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—Respóndeme.—ordenó el rubio, con voz firme. Rachel frunció el ceño, no le gustaba que le hablaran así, pero tampoco quería decir nada.

—¿Qué si me viste con alguien?,—sonrió con incredibilidad, negando y luego volvió a buscar sus ojos, para poder verlo directamente a estos—Tú estabas con alguien

—No...—

—Sí, te vi. Estabas a punto de besarla, Billy

—Sí pero no habló de ese día,—mencionó, haciéndola fruncir el ceño, Rachel se cruzó de brazos, teniendo el cuidado suficiente con los pocos vinilos en ellos, y espero a que Billy le diera una explicación.—El día siguiente al que salimos, fui a tu casa, vi una maldita camioneta estacionada y tuve que rodear un par de cuadras, y cuando iba a llegar, vi como casi te besabas con ese maldito idiota de mierda

Rachel lo miró, suavizando por completo la mirada, recordando que Eddie iba a besarla ese día, afuera de su casa, pero no pasó. 

—No nos besamos...—

—¿En serio?, porque ese día que estaba con Steff, tú estabas con él. ¿Qué mierda quiere decir eso, Rachel?. Y para que conste, no hice nada con ella.

El hecho de que mencionara su nombre con la voz firme y el semblante serio, hacia que todo el tema fuera lo más serio posible. Había admitido no haber hecho nada con Steff, a quién apenas y la besó una vez. Estaba furioso con Buckley ese día, pero aún así no podía sacarla de su cabeza. Rachel suspiró, pensando en qué decir exactamente 

—¿Qué quiere decir qué, Billy?. Tú y yo no somos novios.—Optó por lo peor, alejarlo. Iba a dejar Hawkins en dos meses, no tenía sentido decir lo que en verdad quería decir, o hacer lo que en verdad quería hacer. Iba a regresar a California.

Billy soltó una risita incrédula. Estaba furioso, con Rachel, con Eddie y consigo mismo, estaba tratando de ser más comprensivo con ella, de ser más abierto sobre él y sus sentimientos y menos violento. Le demostró que estaba celoso, que cuando los vio, decidió irse de ahí porque si daba un paso más iba a moler a golpes a Eddie, y no quería volver a golpear a alguien a ese punto. Y ella había dicho eso. 

—Tienes razón, ni siquiera me conoces...—

—Oh, vamos, Billy. No puedes venir y decirme esto cuando ambos sabemos el porqué me invitaste a cenar, tú sólo querías una cosa. Además, solamente tuvimos una cita, eres más difícil que eso. Tú tampoco me conoces, Billy. 

Billy se acercó a ella rápidamente, incluso se veía peligroso, enojado, apretando los puños con fuerza, como si fuera a golpearla. Rachel no se movió ni un centímetro, no le asustaban los golpes, estaba acostumbrada a eso. 

Hargrove la tomo del cabello y lo jaló para abajo, haciéndola levantar la cabeza para que lo mirara a los ojos, y así lo hizo. Hicieron contacto visual, el más profundo que hayan tenido hasta ese momento. Parecían ver algo en sus interiores, parecían poder ver su alma en esos momentos. Las respiraciones de ambos se aceleraron ligeramente, y ambos lo notaron.

—Dime que no sientes nada ahora mismo—murmuró Billy, con la voz firme, ordenándole entre líneas que le dijera lo contrario, que fuera sincera sobre lo que sentía.—Habla, maldita sea

Rachel no quería decir nada, no se sentía con el valor suficiente para decirle que no sentía nada, porque en su interior estaba suplicándole que la besara ya, pero no podía. No podía besarlo de nuevo porque un beso más y seria su perdición y lo sabía. 

Sabía que si Billy la besaba una vez más, ya no habría vuelta atrás, y Rachel Buckley jamás estaría tan enamorada de alguien como lo estaría de él. Lo sabía, algo en su interior se lo dijo desde el momento en que lo vio por primera vez, cuando lo vio en casa de Harrington.

—Rachel... dilo.—murmuró, firme y suplicante. Posó su mano en la mandíbula de la segunda Buckley, presionándola pero no al punto de lastimarla. Necesitaba escucharlo, necesitaba saberlo, necesitaba que ella sintiera lo mismo que él, tan necesario que un simple sí o un no le sería suficiente.

Siguió sin recibir respuesta y supo que no la recibiría en ese momento, probablemente nunca. Se acercó y la besó por última vez, tan desesperado como nunca, sin querer perder nunca el sentimiento, la imagen, el toque o el sabor de sus labios, no quería olvidar nunca el como se sentía besarla y al besarla; ese sentimiento en todo su cuerpo y el toque de sus labios contra los suyos. 

Por primera vez, Billy sentía la tristeza de un corazón roto que no había sido producido por sus padres. 

Se alejó de ella, soltándole el cabello de golpe, y al mismo tiempo quitando la mano de mandíbula, después de presionarla un poco más, al punto en que se sintiera como una pequeña molestia. Inmediatamente pudieron sentir el vacío en su interior al separarse. La miró a los ojos de nuevo, esperando que dijera algo, pero sabía que no pasaría. 

Dio dos pasos hacia atrás, alejándose de ella pero sin poder dejar de verla, esperanzado a estar equivocado y que corriera a besarlo de nuevo.

Suspiró y se dio media vuelta, saliendo por la puerta del local. Dejándola ahí, sola, con los vinilos abrazados y las palabras atoradas en la garganta. 

Rachel Buckley.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora