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—¡Steve!, ¡Steve!—gritaban las tres chicas en el bote, mirando el lago con atención. Algo había hundido a Steve, y sólo sabían que era algo malo.

—¿Qué mierda fue eso?—preguntó Billy acercándose levemente, no quería que el bote se volteara y todos terminaran bajo el agua, con cualquier cosa que haya arrastrado a Steve

—No, no, no—decía Eddie, en una especie de crisis. Robin volteó a verlo y aunque quiso calmarlo, no podía. Estaba aterrada por lo de Steve

—Esperen aquí—dijo Billy, quitándose la chamarra de mezclilla que traía encima, dejando que sus brazos quedarán al aire por la camisa blanca de tirantes que llevaba por debajo. Miró a Rachel y asintió levemente, tratando de decirle que iba a estar bien

—Espera, Billy—habló Rachel, con el corazón acelerado y la preocupación mostrándose en toda su cara. El mencionado decidió ignorarla y se aventó al agua, nadando con rapidez, buscando algún rastro de Harrington.

—Mierda—murmuró Nancy, miró a los otros tres y Rachel fue la única que hizo contacto visual, y ambas sabían lo que iban a hacer.

—Esperen aquí, ¿okay, Rob?—cuestionó Rachel, específicamente a su hermana pero pudo ver a Eddie asentir varias veces frenéticamente. Nancy suspiró y Rachel sacudió las manos, tratando de quitárse el miedo de encima. Sabía que Billy también estaba horrorizado de entrar al upside down, que eso lo iba a hacer caer en una crisis, en un ataque de ansiedad o simplemente lo iba a hacer sentir mal el recordar todo lo que pasó. Y no podía permitir que lo pasara solo, necesitaba estar con él, sí es que pasaba.

Ambas se miraron por última vez, menos de un segundo y se tiraron al agua al mismo tiempo, nadando tan rápido como podían, esperando poder verlos

Dustin, Lucas y Max corrían de la policía, en un intento de alejarlos del lago de los amantes y no pudieran ver a Eddie en el bote.

—¡Vuelvan aquí, ratas!—gritó Dustin, como si les gritara a sus amigos mayores y que la policía también lo creyera. Pero en la oscuridad de la noche, y en medio del bosque, no veías nada. Dustin se tropezó con una gran rama en el piso, haciéndolo caer de boca

—¡Dustin!—gritó Lucas, dando media vuelta al igual que Max, sólo para lograr ver al alguacil y su mano derecha levantar a Dustin por los brazos y señalarlos a ambos con las linternas. Estaban pérdidos.

—Mierda—murmuró Max, dándose cuenta de lo obvio.

Steve cruzó al upside down, y lo que sea que lo tenía amarrado del pie, no lo quería soltar. Lo arrastró un buen pedazo, hasta que topó con una gran y gruesa enredadera, haciéndolo golpearse con fuerza. Tenía toda la espalda roja, raspada y sucia.

Se puso de pie con lentitud, en medio de quejidos, miró a su alrededor, la oscuridad, lo helado del clima, y todo el suelo lleno de asquerosas enredaderas. Dio media vuelta y comenzó a caminar, hasta que escuchó ruidos, como pájaros, animales. Giró, logrando ver un murciélago, pero era gigante, después escuchó otro y otro más. Corrió a un bote que estaba cerca, y tomó un remo, creyendo que sería suficiente para defenderse.

No lo fue. Después de golpearlos un poco, lo hicieron caer de espalda, causando que la caída fuera terriblemente dolorosa. Uno de ellos amarro su larga cola en el cuello de Steve, asfixiandolo, mientras los otros dos comenzaban a rasguñarlo y dejarle pequeñas mordidas en el torso. No se escuchaba nada, había un gigante silencio, excepto cuando Steve comenzó a gritar del dolor.

Robin estaba preocupada, no podía dejar a Steve y a su hermana ahí abajo y solamente esperar.

Se arrastró, aún sentada, hasta la orilla del bote y suspiró

—No, no, no. ¿Qué haces?.—dijo Eddie con nervios,—Nancy dijo que esperaramos aquí

—Sí la escuché

—Ella está a cargo

—Lo inventé—dijo Robin, sonriendole levemente, apenas podía verse esa sonrisa. Vio a Eddie comenzar a negar con la cabeza y entonces se dejó caer, de espaldas, con la mano derecha tapándole la nariz. No era una gran fan de esto, pero tenía qué

Eddie hizo berrinche, dio varias patadas leves al bote. No quería ir. Definitivamente no era fan de estar bajo el agua y mucho menos en otra dimensión. Estaba asustado, aterrado, de hecho.

Suspiró, pensando en ambas Buckley y en Wheeler. Era obvio porqué pensaba en Rachel, en Robin pensaba porque de verdad le había caído bien, además de que en cierto punto, se parecía a Rachel y le parecía muy bonita, y Wheeler, bueno, además de que le gustaba que ella fuera la que estaba a cargo, también le parecía atractiva. Ese era el problema de Eddie, muchas, de verdad muchas mujeres le parecían demasiado guapas, y ese hombre era muy coqueto.

—Hijos de puta—gritó, sacando su frustración, mientras tomaba el valor suficiente para tirarse—Mierda, mierda, mierda.

—¡Steve!—gritó Billy, corriendo hacía los gritos de dolor y de aquellos animales. Y lo vio a unos cuantos metros, logrando correr con rapidez y llegar hasta él.

Comenzó a aplastar al murciélago que estaba asfixiando a Steve, con la suela del zapato. Billy tenía mucha fuerza y luego de que lo aplastara varias veces, Harrington pudo sentir como soltaba su agarre y pudo quitárselo del cuello, y comenzar a quitarse a los del torso.

—¿Estás bien?—le preguntó Billy, mientras se protegía de un murciélago

—Sí, gracias. Eso fue genial—contestó Steve, señalando al murciélago en el piso, completamente aplastado

Escucharon más rugidos de murciélagos, muchos más, y luego los vieron venir desde lejos, volando directamente hacia ellos dos.

—Mierda. ¿Qué mierda son esas cosas?—inquirió Billy sin querer saber la respuesta realmente—Te mordieron, ¿te va a dar rabia o algo así?

Steve vio su torso, con algunas mordeduras, pero sin sangrar realmente, era raro:—Espero que no

Ambos morían de frío, y de miedo aunque no lo dijeran y no lo demostrarán. Steve no tenía camisa, y Billy tenía una camisa de tirantes, que además era blanca y estaba empapada, lo que hacía que se transparentara casi por completo y se ciñera a su cuerpo.

Algo que si no fuera en esa situación, a Rachel la tendría embobada mirándole el torso por horas.

—Tenemos que salir de aquí, son demasiados—dijo Steve mirando al cielo, mirando a toda la cantidad que iba hacia ellos, miró a Billy un segundo

—No vamos a llegar, están volando, Steve. Tenemos que matarlos

La manada llegó en mucho menos de lo pensado, y al tener a diez de ellos a sus alrededores, no podían hacer mucho. Sentían los rasguños en los brazos, en las piernas, en el torso. Sabían que no iban a poder salvarse entre ellos dos.

Rachel Buckley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora