31

3.2K 301 54
                                    

Se separaron después de un par de besos, cálidos, tranquilos, dulces, con delicadeza, incluso Billy parecía tener cuidado de no lastimarla, sus labios parecían no querer lastimarla, como si no quisiera alejarla al hacerlo más desesperado. 

—Rachel, tienes el pantalón mojado—murmuró Billy, al sentir la pierna de la mencionada sobre la suya, y sentir todo el pantalón húmedo

—Ya sé

—¿Hasta donde te queda el suéter?—volvió a preguntar. Rachel observó el suéter, sabiendo que le quedaba gigante, y que le tapaba la ropa interior, ambos lo sabían.—Quítatelo

Rachel sabía que tenía que hacerlo, desde que se quitó la blusa, pero tenía pena de hacerlo. Miró a Billy, y se desabrocho el pantalón. Ya lo había besado, cuando llevaba todo el tiempo controlándose, e iba a dejar de hacerlo. 

Se bajó el pantalón, quitándoselo por completó y lo aventó al piso de la parte delantera, donde yacía su blusa. Se acomodó el suéter, y se volvió a sentar, sintiendo toda la tensión en el ambiente, sintiendo la intensa mirada de Billy sobre ella. 

Se acercó a él, acunando su rostro entre sus manos y lo besó, de nuevo, sintiendo como el movimiento de sus labios sobre los de ella era todo lo que necesitaba, ella misma hizo que los besos subieran de intensidad, besándolo con desesperación, sabiendo que era todo lo que quería hacer, todo el tiempo.

La lengua de Billy en contacto con la suya la desesperaba aún más. Había estado soñando con besarlo desde hace días, y ahora no quería dejar de hacerlo nunca. 

Hargrove se separó de ella, mirándola a los ojos un momento, con las pupilas dilatadas y la respiración acelerada. Rachel sonrió y le dio un corto beso en los labios, confirmándole que todo estaba bien y que quería que continuara. El rubio bajó sus besos por el cuello de la segunda Buckley y la fue recostando levemente contra el auto, sintiendo como su respiración se aceleraba cada vez y su pecho no dejaba de subir y bajar notoriamente. 

Billy sonrió contra su cuello y después bajo aún más, subió las manos a sus pechos y empezó a masajearlos, mientras seguía bajando con lentitud, tomo el inicio de sus bragas y las quito por completo, deslizándolas por sus piernas. Se quitó la chaqueta con rapidez, aventándola al piso. Podían escuchar las gotas de lluvia chocando contra el asfalto y contra el auto. Rachel dobló las piernas y las abrió un poco. El rubio sonrió, y Rachel no iba a poder olvidarse de esa sonrisa nunca. Bajo hasta quedar cerca de su zona intima, dejando pequeños besos en el monte de venus, haciéndola querer apretar las piernas, le daba pena porque nunca antes le habían hecho eso

Pero a Billy no le molestaba que ella apretara las piernas, al contrario, lo motivaba más. Con cortos besos siguiendo bajando hasta llegar al clítoris, en dónde empezó a usar la lengua, recorriendo tanto como podía, bajando por los labios mayores y menores con la lengua, con las manos apretándole los muslos, que a su vez, se mantenían firmes y trataban de juntarse, pero la cabeza de Billy en medio de sus piernas se los prohibían. Dirigió sus besos hasta el interior de sus muslos, sonriendo contra estos al verla arquear la espalda, sabiendo que le gustaba lo que estaba haciendo. Volvió a su zona intima, en donde volvió a usar la lengua, a la vez que succionaba cada parte de ella. Rachel arqueaba la espalda cada vez más, empezaba a mover las caderas con rapidez y pequeños gemidos se escapaban de su boca, sin poder retenerlos por más que eso quería.

Cuando Rachel no pudo controlarse más, dejó que los gemidos salieran de su boca con fuerza y apretaba a Billy aún más contra su vagina, sentía que iba a terminar en cualquier momento, sentía que nunca había tenido tanto placer en la vida. Billy se separó y la miró a los ojos, pasando la lengua por su labio inferior.

