano sobre mi cuello mientras me miraba con rabia como queriendo reclamarme algo.

Me soltó, pero aseguró con sus grandes manos mis muñecas sobre mi espalda y me hizo girar hasta quedar de frente a su auto. Tomó mi cabeza y me azotó contra el cofre del auto, haciendo que mi rostro golpeara el frío metal.