3. Visiones.

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Tuvo que cargar a Minnie hasta el autobús mágico que los iba a llevar hasta la ciudad.

Se subieron y el se sentía cansado. Ella convocó una botella de agua y se la dio con burla.

-Cada día eres más débil rubio.

-Y tu cada día pesas más -dijo con la respiración entrecortada y le dio un gran sorbo a la botella de agua-.

Ella le frunció el ceño pero decidió ignorarlo, siempre la molestaba con eso pero sabía que solo bromeaba.

Ella tenía una figura esbelta a pesar de que siempre en vacaciones disfrutaba de ir a comer hamburguesas y pizzas con su papá.

-¿Necesitas ir a alguna tienda en específico? -dijo tras haberse recuperado de su maratónica carrera-.

-Iré por algunos ingredientes para pociones y también unos libros que ocupo...

-Tú SIEMPRE necesitas libros.

-Por supuesto -le sacó la lengua con una sonrisa de lado-.

-¿Y después de eso...? -pregunto el rubio un poco desesperado por saber si ella hablaría con él de lo que la frustraba-.

-¿Necesitas comprar algo tú? -volteo a verlo Minnie con una sonrisa que lo hipnotizo-.

-Yo...este -se sonrojó por su falta de dicción-. Necesito unos nuevos guantes de Quidditch.

Minnie rodó los ojos.

-Nunca he comprendido porque te interesa tanto ese deporte. Además no has entrenado como es debido -alzo una ceja en su dirección-.

-Por supuesto que si, asisto a cada entrenamiento sin falta...

-Claaaro, por eso me puedes cargar sin dificultad y subir la torre sin parecer un viejo de ochenta años en un maratón.

-Oye... -exclamo avergonzado viendo hacia los lados para ver si alguien los estaba escuchando-. Todavía no han determinado por que me pasa eso.

-Tía Lena ya te llevó con el doctor, ¿no?

-Si, algo así...

Puso los ojos en blanco al recordar su visita al médico aquel diciembre pasado.

-Miller, Drake. Adelante por favor.

Una amable enfermera de aproximadamente cuarenta años lo hizo pasar al consultorio siendo seguido por detrás de su mamá.

Se sentaron en las sillas que ahí había disponibles para los pacientes.

Un doctor algo mayor estaba detrás del escritorio.

-Buen día joven y señora Miller -les dio una sonrisa amable-. ¿A qué se debe su visita?

-Mi hijo... -comenzó a hablar su mamá debido a que el mantenía la mirada baja- práctica un raro deporte, pero a pesar de eso él se fatiga con regularidad.

-Bien, veamos que ocurre.

El doctor lo examino exhaustivamente, le hizo algunos análisis y finalmente le hizo algunas preguntas de rutina.

-Y bien joven, por lo que veo esta a punto de cumplir 17 años...

Drake asintió, sin imaginar el rumbo que tomaría aquella conversación.

-¿Ya ha comenzado su vida sexual? -pregunto con total tranquilidad, haciendo anotaciones en una libreta-.

Drake se puso rojo como un tomate.

Herederos perdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora