—Hola—saludaron las hermanas al unísono, cuando atravesaron la puerta de la casa, hacia su madre, que las saludó primero, con una sonrisa
—¿Podemos ir a comer afuera?, ¿les gustaría?—preguntó. Había tenido otra conversación con Robin, en donde ella le dijo que Rachel no se iría en los próximos dos meses, y algo en Emma creció, una necesidad de arreglar las cosas en esos dos meses, una necesidad de pedirle perdón.
Rachel miró a su hermana, dejando que ella decidiera. No sabía que decir por sí misma, estaba sorprendida, su madre había estado tratándola bien en estos días y sentía que en algún momento algo malo iba a pasar, lo que la mantenía a la defensiva, no sabía qué, ni donde o cuando, pero estaba esperando que algo explotara y de la peor manera posible.
—Sí, esta bien, ¿verdad, Rachel?—preguntó Robin, giró a ver a su madre—Hace mucho, mucho tiempo que no salimos, y bueno, menos las tres, ¿a dónde quieren ir?, ¡oh!, conozco un lugar, Steve me llevo hace poco... ¿cómo se llamaba?...—
Tanto Emma como Rachel dejaron de ponerle atención, sabían que podía estar hablando un buen rato, se miraron a los ojos. Emma tenía una mirada triste, Rachel podía sentir el arrepentimiento y la culpa en ella, en su mirada, pero se mantuvo inexpresiva, no sabía que estaba pasando, pero cenar con sus hijas un par de días no iba a hacer que años de violencia se fueran como si nada. Habían cosas que Rachel probablemente jamás iba a olvidar, y no iba a ser tan fácil remediarlos.
—¿Qué esperan?,—la voz de Robin las distrajo, mirándola al mismo tiempo,—Vamos, ¿podemos invitar a Steve?
Rachel sonrió involuntariamente al escuchar a su hermana. Ella sabía que ambos estaban sintiendo algo por el otro, pero Robin estaba confundida y le iba a tomar tiempo aceptarlo completamente, además de como se sentía al no entender su orientación, y aunque Rachel le haya dicho que eso no debía importarle, porque no era nada malo, y que a nadie debía importarle eso tampoco, ella no podía sacarse de la cabeza que eso la hacía rara e inclusive un monstruo.
—Sí, llámalo
—Okay, déjenme llamarlo rápido,—camino hasta el teléfono—sirve que viene por nosotras, no quiero caminar
Rachel rio levemente ante lo último. Steve era realmente dulce y más respecto a su hermana, y estaba agradecida con él por estar a su lado cuando ella no lo estuvo. Y aunque quisiera ayudarlo con esto y tratar de hablar con Robin para que lo considerara más rápido y lo aceptara, no podía. No podía y no iba a presionar a su hermana con algo en lo que necesitaba su propio tiempo.
—Dice que en cinco minutos esta aquí—dijo, colgando el teléfono.
—Me agrada Steve, como en navidad, que vino a la casa junto con Dustin, pero él se quedo toda la noche, ¿lo recuerdas, dormido en el sillón?—decía Emma, con una genuina sonrisa en el rostro. Rachel se enserio, le daba gusto ver a Emma sonriendo de verdad, y a Robin feliz, recordando buenos momentos entre ellas, le daba gusto por Steve también, pero no podía ponerse feliz al saber que ella no estuvo aquí, que no había pasado navidad con su familia por dos años, que se había perdido muchas fechas importantes por no estar aquí.
Pero no podía hacer nada, no se arrepentía de haberse ido a California o de la vida que tenía ahí.
Después de unos minutos, escucharon a Steve hacer sonar el claxon de su auto un par de veces, dando la noticia de que ya había llegado. Rachel vio a Robin salir primero, con una sonrisa y parecía bastante emocionada, detrás iba Emma, sonriente por ver a Steve, quien de verdad le caía muy bien, y viceversa.
Era obvio que Steve no sabía todo por lo que habían pasado las hermanas Buckley con su madre, Robin solía mantenerlo en secreto porque no le gustaba contarlo, no podía contarlo sin quebrarse.
—¡Hola!—las saludó a las tres, y Rachel no pudo evitar sonreír al escucharlo, por un momento, la vida parecía detenerse, y se tomó un segundo para procesar lo que estaba pasando. Iba a salir a cenar con su hermana, su madre y Steve. Y le pareció una de las mejores ideas del mundo, se sintió bien con eso, sintió que casi todo estaba bien. Casi no sentía el vacío en ella, ese vacío que sabia que correspondía a Billy, que era lo que faltaba para que ese momento fuera perfecto.
—¿A dónde vamos?—preguntó Harrington, girando a ver a Robin en el asiento del copiloto. Rachel, por su parte, estaba sentada en los asientos de atrás, junto a su madre, que parecía más relajada que hace rato.
—¡Ya sé a donde!—dijo emocionada, mirando a Steve y se asomó a la parte de atrás, para dedicarle una sonrisa cálida a su madre y después a su hermana, quien no entendía el porqué—¿recuerdan las hamburguesas de Bobby?, eran las favoritas de papá.
Rachel la miró fijamente, sin decir nada, no recordaba ese detalle cuando fue con Billy, solo recordaba ese lugar, y había tenido muchas ganas de ir, ahora recordaba porqué. Y ahora iba a ser más difícil sacarse ese día de la cabeza, sin saberlo, había involucrado a su padre en una conversación con Hargrove, y con esa conversación sabía que iba a ser difícil olvidarlo, por el como se sentía al hablar con él.
—Sé donde es, pero no recuerdo haberlas probado—comentó Steve, manejando en dirección a el restaurante.
Rachel se mantuvo callada todo el camino, pensando en Billy, y en su padre. Si estuviera vivo, ¿le agradaría Billy?, sorpresivamente, creía que sí.
Llegaron al restaurante, y Rachel vio a lo lejos un pequeño destello azul con la luz de los postes, pero sólo con ver ese destello por mero reflejo y suficientemente lejos, sabía que era el camaro azul de la persona de la cual no podía dejar de pensar.
Entraron al restaurante, y buscaron una mesa vacía, sin poner mucha atención a nadie. En cuanto se sentaron, Rachel levantó la vista, topándose con esos intensos y profundos ojos azules mirándola directamente.
Parecía mucha casualidad, o coincidencia, como quieran llamarle, pero también parecía obra del destino, ninguno de los dos lo sabía, pero cada que se veían a los ojos sabían que ambos sentían lo mismo, que eran lo que el otro quería.
Rachel comió incómoda toda la velada, sintiendo los ojos azules sobre ella, y aunque ella tampoco podía quitarle la vista de encima, se obligaba constantemente a hacerlo.
Billy había llevado a la pequeña pelirroja a cenar, después de haber pasado todo el día dando vueltas a gran velocidad por todo Hawkins en el bendito camaro azul.
Sabía que Rachel se incomodaba de que la viera comer, y eso solo hacía que lo hiciera más, con una pequeña sonrisa arrogante y burlona en el rostro, sabía que estaba luchando con todo su ser para no verlo todo el tiempo, pero era obvio que no podía dejar de desviar la vista para la mesa en la que él estaba, sabía que no quería que todos en su mesa se dieran cuenta de que no podía parar de mirarlo, pero creo que era bastante obvio para todos en el maldito restaurante.
—¿Te gusta?—preguntó la pelirroja, mirando a su hermano, después de voltearse a ver a la mesa a la que él estaba viendo, y con solo ver a Rachel, lo supo.
—¿Quién?—trató de hacerse el desentendido, no quería admitirlo en voz alta a otra persona
—Rachel
Billy no dijo nada, se mantuvo callado y se dispuso a comer, tratando de voltear a ver lo menos posible a la chica con el cabello color miel en la que no podía dejar de pensar. La pensaba tanto que había llevado a su hermana a cenar en ese lugar, por ella, con la sorpresa de que ella también fue a cenar ese mismo día en el mismo lugar y a la misma hora. Pura casualidad, tal vez.
Billy y Max terminaron primero, pasando por la mesa de los otros cuatro, mientras que Max pasó y los saludo, Billy sólo miro a una persona de toda la mesa, directamente a una a los ojos, sin ser discreto, quería que fuera obvio, que todos notaran que entre ellos había algo, y que era mutuo, no como Rachel solía estar mintiéndole, a todos, y a ella misma.
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Rachel Buckley.
FanfictionCuando la hermana mayor de Robin, Rachel Buckley, regresa a Hawkins, y Billy Hargrove queda irremediablemente atraído por ella. Pero no era el único en sentirse de esa forma. -Contenido sexual y explícito. -Traumas. -Violencia.