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—¡Eddie!—gritaron ambos al unísono. Robin y Max se abstenían de hacer o decir algo, ninguna de las dos tenían algo que ver con Eddie, y aunque le creían a Henderson y a Buckley, seguían con sus dudas. Robin le agradecía a Eddie el haber cuidado de su hermana, pero hasta ahí. 

Steve empezó a golpear un pequeño bote que estaba cubierto con lonas, lo golpeaba con un remo, con algo de fuerza.

—Sólo levanta la lona—dijo Dustin desesperado—No seas un cobarde

—Levántala tú si eres tan valiente—contestó Steve y posó sus manos en sus caderas

—Yo lo hago—respondió Billy rodando los ojos y negando levemente con la cabeza

Levantó la lona y Eddie se puso de pie en un brinco, gritando y llevando de inmediato a Steve hacia la pared, poniendo el antebrazo izquierdo en su cuello y su mano derecha, con una navaja entre los dedos, muy cerca de su cuello.

Robin aguantó la respiración y dio un paso para atrás, algo asustada. Max hizo lo mismo mientras lo miraba con el ceño fruncido

Billy se acercó a Rachel y puso un brazo frente a ella, para que no se le acercara. Usualmente lo golpearía en la cabeza para que soltara el cuchillo, pero realmente estaba a nada de cortarle la yugular a Harrington

—¡Eddie, soy yo, Dustin!—gritó el último—Ese es Steve, estamos aquí para ayudarte. Baja el cuchillo

—Baja la maldita navaja, Munson—habló Billy, con voz firme y amenazante. Eddie no lo miró, pero apretó la navaja en su mano.—Ahora

—Eddie, bájalo. Somos nosotros, soy yo, Rachel y Steve. Bájalo.—Volvió a hablar Dustin, en un intento de calmarlo. Steve no podía ni respirar del susto. Munson miró a Dustin, y después a Rachel a un lado de Billy y volvió a mirar a Steve, sin alejar la navaja. 

—Por favor, Eddie,—comenzó Rachel, con voz calmada—Es Steve, no va a hacerte daño

—¿Qué hacen aquí?—dijo, sin quitar la vista de Steve. No era el mayor fan de Harrington, pero deseaba que fuera Billy el que tuviera la navaja en el cuello.

—Te estábamos buscando—respondió Dustin

—¿Porqué?

—Porque te creemos, Eddie. Estamos de tu lado—terminó Rachel, con voz un poco más demandante.

—Mira, estos son mis amigos; Robin, de la banda—la mencionada hizo como si tocara un instrumento—Max, que nunca quiere jugar CyD, a Rachel ya la conoces, Billy, que bueno, no es como que muy amigo, pero va a ayudarte también, y Steve. Todos nosotros te creemos, Eddie, lo juro, por mi madre

—Sí, por la madre de Dustin—dijeron Steve, Robin y Max al mismo tiempo. Billy quiso reír y se logró aguantar al ver a la pelirroja asustada. 

Munson los miró a todos, uno por uno, deteniéndose unos segundos más en los ojos de Rachel, suspiró y se alejó de Steve. Ambos estaban asustados, pero por motivos distintos. Steve respiró aceleradamente y camino hasta Robin, quién le preguntó si se encontraba bien y le revisó rápidamente el cuello.

Eddie se fue a sentar un poco más lejos del resto, mirando el piso. Estaba ido, como si no pudiera sacar algo de su cabeza. Dustin se acercó a él y se puso de cuclillas frente a él. 

Rachel tomó la mano de Billy y le sonrió de forma calmante, lo soltó y se acercó a Dustin, poniéndose de la misma forma que él. Observó las manos temblorosas de Eddie y supo que tuvieron razón; Eddie estaba asustado, pero no por haber matado a alguien porque no lo había hecho. 

—Eddie...—murmuró Rachel, con dolor en el pecho y tristeza en una mezcla. No lo quería ver así, no lo merecía. 

—Sólo queremos hablar—murmuró Dustin, tratando de quitarle la navaja de la mano, pero Eddie ni siquiera los veía. Robin se acercó a su hermana y del mismo modo se puso a su lado, frente al de cabello largo. Steve se quedó en donde estaba, no se movió. Max miró a Harrington y dio un paso al frente, para luego sentir el brazo de su hermano en su hombro izquierdo y giró a mirarlo 

—Quédate aquí—le murmuró. Max no se acercó más, sabía que Billy estaba preocupado de que Eddie se pudiera agresivo con alguien, especialmente con Rachel tan cerca de él, y quería evitar que Max se pusiera en peligro también 

—Queremos saber qué paso—dijo Robin, con el mismo tono de voz con el que le habían hablado los otros dos. 

—No me van a creer—los miró Eddie, con la mirada perdida, impactado, asustado y triste al mismo tiempo. 

—Ponnos a prueba—contestó Max, ansiosa por saber que mierda había pasado. Ella sabía que algo andaba mal, era como si lo pudiera sentir. Sólo necesitaba que alguien se lo confirmara. 

—... y sus huesos se quebraban, y yo no supe que hacer... la dejé ahí y salí corriendo.—negó y sonrió con resignación—Apuesto que piensan que estoy loco

—No, Eddie—dijo Dustin—No creemos que estés loco

—¡No me mientas!, ya sé como suena toda esta mierda—gritó, tocándose la frente con la mano

—No te mentimos—dijo Max

—Te creemos—habló Robin. 

Eddie giró a mirar a Rachel a los ojos, esperando que ella también dijera que le creía

—Okay, mira, todo esto es confuso para mí también. Pero te conozco, Eddie, y conozco a mi hermana, a Max y a Dustin, y ellos saben más cosas sobre Hawkins que yo, y les creo, y te creo a ti.—confesó Rachel. Estaba confundida y aunque le parecía algo difícil de creer desde ya, confiaba en todos los que estaban en esa habitación y sí ellos creían en algo así, ella también.

Dustin comenzó a explicarle lo que sabían, lo que creían que estaba pasando, de nuevo. Y luego, empezó el cuestionamiento de si había visto algo más

—La maldición de Vecna—terminó de teorizar Dustin. Explicó que Vecna era un personaje de Calabozos y Dragones, el juego que tanto Eddie como Henderson amaban.

Un rato después, ya era bastante tarde y podía reflejarse en los rostros de todos que estaban agotados, sólo querían irse a dormir

—Creo que es mejor que nos vayamos, volveremos mañana—dijo Steve, quien casi no había hablado en todo el rato desde que llegaron y mucho menos por haber tenido a Eddie con su navaja muy cerca de su cuello

—Sí, volveremos mañana, Eddie—afirmó Dustin. 

Rachel se acercó y le sonrió levemente, lo rodeó con sus brazos en una forma de despedida. Steve miró a Billy, quien tenía apretada la mandíbula y podías escucharlo respirar con fuerza, muy molesto. Max se posó a un lado de su hermano y le sonrió, tomándolo de la muñeca en un intento de calmarlo 

—Sabía que tu no hiciste eso, Eddie, y lo vamos a probar, de alguna manera, lo prometo—le susurró en medio del abrazo. Se separó de él y le sonrió con tristeza—Es una lástima que tengas que tengas que quedarte aquí

Rachel miró de reojo a Billy y supo que estaba conteniéndose. Camino hasta él y le tomó la mano, logrando que Eddie se diera cuenta y asintiera con una mueca

—Lo es, que lástima. 



Rachel Buckley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora