Habían pasado un par de días desde el entierro de Lucius Malfoy.
Draco se encontraba en el jardín trasero lanzando una pelota de béisbol distraído.
No dejaba de pensar en la pequeña conversación que había tenido con Lucius antes de que abandonara este mundo.
No se había atrevido aún a dar un paso más con Narcissa ya que estaba muy afectada por la pérdida de su esposo, además de que todos los días estaba rodeada de personas y no se sentía con la suficiente confianza como para pedirle hablar a solas.
Aquel día en especial estaba Sirius deambulando por la mansión -como todos los días, cabe mencionar- quien también le habia dicho un par de cosas que le daban vueltas por la cabeza.
-¿Qué tal muchacho? ¿Por qué te encuentras apartado de todos?
No se había percatado en que momento había llegado el hombre a su lado.
Lo saludó con una inclinación de cabeza y se encogió de hombros.
-No me gusta estar rodeado de tantas personas, menos si no las conozco en absoluto.
-Ni a mi, es un poco agobiante ¿verdad?
Asintió, se mantuvieron en silencio un par de minutos viendo como las personas rodeaban a Narcissa y Harry tal como lo venían haciendo desde el funeral a todas horas.
-Sabes una cosa, me recuerdas un poco a mi, muchacho.
Draco lo miró un par de segundos, receloso.
-¿Por qué, señor?
-Cuando era joven, -comenzo a relatar Sirius con una leve sonrisa- le di muchos problemas a mis padres por no querer seguir las tradiciones familiares.
-Yo no... -comenzo a negar pero Sirius lo detuvo-.
-Aunque no lo quieras aceptar, estás renegando tu sangre, a tu familia -solto un suspiro-. Sé lo agobiante que puede llegar a ser tener tantas responsabilidades de golpe, de tener que encajar en un lugar desconocido lleno de sanguijuelas que solo te buscan por tu posición y dinero.
Draco sintió un deje de alivio recorrerle, tal vez por fin iba a tener alguien con quien compartir sus inseguridades aunque una mueca surcó su rostro imaginando hacia donde iba aquella conversación.
-No estoy aquí para convencerte de aceptar lo que te quieren imponer -aclaro rápidamente Sirius-, yo desde muy pequeño rechacé este estilo de vida y todas las reglas que venían con ella. Me resultaba repugnante la manera en que trataban con sus hijos como si fueran monedas de cambio -hizo una mueca desagradable- por lo que me alejé de todo. Pero también entiendo el dolor de la pérdida y del sufrimiento. Es doloroso perder a personas que te importan y no poder estar al lado de ellas solo porque te prohíben hacerlo.
Draco sopeso las palabras de Sirius, una pregunta salió de sus labios con curiosidad.
-¿A quienes ha perdido? -casi se daba una palmada en el rostros por su imprudencia-.
Sirius soltó un suspiro, sonrió con tristeza y apartó la mirada.
-A mi hermano menor y tiempo después perdí a mi esposa.
Draco se quedó en silencio, observando a Sirius con aire culpable.
-Lo siento, no quería...
-Tranquilo chico, no pasa nada -le dio un par de palmaditas en la espalda-. A lo que quiero llegar -prosiguió Sirius-, es que me gustaría darte un consejo que espero y te sirva. No te dejes consumir por todas esas tradiciones y ritos antiguos, construye tu propio camino y llegarás muy lejos. Y por supuesto, piensa bien en las personas que quieres que estén a tu lado para recorrer el camino que tienes por delante para que te apoyen.
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Herederos perdidos
FanfictionUn par de bebés de las familias más importantes del mundo mágico fueron arrebatados de sus hogares. Tras años creyendolos sin vida, aparecen como un rayo de esperanza en medio de la guerra.