—¿Ya vas a aceptar que sí sientes lo mismo?, ¿Qué si estas enamorada de mí?—dijo, sonriendo de lado, con voz firme y burlona. Rachel no dijo nada. No tenía tiempo para eso. Se puso de pie y se sentó sobre él, mirándolo a los ojos todo el tiempo

—Cállate—dijo, quitándole el cinturón, y después desabrochándole el pantalón con desesperación, Billy levantó la cadera levemente, aún con ella encima de ésta, y ayudo a bajarse el pantalón un poco, lo suficiente para que ella pudiera hacer lo que quisiera. Rachel se acercó y lo besó, a la vez que masajeaba su pene por encima del bóxer negro. Billy sentía que eso era todo lo que necesitaba, era diferente, se sentía mucho mejor que cualquier otra vez, se sentía diferente porque era Rachel con quien se supone debía ser, lo sabía. 

Rachel se separó, sacando el pene del interior de los bóxer, lamió su mano derecha, y la bajó hasta éste, masturbándolo un poco, ya esta erecto, tanto como nunca. Billy jamás había estado tan excitado como en ese momento, verla necesitando tenerlo dentro, lo estaba volviendo loco.

Billy se mordió el labio inferior, sintiendo la mano de Rachel subiendo y bajando por todo su pene. Había soñado con esto tantas veces que ahora parecía irreal. Hargrove no pudo evitar que pequeños jadeos salieran de sus labios. Rachel volvió a besarlo, lo necesitaba, necesitaba sentir sus labios contra los suyos. 

La mayor de las Buckley no aguantó más, posicionó el pene de Billy y estaba lista para meterlo en ella

—Espera, hay condones en la guantera—la detuvo, por más excitado que estuviera, no los olvidaba. No quería tener hijos ahora, de hecho, pensaba que nunca iba a tener tenerlos. 

Rachel se asomó a la parte delantera, inclinándose y estirándose todo lo que pudo para alcanzarla, causando que el suéter se subiera un poco, dejando a la vista su trasero. Billy le empezó a dar pequeñas nalgadas a la vez que las apretaba y masajeaba. Rachel observó un montón de condones en el lugar, y aunque quería hacer preguntas, no iba a hacerlo en ese momento. El rubio le dio una última nalgada, con más fuerza que las anteriores, dejándole la mano marcada.

—Esa sí me dolió, Billy.—se quejó, devolviéndose a donde estaba, encima de él. El mencionado sonrió con gracia y empezó a masajearle el trasero de nuevo. Rachel abrió el sobre del condón, poniéndoselo a Hargrove en el pene, con algo de desesperación. 

Lo volvió a posicionar y fue bajando poco a poco para adentrarlo en ella, con cuidado y sin poder aguantar más. Después de eso, empezó a subir y bajar levemente en él, con las manos de Billy en su cintura.

 Observaba a Rachel con detalle, sus mejillas rojas por lo caliente que estaba, las pupilas dilatadas, mordiéndose el labio inferior, observándola subir y bajar. 

Rachel no se concentraba mucho en nada, estaba ocupada saltando en el pene de Billy y sintiéndose lo mejor que se había sentido en años. Apoyó sus manos en las piernas de el rubio y siguió con lo que estaba haciendo, mirándolo a los ojos tanto como podía, observando esos ojos azules que no salían de su mente. Lo escuchó empezar a gemir y jadear, apoyando la cabeza en el asiento, y sonrió levemente, saltando aún más. 

Billy bajó todo el zipper del suéter, para poder verle los pechos, que empezó a masajear y apretar tanto como podía. Rachel trató de levantarle la camisa, pero no pudo quitársela, haciendo reír al rubio, que se la quitó solo, dejando ver todo su torso, por donde Rachel no tardó en pasar sus manos, sintiendo algunas cicatrices en sus hombros, y en su torso, estaba curiosa sobre eso, pero en ese momento no podía ni hablar, sólo podían salir gemidos de su boca. 

Se acercó más a Billy, pegándose más a él, haciendo que el rubio aprovechara la cercanía para empezar a lamer, chupar y succionar sus pechos, jugando con su lengua y los pezones de Rachel, incluso mordiéndolos levemente.

Había estado teniendo tanto cuidado de no lastimarla, por primera vez en años se preocupaba por no lastimar a una chica en esos momentos.

La tomó de las mejillas, apretándola con la mano, y la acercó a su rostro, aún sintiéndola mover las caderas para subir y bajar en su pene, la apretó un poco más

—Ahora eres mía, Rachel. Sólo mía. 

Rachel Buckley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora