86

1.1K 110 9
                                    

Steve detuvo la casa rodante unos momentos, el tiempo suficiente para que Max, Lucas y Erica salieran de ésta. Se despidieron con la mano rápidamente y vieron como Steve arrancaba hacia la otra ubicación del plan. 

Respiraron profundamente, tratando de eliminar todo rastro de miedo con ello, pero era imposible. Estaban asustados, y no podían hacer nada sobre eso.

—Rachel,—su hermana la llamó. La observó quieta en el último sofá de la casa rodante, en una esquina, sin decir o hacer nada. Callada e inmóvil; pensando, seguramente.—Steve quiere hablar contigo.

La de cabello color miel levantó la mirada, penetrando aquellos ojos azules que tanto la hacían feliz. Miró al frente, los asientos del piloto, -dónde yacía sentado Steve-, y el del copiloto, que estaba vacío por el momento.

La segunda Buckley se puso de pie sin decir nada más, giró y le sonrió levemente a su hermana, antes de seguir caminando al frente, en dirección al asiento del copiloto.

—Hola—lo saludó apenas se sentó—¿querías hablar conmigo?

—Uh,—Steve desvío la mirada del camino un segundo, para girar a mirarla—Si, quería hablar contigo.

Se quedaron en silencio unos segundos, con Rachel esperando a que él hablará y Steve sin saber como comenzar con el tema.

—¿Entonces...?—comenzó Rachel, alargando las letras y diciéndolo de manera lenta, tratando de no tener que decir más para que Steve se atreviera a hablar.

—Ah, sí—hizo como si lo había olvidado. No tenía idea de cómo sacar el tema en estos momentos—Entonces, Billy me llamó, ya sabes, a la casa

La miró, para poder poner atención a su reacción y saber si continuar o dejar el tema ahí. Rachel lo miró sin expresión alguna. Steve ladeó la cabeza un poco e hizo un movimiento en forma de un pequeño vaivén con ésta

—Y me dijo qué estaría con Max, en la casa de los Creel, ya sabes, para cuidarla y me pareció buena idea para ser honestos.—volvió a mirarla rápidamente. Rachel seguía igual, inexpresiva.—Y bueno, también me dijo que lamentaba lo que había pasado, pero que si de algo servía, que él nunca quiso golpearte realmente.

—¿Nada más?—dijo Rachel. Al principio, cuando lo conoció, cuando Billy ya estaba buscándola siempre, ella era así, parecía no importarle realmente o no de la misma manera, incluso cuándo era todo lo contrario. Ella lo rechazó, incluso. Y tal vez lo llegó a hacer sentir mal y triste, y probablemente nunca debió de haber bajado la guardia con él, o con Eddie.

Steve la miró de nuevo, con el ceño levemente fruncido, sorprendido por aquella respuesta. Esperaba más.

—Pues sí. Escucha,—lamió sus labios y miró al frente. No podía dejar de mirar el camino más de tres segundos—él me contó como sucedieron las cosas, y sé que él estuvo mal, por Dios, yo estaba listo para salir hecho puré con tal de defenderte sí te ponía una mano encima—admitió—pero tengo que admitir qué sí fuera yo, y me lo hubieran dicho de la manera en la que Eddie se lo dijo a él,—volvió a hacer el vaivén con la cabeza—ya sabes, probablemente también hubiera reaccionado muy mal.

—No quiero saber sobre como sucedió, Steve.—suspiró.—Ya sé que Eddie lo dijo de la peor manera, y ya sé la intención con la que lo dijo. En primer lugar, Eddie jamás debió decirlo. Sucedió antes de que yo estuviera con Billy, y nadie dice algo como eso esperando que todos seamos amigos y eso quedé como si nada. Entiendo esa parte, no soy estúpida. Lo supé desde ese momento.

—¿Pero?

—Pero no quiero verlo ahora. Ni siquiera a Eddie, pero de alguna forma, siento que fui muy mala con él y no puedo alejarlo ahora, después de todo. Y de Billy no quiero hablar más, no me molesta que haya reaccionado mal, ni siquiera me molesta que haya golpeado a Eddie o que me haya gritado. Me decepciona que creí que nunca iba a golpearme.

—Pero no lo hizo.

—Pero iba a hacerlo.

Steve se quedó callado. No podía defenderlo más, ni siquiera iba a tratar de hacerlo de nuevo. Hizo lo que pudo, pero el punto de Rachel era claro y aunque fuera triste, también era cierto.

Y nadie podía hacer nada para cambiarlo.

La casa rodante se detuvo fuera del tráiler de Eddie. Seguía acordonado todo el lugar alrededor, por lo que se suponía que nadie iba a caminar cerca.

—Vamos—dijo Steve, y miró a todos los demás detrás de él.—Les digo cuando esté listo para que crucen.

Robin y Dustin fueron los únicos en asentir. Los otros tres se quedaron mirándolo, sin decir nada. Steve alzó las cejas con fastidio y se dispuso a trepar por las sábanas unidas por las que habían cruzado con anterioridad.

Steve cruzó, dándose una voltereta para evitar caer de espaldas contra el piso. Miró hacia arriba, para clavar su mirada en los ojos azules de Robin, y al mismo tiempo, sintiendo la mirada de Nancy, aquellos ojos azules también eran intensos.

—¿Qué, quiere que le aplaudamos?—dijo Robin con el ceño fruncido. Rachel soltó una risita que no pudo evitar.

Steve corrió a la habitación de Eddie, en el upside down y regreso de la misma manera, con el colchón arrastrando. Lo dejó caer debajo del portal, y volvió a mirarlos a todos, esperando que el siguiente cayera en el colchón.

—Vas, Nancy—dijo Robin, poniéndose de rodillas para que la mencionada pudiera subir en ella y trepar con mayor facilidad. La rubia se quitó la mochila y se apoyó en la rodilla de la Buckley para poder trepar con mayor facilidad.

Cruzó al otro lado, cayendo de espaldas en el colchón. Steve le extendió la mano y ella la tomó, sintió como la jalaba para ayudarla a levantarse y después pudo ver su rostro muy cerca del suyo. La mirada de Wheeler bajó de los ojos a los labios de Harrington, y pudo sentirse algo tensa, nerviosa incluso. Steve notó que la escena no era la mejor, y decidió alejarse un par de pasos para que ella pudiera alejarse de ahí.

Harrington volvió a mirar hacia arriba, mirando a Robin atenta a lo que pasaba allá abajo. Y después ambas Buckley le sonrieron, al mismo tiempo, y creyó que había sido algo espeluznante, pero al mismo tiempo, era una aprobación de ambas. Igual de espeluznante.

Comenzaron a aventar el equipamiento; mochilas, armas, los escudos, las lanzas, todo lo que tenían.

La siguiente en cruzar fue Robin, que al quedar cerca del rostro de Steve, -aunque él lo había hecho a propósito-, ambos sonrieron, con toda la complicidad que podía pactarse en una sonrisa.

—¿Estás lista?—preguntó Eddie, quién se hincó para que Rachel se subiera a su rodilla, como ella lo había hecho con su hermana.

La segunda Buckley lo miró, con el rostro totalmente serio. Suspiró y asintió. Se apoyó en la rodilla de Eddie y comenzó a trepar la "cuerda" hasta caer del otro lado en un movimiento rápido.

Las manos de Robin y Steve se hicieron presentes, tomándola de cada mano y jalándola para ponerla de pie.

Después bajo Eddie, quién solamente recibió la mano de Steve como apoyó, y finalmente, aquel rizado al que todos sentían la necesidad de proteger, y el único menor que había podido bajar al upside down con todos los mayores; Dustin Henderson.

Aunque les costará admitirlo, necesitaban al pequeño genio por cualquier cosa.

Steve y Eddie lo tomaron de la sudadera y lo pusieron de pie con un jalón.

Ahora estaban en el upside down, y no había vuelta atrás.

Rachel Buckley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora