30 de diciembre de 1979.
Observó por la ventana sin ver nada realmente. El dolor dentro de mi es insoportable.
¿Como pudieron llevarse a dos seres inocentes?
Esa pregunta se repetía día y noche dentro de mi.
Narcissa estaba igual de destrozada que yo.
Nos habían arrebatado lo mas preciado en nuestras vidas.
Nuestros esposos y amigos llevaban una semana sin descansar en su búsqueda.
No dejaron huella esos infelices.
Incluso el departamento de aurores está ayudándonos.
Yo debería estar ahí afuera con ellos. Tratando de encontrar a esos malditos desgraciados y asesinarlos con mis propias manos.
Pero no podía, mentalmente no estaba consciente de lo que pasaba a mi alrededor y eso era peligroso.
Incluso para un auror calificado como lo era.
Apreté los puños con ira.
-Los encontraré y voy a hacer que paguen cada uno de sus pecados.
No supe en que momento empezaron a caer las lágrimas de mis ojos.
Me levanté cuando sentí que había descargado un poco de la ira que sentía.
Fui hacia el escritorio y tome una hoja y una pluma.
Escribí por lo que creo que fueron horas, muchas páginas donde le decía a mi pequeña que me perdonará por no haberla salvado. Por no haber sido demasiado rápida.
Algunas lágrimas traicioneras volvieron a salir y entorpecieron las letras que ya había plasmado pero eso no me detuvo. Continúe relatándole cuan felices habíamos sido con su llegada y el poco tiempo que pudimos compartir a su lado.
"Mi pequeña, espero que algún día logres perdonar a tu estúpida e infantil madre. Tú y tu padre son lo más sagrado que tengo en mi vida y haré cualquier cosa por ustedes.
Incluso daría mi vida por la de ustedes.
Espero logres perdonarme algún día.
Te adora
Tu madre."
Firme la carta y puse el sello de la familia. La puse dentro de un sobre y lo encante para que solo mi pequeña pudiera abrirlo.
Limpié con fuerza las lágrimas que aún se mantenían en mi rostro y caminé con determinación hacia afuera.
Había llegado la hora de cazar algunos mortífagos.
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Herederos perdidos
FanfictionUn par de bebés de las familias más importantes del mundo mágico fueron arrebatados de sus hogares. Tras años creyendolos sin vida, aparecen como un rayo de esperanza en medio de la guerra.