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—Yo si estoy feliz de que estes aquí, Rachel—le sonrió a su hermana mayor, con esas sonrisas que hacían sentir a Rachel que lo tenia todo y que le llenaban el corazón. No había nadie a quien quisiera más que a Robin.

—Gracias, yo también estoy feliz de verte.

—¿Sabes?, estuve vendiendo helados el año pasado. Abrieron un centro comercial y era grandioso. Aunque pasaron un par de cosas que bueno, lo arruinaron, fue muy interesante y loco, pero si te digo no me vas a creer, pero todo es verdad, eventualmente te lo contaré, absolutamente todo. —empezó a hablar rápido y entre balbuceos, dando a entender que estaba emocionándose por el tema. Rachel sonrió divertida

—¿Qué sobre ese chico del que me contaste? —soltó de repente la mayor, haciendo que esta se detuviera por completo, y la mayor la mirara confundida—¿Paso algo?

—Ah no, —sonrió—es mi amigo, como amigo amigo

Rachel asintió, dando a conocer que había entendido a que se refería.

—¿Qué sobre ti?, nunca querías hablar de tus amigos y nunca mencionabas a nadie, solo preguntabas sobre nosotras.

Rachel no pudo evitar que una sonrisa se asomara por sus labios, sabia que Robin se daba cuenta que siempre evitaba hablar de su vida y también sabia que iba a sacárselo en la cara en cuanto pudiera. Robin era más directa en todos esos aspectos.

—Bueno, las llamadas desde allá salen bastante caras, Rob. No tenia tiempo para hablar sobre mí, solo quería saber sobre ustedes.

—Okay, pero ya no estamos hablando por llamada. Cuéntame.

Robin se sentó en la banca hasta la que habían caminado, justo a unos cuantos metros del local de helados al que iban caminando. Rachel suspiró, sabiendo que su hermana era terca y que no iba a pararse de ahí hasta que supiera todo lo que quería saber.

—¿Qué quieres saber? —se sentó a su lado, obteniendo el cien por ciento de la atención de la Buckley menor.

—Todo lo que quieras decirme. Pero quiero que sepas que sé que el dinero de la llamada no era la razón; me dejabas hablar un montón contándote sobre mis amigos y nunca me dijiste sobre el cobro de las llamadas. Puedes confiar en mí, Rachel.

La mayor asintió levemente y dirigió la vista hacia el cielo, observando unas pequeñas nubes en éste y escuchando a los pájaros volar de un lado a otro

—Yo... estoy bien, estaba muy bien. Tenía amigas, como cuatro —ambas soltaron una risita ante el comentario —Y después conocí a Jack, él... es guapísimo, demasiado al parecer. Tiene el cabello café, es alto, y una sonrisa preciosa, lo amarías Robin, es inteligente, amable, pero también es un idiota.

Hizo una pausa, no dolía ya, pero no era algo de lo que encantaba hablar. Sintió la mano de su hermana sobre la suya y sonrió

—No me duele hablar de esto —aclaró—Jack me engañó con dos de mis amigas, él dijo que fue porque ambas son muy bonitas, y que al menos ellas no se quejaban de... muchas cosas, era más fácil estar con alguna de ellas que conmigo. Al final, me enteré que mis otras dos amigas siempre supieron de Jack con ellas, y terminé sin amigas.

Robin suspiró triste y apoyó su cabeza en el hombro de su hermana. La quería, la amaba, y escuchar eso le dolía por su hermana.

—Después creció mi amistad con Marie, es una buena persona, y es una gran amiga. Ella fue la que me convenció de venir, Robin.

—Entonces me cae bien Marie.

—Y realmente no hay nada más que contar, estoy de vacaciones en el trabajo. Las otras cuatro, junto a Jack, fueron los primeros que conocí y me encerraron en solo ellos, no dejes que tus amigos te hagan eso, Robin. A mi me paso porque estaba asustada y sola, pero no me arrepiento, Jack tenía algo bueno a pesar de todo, y no me quede con las ganas de mandarlos a la mierda, a ninguno. ¿Feliz?

—Por ahora

Rachel volteó los ojos y se puso de pie, teniéndole la mano a su hermana para que también lo hiciera, y así lo hizo. Caminaron hasta el local de helados y pidieron un par de conos.

—Por la noche iremos con mis amigos, quiero que los conozcas, Rach. Son buenas personas, un poco idiotas, pero buenas personas al final del día.

Robin sabía que su hermana parecía estar desinteresada sobre todo y todos, probablemente era por estar aquí, en Hawkins y pensaba que tenia que actuar así para volver a ponerse un escudo ante todos, ante su madre. Sabía que era difícil para ella volver a casa, cuando hace más de dos años y medio se había ido

Para Robin todo era complicado, estaba pasando por sus propios problemas, pero ver y tener a su hermana en casa no era uno de ellos, al contrario, eso la hacía más feliz, pero después sentir la tensión entre su madre y su hermana mayor le ponían los pelos de punta, le daban nervios y se paralizaba. Normalmente era buena para defenderse o al menos para siempre decir algo, pero todo cambiaba cuando era su propia familia la que pasaba por algo así

Caminaron a casa de nuevo, platicando y riendo de pequeñas cosas que recordaban juntas y que las hacía feliz, recordaban cuando su padre las llevaba a "pescar", aunque nunca atrapaban ningún pescado, llegaron a la conclusión repetidas veces que ni siquiera había algo que pescar en Hawkins, o cuando jugaban con su padre, cuando les enseñaba cualquier deporte, como el beisbol, futbol, baloncesto, o simplemente cuando Rachel podía estar cerca de su madre.

Pero todo se complico cuando Rachel tenía ocho años, después de eso, solo podía recordar cosas buenas entre Robin y ella.

—Te bañas primero y después yo —dijo Robin y Rachel asintió. Sabia que la menor estaba emocionada y nerviosa por presentarla con sus amigos, juraba para sí misma, que ellos iban a amarla y ella a ellos. Y esperaba que algo así la hiciera quedarse en Hawkins, con ella, con su familia. 

N.A; por la noche publicaré otro capítulo.

Rachel Buckley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora